sexta-feira, 8 de fevereiro de 2013

EN CUBA PARLAMENTARISMO Y REVOLUCIÓN (III): PARLAMENTO ARMADO


Jorge Gómez Barata

El 10 de octubre de 1868, en un ingenio azucarero de su propiedad, Carlos Manuel de Céspedes liberó a sus esclavos y con otros hacendados del oriente cubano inició la primera guerra por la independencia. En aquellas luchas se forjaron la nacionalidad y la identidad cubanas, se expresó la madurez de las ideas independentistas, constituyendo el escenario propicio para el desempeño de vanguardia revolucionaria.

Experiencias visibles en el entorno latinoamericano, determinaron que los iniciadores de la lucha por la independencia en Cuba, no se plantearan la tarea de conquistar primero la libertad y luego construir la república, sino que intentaron hacerlo simultáneamente para impedir que los vicios y las deformaciones presentes en las repúblicas latinoamericanas de la época, en particular el caudillismo y el autoritarismo se entronizaran y deformaran los objetivos de la primera Revolución Cubana.

A pocos meses de iniciada la contienda, el 10 abril de 1869 se instaló la primera Asamblea Constituyente cubana en la cual 15 diputados criollos, sin injerencias foráneas, sin partidos políticos, sin condicionamientos ideológicos y en respuesta a necesidades de la revolución, adoptaron la Constitución de Guáimaro en virtud de la cual se crearon estructuras jurídicas y parlamentarias, proclamando la República en Armas a la cual dotaron de gobierno civil, mandos militares, embajadores e instituciones avanzadas.

En medio de contradicciones, tensiones y errores, la República en Armas concilió la lucha armada con el desarrollo institucional y la diplomacia, todo ello en el marco jurídico aportado por cuatro constituciones: Guáimaro (1869), Baraguá (1878), Jimaguayú (1895) y la Yaya (1897).Sobre esa base la Cámara de Representantes, se dotó de atribuciones para nombrar y destituir al presidente de la República, los mandos del Ejército Libertador y a los diplomáticos.

Aquel parlamento sin territorio que administrar ni población que regir, nombró funcionarios y embajadores, ascendió y degradó a generales y coroneles, procuró y llegó a adquirir personalidad jurídica internacional, recaudó impuestos e incluso imprimió la moneda del país que aun no había nacido. Los embajadores de la República en Armas desplegaron una intensa actividad internacional, accedieron a presidentes latinoamericanos y lograron el reconocimiento de varios gobiernos, incluso se entrevistaron con presidentes de los Estados Unidos.

La República en Armas no fue perfecta y en su desempeño, sus instituciones, especialmente la Cámara de Representantes, sus presidentes, algunos de sus generales e incluso embajadores, cometieron errores e incurrieron en ilegalidades. Ninguna injusticia fue mayor que la destitución y el trato dispensado a su fundador y primer presidente Carlos Manuel de Céspedes. No obstante el saldo general legó a la posteridad un ejemplo y las bases de una rica tradición parlamentaria.

Los presidentes de la República en Armas fueron: Carlos Manuel de Céspedes (1869), Salvador Cisneros Betancourt (1873 y 1895), Juan Bautista Spotorno (1875), Tomas Estrada Palma (1876). Francisco Javier de Céspedes del Castillo (1877), Vicente García González (1877), Manuel Calvar (1878) y Bartolomé Masó (1897) De ellos Tres sobrevivieron a la victoria escamoteada por la intervención norteamericana y dos: Estada Palma y Masó contendieron en las primeras elecciones presidenciales de la república que nació castrada por la presencia norteamericana.

Consumada la intervención norteamericana que abruptamente puso fin a la lucha de liberación, la República en Armas se extinguió cuando aun los patriotas y el Ejército Libertador necesitaban un órgano capaz de representar al pueblo de Cuba ante los ocupantes norteamericanos. Para llenar aquel vacio fue creada la Asamblea de Representantes, que integrada por 44 diputados comenzó sus sesiones el 24 de octubre de 1898 en Camagüey para luego trasladarse a La Habana y entrar en la historia como la Asamblea del Cerro.

La Asamblea echó sobre si la responsabilidad histórica por el licenciamiento del Ejército Libertador y por la arbitraria destitución de Máximo Gómez de su cargo de General en Jefe, vergüenza a la cual no sobrevivió, poniendo fin a la institucionalidad y al parlamentarismo revolucionaria introducido por la república en Armas.

Inspirados en aquella experiencia, aunque en otra escala y con formatos apropiados, durante la guerra revolucionaria contra Batista, Fidel y Raúl Castro, así como el Che Guevara, adelantaron algunas experiencias de autogobierno en los territorios liberados, llegando a promulgar leyes como la Reforma Agraria. En el II Frente Oriental, un territorio liberado de unos 12 000 km2 comandado por el actual presidente, se desplegaron interesantes experiencias gubernamentales, auspiciándose la creación de organizaciones campesinas y obreras, aplicándose leyes revolucionarias y promoviendo la celebración de eventos como los congresos obreros y campesinos en armas.

El legado parlamentario de la República en Armas no fue honrado en la república burguesa ni totalmente apreciado por el socialismo. Luego les cuento. Allá nos vemos.

La Habana, 07de febrero de 2013

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