Los nuevos proyectos de investigación y desarrollo de armamentos de Estados Unidos pretenden incluso inmiscuirse en la manipulación genética del cuerpo humano
Amaury E. del Valle
informatica@juventudrebelde.cu
15 de Agosto del 2012 19:13:52 CDT
Como estamos en el verano vacacional y abundan las películas de ciencia ficción en la televisión, para algunos la noticia de que Estados Unidos pretende crear soldados que no coman, ni duerman y a los que incluso les crezcan las extremidades perdidas, les podría parecer un remake del interminable filme El exterminador.
Como en la cinta, la idea de una especie de androide semihumano, que sea capaz de resistir al fuego, las balas, y que no descanse ni siquiera un minuto hasta conseguir su objetivo, ahora parece estar inspirando peligrosamente a los científicos de la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA, por su siglas en inglés), subordinada al Pentágono y responsable del desarrollo de nuevas tecnologías para uso militar.
El objetivo de los especialistas, según se ha filtrado a la prensa, es crear soldados inmunes a esos grandes «inconvenientes» del ser humano, como comer o dormir, y así, además de hacerlos más letales, también de paso se ahorrarían los 40 000 millones de dólares al año que gasta Estados Unidos en alimentar a sus tropas diseminadas por todo el planeta.
El novelista norteamericano Simon Conway, citado por el periódico Sunday Express, que según dice tuvo acceso a los planes de la DARPA, aseguró que el ambicioso proyecto trata de «mejorar la eficiencia de la creación de energía en el cuerpo».
Su principio básico sería encontrar los genes que activaran la posibilidad del cuerpo humano de usar con mayor eficiencia sus reservas de grasa, logrando así una mayor energía, algo indispensable para evitar ingerir alimentos o tener que descansar cada cierto lapso de tiempo.
Según Conway, DARPA busca que «los soldados sean capaces de correr a velocidades “olímpicas” y soportar grandes pesos sin necesidad de dormir ni comer».
La idea, que puede parecer muy futurista, en realidad ya tiene sus antecedentes, pues hace menos de un año se filtró a la prensa que científicos militares habían probado una droga que permitió a la tripulación de un helicóptero no dormir durante más de 40 horas, e incluso mejoró sus niveles de concentración tras dos días sin descanso.
De la bomba a la web
La DARPA tiene sus orígenes en los albores de la Guerra Fría. Fue creada oficialmente en 1958, aunque se sabe que en el Departamento de Defensa ya funcionaba un laboratorio especial con el fin de desarrollar tecnologías y armamentos desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
La experimentación con medicamentos, y especialmente la alteración genética del cuerpo humano, es uno de los campos más conflictivos de la bioética, y por ello su práctica ha sido condenada por médicos y científicos del mundo entero en varias ocasiones.
La DARPA tiene sus orígenes en los albores de la Guerra Fría. Fue creada oficialmente en 1958, aunque se sabe que en el Departamento de Defensa ya funcionaba un laboratorio especial con el fin de desarrollar tecnologías y armamentos desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Muchos de los científicos que integraron en su fundación la que entonces se llamaba ARPA, pues no se le quería agregar al nombre la palabra «Defensa» para enmascarar sus fines, estuvieron entre los integrantes del equipo que diseñó y fabricó las primeras aeronaves espaciales norteamericanas, pues la creación de esta institución estuvo directamente vinculada al lanzamiento del primer sputnik por la Unión Soviética.
Tras ese suceso, Estados Unidos decidió agrupar a científicos de diversas ramas, muchos de ellos muy jóvenes, quienes en los primeros años de ARPA se enfrascaron en temas como la investigación aeroespacial, defensa contra misiles balísticos o la detección de pruebas nucleares.
Con la creación en 1960 de la Agencia Aeroespacial de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) los programas espaciales fueron transferidos a esta institución, y ARPA concentró sus esfuerzos en la defensa contra misiles balísticos, el procesamiento computacional, las ciencias del comportamiento, el estudio de radares, detección infrarroja, así como en nuevos armamentos para la lucha contrainsurgente.
De sus entrañas, que cuentan actualmente con un presupuesto anual público de 2 000 millones de dólares, aunque tiene proyectos que se financian de manera secreta, han salido muchos diseños de armamentos novedosos que hoy se usan en el campo militar norteamericano.
Igualmente de allí salió el diseño inicial de la ARPANET, una red de computadoras que conectaba varios centros de investigación en Estados Unidos, la cual sería la génesis de la actual Internet.
No obstante, como toda institución militar, la mayoría de sus verdaderos «descubrimientos» nunca han salido totalmente a la luz pública, o lo han hecho luego de años de aplicación en el campo militar.
Por ello la actual revelación de que DARPA está intentando crear soldados superhumanos, para muchos es un indicio de algo que en realidad ya existe o está muy cerca de ser una realidad y solo ahora se ha escapado a la luz pública.
Genes para asesinos
La experimentación con medicamentos, y especialmente la alteración genética del cuerpo humano, es uno de los campos más conflictivos de la bioética, y por ello su práctica ha sido condenada por médicos y científicos del mundo entero en varias ocasiones.
No se trata de descubrir el funcionamiento genético para evitar o sanar enfermedades, o en búsqueda de tratamientos más eficaces, pues en este caso se estaría manipulando directamente el cuerpo humano para crear un superhombre que hiciera más eficazmente precisamente todo lo contrario: matar.
Incluso ahora, otra de las aristas que se ha revelado que investiga DARPA, la regeneración de extremidades, si bien su utilidad en la vida civil sería inmensa, en este sentido se estaría haciendo no solo para lograr que los soldados vuelvan a tener miembros amputados en los combates, sino que el propio tejido pueda regenerarse por sí mismo en caso de una herida, lo cual los haría menos vulnerables.
Sería muy bueno si en vez de pensar en cómo hacer militares más letales, o dotarlos de esqueletos mecánicos que le permitan correr más o cargar grandes pesos, estas investigaciones pudieran aplicarse precisamente para tratar de aliviar los sufrimientos de los miles de niños, mujeres y hombres que han perdido brazos y piernas por los bombardeos de otra «creación» de DARPA: los drones no tripulados.
Estos aviones-robot, que se han usado profusamente en escenarios como Afganistán e Iraq, fueron diseñados inicialmente por científicos de la agencia norteamericana que se han especializado en este tipo de creaciones, incluso con formas asociadas a animales existentes en la naturaleza.
Así han logrado crear miniaviones-espía con forma de libélulas, e incluso un androide en forma de guepardo que puede correr a una velocidad de hasta 30 kilómetros por hora, o el NanoAirVehicle, con forma de colibrí, que mide apenas unos 15 centímetros, pesa menos de 30 gramos y tiene una apariencia muy natural, para confundirse con sus congéneres del mundo de las aves.
Recientemente se ha filtrado que ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts, financiados por DARPA, diseñaron el Meshworm, un robot equipado con cámaras que imita el movimiento y la apariencia de los gusanos terrestres.
Igualmente se sabe que está en los planes poner en el campo de batalla un perro robot, bautizado como AlphaDog, que asumiría labores de exploración, vigilancia y ayudaría a los soldados a cargar el equipamiento bélico.
Todas estas invenciones, que a la postre, como sucedió con Internet y otras tantas creaciones, terminan por llegar a la vida civil, antes dejan una estela de sufrimiento y muerte en múltiples lugares del planeta, pues al hacer a las tropas norteamericanas más letales, vuelven más asesino a un ejército que actúa como agresor.
Tomado de Juventud Rebelde
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