sexta-feira, 29 de março de 2013

La mafia anticubana de Miami teme quedar fuera del juego


Arthur Gónzalez

Después de llevar 53 años viviendo del cuento y los deseos de ver caer la revolución cubana, los miembros de la mafia anticubana radicada al sur de la Florida temen perder el jugoso presupuesto de 20 millones de dólares que aprueba anualmente la Casa Blanca para la subversión en Cuba y el protagonismo en las decisiones políticas que han tenido en este medio siglo con relación a la Isla.

Por este motivo se movilizaron de inmediato ante unas breves declaraciones de la subsecretaria de Estado para América Latina Roberta Jacobson, al diario español El País el pasado 16 de marzo, donde reconoció “que su Administración había observado de manera favorable los cambios económicos que se están produciendo en la isla y que el presidente Barack Obama había adoptado medidas para impulsar la sociedad civil cubana”. Cualquier cosa que se diga sobre Cuba y que los mafiosos puedan interpretar que hay una posible mejoría en las relaciones bilaterales, es suficiente para que se forme la alharaca en Miami.

Es por eso que la política entre ambos países es prisionera de ellos, que fueron creados y aun son amamantados por la CIA, y por tanto no se podrá establecer ni siquiera un diálogo respetuoso entre ambas partes, al menos así lo han demostrado los hechos en más de medio siglo. Los representantes Ileana Ros-Lehtinen, los hermanos Díaz Balard, Albio Sires, y los senadores Marco Rubio y el desprestigiado Bob Menéndez, se oponen a cualquier acto que haga mella en los principios enarbolados el 6 de abril de 1960, por el entonces Subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos de los EE.UU. Mr. Lester D. Mallory, quien redactó un memorando en el que afirmaba entre otras cosas que: “No existe una oposición política efectiva en Cuba; por tanto, el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Por ese motivo, cuando los mafiosos creen que el gobierno norteamericano pudiera hacer alguna acción que debilitara la Guerra Económica impuesta contra Cuba, como pudiera ser el permitir que los ciudadanos norteamericanos tuvieran la plena libertad de viajar a la Isla, sin necesidad de solicitar una licencia que los obligue a buscar información para la CIA y cumplir los encargos de la USAID de trasladar valores de su sociedad o repartir a los asalariados de Washington medios de cómputos, flash memories, dinero y propaganda anti castrista, ahí mismo se inician las presiones y acusaciones al gobierno de “debilidad” ante los Castro, tal y como hicieron en su momento con el difunto J.F. Kennedy, a quien acusaron primero de “rosado” por su acercamiento al régimen comunista de la Habana y después participaron en la conspiración que terminó por asesinarlo.

Así son las cosas por la ciudad de Miami, donde se vanaglorian de ser democráticos, tener libertad de pensamiento y de palabra y abogan por el pluralismo en Cuba

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