Por Andrés Gómez
Director de Areitodigital
Miami (RHC).- Recientemente regresé de La Habana después de estar varias semanas en esa querida ciudad. Mucho cambia en La Habana, como mucho también cambia en el resto de la Isla, como consecuencia de las nuevas medidas económicas que han entrado en efecto en el país.
Claramente los cambios son positivos. Se hacen evidentes nuevas fuerzas emprendedoras posibilitadas por las nuevas leyes, directrices y reglamentos. Entre los cambios que más se hacen obvios están los relacionados al transporte, la gastronomía y a la construcción. Como también, y más importantemente, es indudable el dinero disponible en la población en general.
Lo del dinero disponible en la población en general posibilita el resto de los cambios que tienen lugar y de los cuales hoy trataré sobre los tres anteriormente señalados. Quizás sea porque no soy economista, pero realmente no entiendo, cómo con el nivel de los sueldos que percibe la inmensa mayoría de las trabajadoras y trabajadores cubanos puedan gastar muchos de ellos tanto dinero en adquirir tantas cosas. Entiendo que hay sectores relacionados a los nuevos negocios que tienen más poder adquisitivo. Pero me es muy difícil creer que haya tantas personas relacionadas a estos nuevos negocios como las que se ven gastando dinero en las calles y comprando en los establecimientos comerciales de la ciudad. Para mí esta situación sigue siendo un enigma. Aunque es un misterio que percibo con regocijo porque la gente lo disfruta y se beneficia. Ya tendré tiempo para entenderlo.
El transporte en la capital ha mejorado notablemente y no porque el gobierno haya adquirido muchos más autobuses sino porque el sector privado ha puesto a disposición de muchos los viejos automóviles americanos, al menos sus carrocerías, ya que estos carros funcionan con motores y piezas de carros que no son americanos. Digo a disposición de muchos –y no de todos-- ya que un viajecito en La Habana en estos carros, y cuando digo en La Habana, incluyo toda el área metropolitana, oscila entre los $10 y $20 pesos moneda nacional no convertible.
La mayoría de la gente que tiene que utilizar transporte público, por necesidad económica, tiene que recurrir a los autobuses disponibles, que han aumentado en número, pero siguen siendo insuficientes. Aunque la disponibilidad de los almendrones, como son conocidos los carros privados que se utilizan en el transporte público, alivia notablemente el problema de ese transporte.
Es increíble ver las hileras de almendrones, uno detrás de otro, por las vías principales de la ciudad como pudieran ser las Avenidas 51, 41, 31 y 3ra en Marianao y Playa, Línea o 23 en Plaza, o la Calle Neptuno en Centro Habana, recogiendo pasajeros, en peligrosos despliegues de paragüería. Tal perece que todos los viejos carros americanos de la Isla corren en estos tiempos como carros públicos por las calles de La Habana. Es un buen negocio el de los almendrones.
Como tal parece ser que un buen negocio también es el de los establecimientos relacionados con la gastronomía. Estos pudieran ser pequeños lugares, que requieren poca inversión, con una tabla o mesa para despachar, algunos con hornitos o planchas eléctricas, que se encuentran en portales de viviendas, entradas de edificios o entradas de garajes de casas y edificios, o dentro de viviendas en las que se despacha por las ventanas ampliadas de las viviendas. Estos pudieran vender panes con jamón, con jamón y queso, panes con tortilla --- la tortilla pudiera ser de huevos solamente o de huevos con cebolla, con jamón, queso y sus combinaciones. También hay entre este tipo de establecimientos los que se dedican a la venta de pizzas, pizzas cubanas, o de comida criolla. Este último menú así como el de la venta de pizzas tienen más tiempo de existencia, aunque ahora proliferan.
Y partiendo de este tipo básico de establecimiento hay otros mejores o más amplios que son considerados cafeterías que pudieran ser de los más básicos con algunas mesitas con sillas, hasta otros que, además de las mesitas, tienen mostrador con banquetas. Estos están montados desde de una manera rústica a otros que están muy bien puestos. Estas cafeterías pueden ofertar diferentes tipos de bocaditos y hamburguesas, pizzas, hasta platos más sofisticados.
Y entonces están los paladares y restaurantes privados especializándose en diferentes tipos de cocinas o menús. Desde los que son más económicos hasta los que son caros, bien caros.
Otro cambio que se hace evidente en estos tiempos en La Habana es el de la construcción, o más bien, el de remozar, reparar y ampliar viviendas. Las nuevas leyes relacionadas a la venta y compra de viviendas y las nuevas regulaciones dirigidas a la agilización de los trámites relacionados a la reparación o ampliación de viviendas han dado impulso a estas necesidades.
Es muy estimulante ver cómo, no solamente en los barrios donde se encuentran las mejores viviendas de la ciudad –que es donde uno supone se encuentren los propietarios con más dinero disponible — sino en prácticamente todos los barrios de la capital muchos se han volcado a mejorar sus viviendas.
Y con estas actividades se ha impulsado la creación de lugares donde se venden materiales de la construcción, incluyendo más materiales y piezas relacionadas con estos trabajos en las propias ferreterías de las redes comerciales estatales, y muy especialmente la proliferación de los timbiriches donde se venden productos relacionados a la plomería, que tanta falta hacen.
Sobre estos asuntos trataré en próximos artículos ya que éstos son de importancia para representar a nuestro país como éste se encuentra actualmente en medio de un acertado proceso de cambios que, aunque con sus problemas, hace la vida más productiva y placentera a los nuestros en la Isla.
Vía e-mail
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