domingo, 5 de agosto de 2012

La difusión del discurso de Raúl Castro en Miami y los nuevos deseos de Lincoln Diaz-Balart de ser presidente de Cuba


Por Edmundo García

Ayer viernes el programa “La tarde se mueve” transmitió en Miami el discurso de Raúl Castro el 26 de julio en Guantánamo. No un fragmento manipulado, no un “resumen” tendencioso de los que suele hacer la prensa parcializada de esta ciudad, sino el discurso en su integridad. Después le pedí a la audiencia que dijera si creía o no que ya era tiempo de que Estados Unidos aceptara la reiterada propuesta de Cuba de conversar en igualdad de condiciones, como acababan de escuchar en palabras del presidente cubano.


Pude tomar un total de 17 llamadas. De ellas 12 fueron a favor de la propuesta de Raúl para iniciar conversaciones, como incluso había prometido el presidente Obama, cuando se estrenaba en política latinoamericana, en la reunión de Puerto España, cosa que en cuanto a Cuba no ha cumplido. Hubo una llamada en contra de que esto se produjese; y otras cuatro que hicieron comentarios generales no vinculados directamente al tema. Dichos audios están disponibles en la página de La noche se mueve (www.lanochesemueve.us) y de Progreso semanal (www.progreso-semanal.com). Sobre la posibilidad de aceptación del ofrecimiento de Cuba un oyente dijo que hacía falta un segundo término para que el presidente Obama pudiera conducirse con menos presión; otro agregó que le parecía normal que la interacción se produjera, porque desde hace tiempo altos funcionarios norteamericanos, cuando salen de sus cargos se han expresado con respeto sobre Cuba y considerado a su gobierno como serio en los tratos, incluyendo al presidente Carter, que está a favor de la normalización de relaciones. Otro participante en el programa dijo que las relaciones eran algo que beneficiaba a los dos pueblos y que todo lo que tenga esa consecuencia debiera apoyarse.


El oyente discrepante, a pesar de ser ofensivo en su participación, me dio la oportunidad de recordar que si la negativa al diálogo entre gobiernos se sustenta en la controversial expropiación sin compensación a ciudadanos norteamericanos, a principios de la revolución, no se puede olvidar que fue el mismo gobierno de Estados Unidos quien no quiso aceptarlo, porque en su opinión, ello entrañaba un reconocimiento al naciente gobierno revolucionario cubano. A diferencia de esta posición norteamericana, ciudadanos y empresas de otros países fueron expropiados y compensados, y hoy las cuentas están claras y saldadas.


Aunque para ser justos, habría que tomar en cuenta todo el daño que Estados Unidos ha causado, con su política, a la economía y al pueblo cubano por más de cincuenta años, y que hasta ahora no ha tenido compensación. Por eso lo mejor es llegar a la mesa sin poner exigencias previas, como imprudentemente hizo el secretario de estado adjunto para Asuntos Públicos, Mike Hammer, cuando opinó sobre la oferta del presidente cubano. Sin prejuicios se puede hablar de todo: de las compensaciones, de la liberación de algún prisionero del interés de Estados Unidos, de los llamados derechos humanos, de la llamada libertad de prensa, etc.


El discurso fue claro. Se dijo en buen cubano que la mesa estaba servida para tratar todos los temas, incluyendo el financiamiento por Estados Unidos de esos pequeños grupos que aceptan dinero para hacer lo que llaman oposición y que es uno de los grandes problemas para el entendimiento entre los dos países.

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