sexta-feira, 16 de novembro de 2012

A toda vela



Por Elsa Claro

LA HABANA - Sin mucha fanfarria, Brasil se ha convertido en el segundo socio comercial que tiene Cuba en Latinoamérica. La tendencia se profundiza, según datos básicos: durante el 2011 el intercambio comercial bilateral aumentó en un 45% comparado con el 2010, año que totalizó con 501,4 millones de dólares. El que casi concluye va a cerrar con un canje mercantil entre La Habana y Brasilia, ascendente a 1 000 millones. O sea: hay un crecimiento del 15 % en relación con el anterior. Como es lógico, la balanza favorece al gigante suramericano, pero están avanzando las compensaciones hacia la Isla.

Las visitas del ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Fernando Pimentel, a finales de agosto pasado, y la del titular de salud, José Gomes, fueron antecedidas por la que hizo la presidenta Dilma Roussof, casi al término de enero. En todos los casos, esos altos dirigentes estuvieron acompañados de funcionarios y activos hombres de negocios, a nombre de diferentes firmas.

Aunque las referencias mediáticas se han centrado en las obras de Mariel, no es la única esfera que interesa a los cariocas. En los hechos, 17 firmas cubanas están exportando productos, sobre todo de aplicación clínica o veterinaria, cemento y níquel, así como servicios en especialidades médicas.

En el ámbito de la biotecnología, hay contratos suscritos para el uso de patentes cubanas. Uno incluye transferencia de datos técnicos sobre el fármaco Interferón. Existen convenios para el suministro del Heberprot-P, medicamento de probada eficacia en pacientes diabéticos con lesiones en los pies.

Desde el 2006 a la fecha Cuba y Brasil avanzaron de modo apreciable en el sector farmacéutico a través de una asociación para el desarrollo de investigaciones y productos de alta tecnología destinados al tratamiento de enfermedades como el cáncer y la propia diabetes, aparte de vacunas patentadas por la Mayor de las Antillas.

"Queremos mucho más, queremos atraer más empresas brasileñas, que puedan producir acá, que puedan aprovechar tecnologías cubanas que no hay en Brasil, por ejemplo, en vacunas y medicamentos", dijo José Felicio, embajador de ese país, en declaraciones a la televisión nacional.

Las dimensiones de Brasil le convierten en un ávido mercado, pues pese al desarrollo que lograron en los últimos decenios, es imposible que cubran por sí solos las necesidades de su población (195 millones de habitantes).

Los ejes sobre los cuales están girando las relaciones Habana-Brasilia, son la asociación sustentable, principios de reciprocidad y beneficio mutuos. Así lo reiteró el ministro Fernando Pimentel, uno de los primeros en referirse a la participación de empresas brasileñas en los trabajos para modernizar la infraestructura turística de la Isla.

En otros ámbitos vale citar el plan brasileño de invertir en labores de remozamiento en la niquelífera de Moa y los vínculos cubanos con Petrobras para la pesquisa y producción de crudo en la Zona Exclusiva de Cuba en el golfo de México. También ofertaron construir una fábrica de lubricantes e. incluso, acaba de ser concertado un convenio para el tratamiento de desechos sólidos.

Luego es evidente que el deseo del diplomático brasileño tiene fundamentos, fortificados en la praxis por el empeño de empresas como Fanavid, dedicada a la fabricación de cristales, que quiere establecer una industria de ese tipo en Cuba. Marcopolo, (entre los mayores constructores de autobuses del mundo), es otra compañía que pactó compromisos para elaborar carrocerías de autobuses en la isla.

La Agencia de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Apex- Brasil), ya acumula experiencia en sus tratos de diferente índole con Cuba, y en FIHAV 2012, bolsa comercial que acaba de concluir, Hipólito Rocha Gaspar, su director general, confirmó el interés que tienen de promover exportaciones, inversiones y negocios bilaterales.

"Y es que Brasil se ha propuesto acompañar a Cuba en su desarrollo al incursionar y trabajar juntos en sectores de gran envergadura y demanda socioeconómica como el agropecuario, la salud pública, los centros del polo científico del oeste de La Habana (con transferencia tecnológica y compra de productos), educación, informática, energía, finanzas públicas y turismo, entre otros", sintetizó Rocha Gaspar, dando idea de la amplitud de proyectos en marcha o por venir.

"Brasil tiene posibilidades de aportar mucho a Cuba, mucha tecnología, equipamiento, maquinarias modernas (...) la prioridad está por ahí, será en el tema de la agricultura, el tema alimentario", explicó Rocha.

Precisamente en la rama agroalimentaria existe un amplio entendimiento. Cuba compra ese tipo de producciones a Brasil y su gobierno concedió al de la Isla un crédito para importar maquinaria destinada a su programa de desarrollo alimentario. Son 200 millones de dólares, 70 de los cuales, se ejecutaron este mismo año.

La adquisición de novedosa tecnología azucarera, cortadoras de caña y otros elementos destinados a rehabilitar un sector que tuvo mejores tiempos, figura entre las transacciones hechas o por ampliar. Brasil, en definitiva, acaba de convertirse en el primer país que hace inversiones en este sector. Una filial de la poderosa firma Odebrecht firmó contrato con AZCUBA para administrar durante 13 años un central azucarero en Cienfuegos a partir de la zafra que comienza en este diciembre.

Con un aporte inicial de unos 60 millones de dólares, el acuerdo de gerencia entró en vigor casi de inmediato. Ejecutivos y expertos comenzaron faena examinando las plantaciones en busca de aumentar sus rendimientos, y, en lo que respecta a la parte fabril, calibrando qué mejoras técnicas pueden introducirse en ese ingenio cubano. Desde Apex-Brasil trascendió que esta "primera experiencia contractual" no será la única, solo despeja el camino para nuevos proyectos. Fuentes de todo crédito insisten en decir que Brasil está interesado en 10 centrales o fábricas de azúcar.

Este recuento –incompleto, aclaro- exige puntualizar que en menos de un semestre (abril del 2013) comenzará la primera fase de su actividad portuaria la Zona Económica del Mariel, (50km al oeste de La Habana) diseñada no solo para sustituir ventajosamente otras radas de menor calado, sino en funciones de plataforma industrial receptora de importaciones y también para la elaboración de bienes destinados al mercado interno y exterior. Quiere decir que en sus cercanías surgirán centros fabriles extranjeros o nacionales de diferentes materias.

Este megaproyecto tiene un coste cercano a los 900 millones de dólares. La obra cuenta con financiamiento conjunto (640 millones aportado por Brasil y el 15% del total a cargo de Cuba).

El convenio inicial fue signado por Luís Ignacio Lula Da Silva y ratificado por su sucesora, la actual mandataria brasileña, quien le aportó nuevas probabilidades. Lula le dio capacidad e impulso a los intercambios comerciales, cuando selló diez convenios con el presidente Raúl Castro, involucrando a las dos naciones en un creciente y mutuamente ventajoso camino de cooperación.

 Tomado de Progreso Semanal 

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