quinta-feira, 23 de agosto de 2012

La FMC y sus retos


RAQUEL MARRERO YANES

La Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) nos dieron la posibilidad de sentirnos con iguales deberes y derechos, sin perder la feminidad, es la esencia del criterio de muchas cubanas, cuando se les pregunta por la importancia de un día como hoy.

Y es que tenemos una organización que preserva la Revolución, en cuyo contexto han tenido lugar nuestros más significativos progresos.

Fue creada el 23 de agosto con el Comandante en Jefe Fidel Castro como máximo inspirador y la guía de su presidenta, Vilma Espín Guillois.

La FMC congregó a todas las agrupaciones femeninas revolucionarias, que hasta entonces existían en el país. Sus acciones posibilitaron la superación constante, el desempeño en diferentes profesiones y oficios, además de garantizar la ascendente integración de las cubanas a la vida social, política y económica del país.

Alcanzar un protagonismo femenino en la agricultura como el de Ana Bueno Guzmán, presidenta de la CPA Cuba Socialista, es uno de los porpósitos de la FMC.

El apoyo a la escuela, a la Salud; al quehacer de prevención y atención social, la ayuda a organizaciones hermanas en distintas latitudes, el trabajo comunitario y las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia, son algunas de las tareas acometidas por la organización.

Cincuenta y dos años, coronados por el papel que desempeña la mujer cubana en la sociedad, no esconden las insatisfacciones de la organización, la cual adquiere hoy nuevos compromisos e invita a reflexionar sobre su misión actual.

Más de cuatro millones de cubanas integran actualmente la FMC, que tiene como principal reto en esta hora contribuir al perfeccionamiento y actualización del modelo económico cubano; y asumir nuevas formas de trabajo que permitan parecerse a sus mujeres en los momentos actuales.

Hallar nuevos escenarios para escuchar más a las jóvenes y las amas de casa, y estrechar los vínculos con los centros laborales donde prime la presencia femenina, en virtud de conocer sus preocupaciones y necesidades, está entre las prioridades de la organización.

El ejemplo de Vilma es incentivo para cumplir el deber de la Federación: velar por la continuidad de estudios de las muchachas e inculcar la necesidad que tiene el país de técnicas de nivel medio y obreras calificadas, incluidos los oficios no tradicionales para el género. Lograr que las mujeres sean promovidas a cargos de dirección a diferentes niveles, e incrementar su presencia en la agricultura, en especial en la producción de alimentos, devienen igualmente tareas de primer orden.

Tomado de Granma

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