terça-feira, 5 de fevereiro de 2013

Una injustificable injusticia



Por Lázaro Fariñas*

Pasan los días, las semanas, los meses, los años, y cuatro cubanos siguen tras las rejas, en distintas cárceles norteamericanas, y un quinto se encuentra medio libre, con toda una serie de controles por parte de las autoridades de este país. Es muy fácil escribir un artículo sobre ellos estando en libertad, en la calle. Pero, por otra parte, es muy difícil entender el por qué estos jóvenes cubanos han tenido que pasar por el calvario que durante largos años han y aún están pasando. Los cinco han demostrado una tremenda valentía y patriotismo. Si en vez de la gallardía que demostraron en el juicio llevado a cabo en Miami, hubieran tenido una posición menos patriótica, su suerte hubiera sido muy diferente. Lo más probable es que las sentencias hubiesen sido otras más benévolas y hace rato ya hubieran estado libres en sus casas.

El problema es que eso no ocurrió y estos jóvenes se portaron valientemente en el juicio y se han seguido portando de igual forma a través de los años en que han estado injustamente encerrados. Cuando tomaron la palabra en el juicio, lo hicieron con firmeza y en ningún momento se acobardaron, aceptando abiertamente que ellos habían venido a Miami a infiltrarse en los grupos terroristas de los anti cubanos de la Florida, buscando informaciones sobre posibles actos terroristas en contra de Cuba y que ellos, en ningún momento, espiaron en contra de los Estados Unidos. Estos jóvenes no dudaron en aceptar su papel de antiterroristas infiltrados en organizaciones terroristas. Demostraron hasta la saciedad que esa era su verdadera misión en esta ciudad de Miami. Militares norteamericanos desmintieron, una y otra vez, que los cubanos los hubieran espiado a ellos, sin embargo, no le hicieron caso a sus declaraciones. El destino de los antiterroristas ya estaba trazado por un gobierno que quería ser implacable con ellos y un poder judicial complaciente que no tuvo escrúpulos en condenarlos a largas penas de prisión para bochorno de este país.

Una larga listas de terroristas comparecieron como testigos en el juicio. Los que debían estar siendo juzgados estaban siendo acusadores. Numerosos periodistas locales recibieron dinero para que escribieran artículos en los periódicos o para que hablaran en los programas de radio o de televisión para que influyeran sobre los jurados y estos hallaran culpables a los acusados. Se sabía que en la ciudad de Miami era imposible realizar un juicio justo y sin embargo, se desestimó ese argumento y aquí se celebró.

Las palabras finales de los jóvenes cubanos fueron excelentes documentos llenos de patriotismo y firmeza revolucionaria. La defensa de los abogados fue excelente. Pero nada de eso tenía valor, ya que lo que se estaba llevando a cabo era un juicio político y como tal, ya se sabía cuál iba a ser su resultado final. Los cubanos antiterroristas estaban condenados de antemano, ya que su principal problema era que eran cubanos que defendían a Cuba contra las agresiones que salían libremente desde Miami.

Los terroristas anticubanos estaban protegidos por la política agresiva que han mantenido los diferentes gobiernos de este país contra la República de Cuba desde el mismo día en que allí se implantó un gobierno revolucionario que levantó la bandera olvidada de la independencia y la soberanía de aquella nación.

Esa fue la razón para que estos cubanos hayan sido condenados a tan largas penas de prisión. Su única culpa ha sido la de tratar de defender a su país de las agresiones del exterior, agresiones que han sido realizadas por otros cubanos que han vendido su alma al diablo y que en vez de buscar una solución entre cubanos, lo que han hecho es convertirse en marionetas de gobiernos agresivos, enemigos de su antigua patria.

Con solo una firma, el Presidente Barack Obama puede liberar, no solo a esos cubanos que siguen padeciendo en las cárceles de este país, sino también a este país de la tan inmensa infamia de mantener presos a cinco valientes cubanos, a sabiendas de que son inocentes. Aunque sea por rescatar un tanto el honor del país que gobierna, ¿firmará esa orden el Presidente? ¿Estará dispuesto Obama a reparar la injustificable injusticia de mantener a esos hombres en las cárceles de este país? Voy a pecar de optimista, creo que más temprano que tarde, la firmará.

*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.

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