quarta-feira, 8 de agosto de 2012

La violencia define a la cultura norteamericana




Por Saul Landau

De niño yo jugaba a la guerra (los vaqueros matando a los indios). Mis amigos y yo nos matábamos unos a otros de manera rutinaria, con armas de juguete, por supuesto. En mi vecindario del sur del Bronx, los pandilleros de más edad tenían armas verdaderas y a veces se mataban unos a otros. ¡Cómo en el cine! Los dibujos animados que yo adoraba de niño estaban llenos de violencia, así como las películas de guerra que Hollywood producía en masa para hacer propaganda a favor de la guerra real contra Alemania y Japón.

Cuando James Howe mató a 12 personas e hirió a casi 60 más en un cine de Colorado, sentía la nueva violencia entrar a mi cuerpo, como si una masajista me hubiera engrasado con hostilidad líquida antes de comenzar el masaje. La agresión penetró mis poros, inundó mi cerebro y cubrió las células de mi cuerpo. Mientras que los medios informaban acerca del número de disparos realizados, los tipos de armas que poseía el asesino y la anatomía del apartamento de Holmes sembrado de trampas con explosivos, el presidente Obama y al aspirante Romney pronunciaban insulsas declaraciones acerca de la necesidad de la oración y de consolar a las familias de las víctimas. Ninguno de los dos mencionó el control de las armas de fuego o la cultura de la violencia que define a Estados Unidos. Para la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y muchos de sus miembros, la libertad parece igualarse con la posesión de armas de fuego.

La violencia, más norteamericana que el pastel de manzanas y el béisbol, se ha convertido en un importante tema social y en un serio problema de salud pública. Casi a diario alguien mata a otro en incontables áreas metropolitanas. Las familias sufren, la policía dice que está investigando y los periódicos y las emisoras de TV obtienen noticias de primera plana. Yo, como decenas de millones, vemos las noticias sangrientas de la TV y caemos fácilmente en el pozo fascinante de las repercusiones y consecuencias de la violencia. Pero los medios no analizan ni buscan asuntos subyacentes en Aurora o en actos tan horripilantes como este. En su lugar, los utilizan para vender programas noticiosos, periódicos y obtener anunciantes.

Es más, los medios nos empapan con la cultura de la violencia. En los filmes de Hollywood y de la TV, la muerte violenta se ha convertido en la única fórmula para obtener la retribución adecuada. Los villanos fílmicos sufren horribles finales –justicia fílmica. La violencia como metáfora cultural viene bien a un país que durante décadas ha vivido en guerra perpetua apoyada por los dueños de la economía de guerra.
 
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