quinta-feira, 28 de março de 2013

ROSTROS PARA LOS CAMBIOS (II), Y… SE VERAN MILAGROS


Jorge Gómez Barata

Me contaron que cierta vez, al revisar una lista de propuestas para determinado cargo, el presidente Raúl Castro alegó: “¡Voto por el único que no conozco!” Cierta o no la anécdota ilustra un aspecto nodal de toda renovación: para nuevas políticas se necesitan ideas, mentes y rostros nuevos. Entre ellos figura Marino Murillo Jorge.

Salvando enormes distancias, desde los tiempos en que Che Guevara polemizó con Charles Beteelheim* y los años ochenta cuando, como parte del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, Fidel Castro confrontó el pensamiento económico importado de la Unión Soviética, no debutaba en Cuba un economista tan decididamente renovador y audaz como Marino Murillo Jorge, ex ministro de Economía y actual responsable por la concepción puesta en práctica de las reformas para la actualización del modelo económico.

Por haber nacido en 1961, Murillo es uno de los pocos notables cubanos que perteneció a la Organización de Pioneros. Formado profesionalmente en la Unión Soviética, ejerció como profesor universitario, funcionario de área económica en varios ministerios, vice ministro y ministro de Comercio Interior, en 2009 ascendió al primer círculo del poder al ser nombrado Ministro de Economía y vicepresidente del Consejo de Ministros, destacándose por su participación en la formulación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución de cuya aplicación es responsable. En el VI Congreso del Partido ascendió al influyente Buró Político y posteriormente al Consejo de Estado.

El hecho de que raras veces teorice, cite sus lecturas, oscurezca sus ideas con exceso de números y porcentajes o se enrede en reflexiones filosóficas, lo distancian de la posición de los antipáticos sabihondos, aunque esos meritos, por momentos lo hacen parecer un ingeniero, excesivamente pragmático. En economía la ingeniería y el pragmatismo hacen frontera con la insensibilidad.

Bastan sus esporádicas y bien calibradas apariciones públicas, siempre en eventos oficiales y en el marco de sus responsabilidades, de modo que no es impugnable por buscar notoriedad por vía mediática, en las cuales impresiona por la lucidez de sus ideas, la profundidad de su pensamiento, la audacia de sus propuestas y su obvia capacidad y consagración al trabajo.

Sin banales exhibicionismos de lealtad, a la vez que acata los principios doctrinarios que dieron lugar a un exagerado nivel de estatización, critica con moderación y sin poses hipercríticas las políticas económicas que cree erradas. Su solvencia retórica y habilidades para argumentar y la valentía política requerida para criticar lo erróneo, Murillo asume una actitud respetuosa para quienes lo precedieron y con prudencia se empeña en desmontar las paredes torcidas sin dañar los horcones y los cimientos que sostienen la arquitectura del sistema.

Paradójicamente, Marino Murillo se formó como economista en la Universidad Lomonosov de Moscú, cuyo manual de Economía Política fue texto en Cuba durante 30 años siendo mencionado como símbolo del esquematismo y las políticas erróneas propias del socialismo real. ¡Y…se verán milagros! Allá nos vemos.

La Habana, 28 de marzo de 2013
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*Economista marxista francés nacido en 1913. Catedrático de Economía Política en la Escuelas de Altos Estudios y La Sorbona de Francia que en los años 60 aconsejó al Gobierno Revolucionario cubano en materia económica y fue confrontado por el Che Guevara por su preferencia por el cálculo económico en lugar del sistema presupuestario y el apego a los estímulos materiales.

Tomado de Moncada

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