sexta-feira, 25 de janeiro de 2013

Las paradojas de la migración




La apertura migratoria de Cuba podría convertirse en un golpe mortal contra la Ley de Ajuste, legislación estadounidense que otorga residencia a todos los cubanos que pisen el territorio de la Unión, bajo el supuesto de que han huido del comunismo.

Cientos de miles de emigrantes económicos de la isla se establecieron en EE.UU., fundamentalmente en Miami, gracias a una legislación que presupone que todos son perseguidos políticos, a pesar de que muchos de ellos regresan a Cuba cada año de vacaciones.

El primero en notar la contradicción fue el ex presidente George W. Bush pero, en vez de adecuar la Ley a la realidad trató de adaptar la realidad a la Ley, limitando los viajes a la isla de los supuestos exiliados y obligándolos a reducir el envío de dinero a Cuba.

La respuesta de los emigrados cubanos fue aumentar el caudal de votos del demócrata Barack Obama, candidato que hizo su campaña en La Florida anunciando que eliminaría las restricciones impuestas por los republicanos sobre viajes y remesas.

Obama cumplió y de inmediato aumentaron las visitas. Cada año llega medio millón de "exiliados" por el aeropuerto de La Habana, la mayoría viaja en algunos de los vuelos directos diarios que vienen desde Miami y otros lo hacen por terceros países.

Hasta ahora era imposible tener la residencia de EE.UU. sin renunciar a la de Cuba porque Washington exige estar en el territorio nacional 1 año y 1 día mientras que La Habana obligaba a los viajeros a regresar a la isla a los 11 meses y 29 días.

La reforma migratoria cubana amplió los plazos, ahora los ciudadanos podrán estar 24 meses fuera del país. De esta forma tendrán tiempo suficiente para obtener la residencia estadounidense sin perder la de Cuba, pudiendo incluso vivir un tiempo en cada país si así lo quisieran.

En Miami, en la sede de la Brigada militar 2506 -la misma que en 1961 intentó sin éxito invadir Cuba- varios grupos anticastristas pidieron que no se otorgue residencia a todos los que la soliciten porque implicaría "una avalancha social, política y económica perturbadora e incosteable".

"Si no se modifican las leyes vigentes viviremos la difícil y dramática experiencia de un Súper Mariel Rojo", dijeron haciendo referencia a la salida de 125 mil cubanos en 1980. Cuestionan ellos mismos la aplicación que se le ha dado hasta hoy a la Ley de Ajuste Cubano.

El congresista cubanoamericano Mario Díaz Balart confesó que sus "colegas (en el congreso) siempre insisten que si vienen a Estados Unidos y los dejamos entrar debido a la circunstancia especial de que se les ha perseguido, entonces si regresan a Cuba, ¿no se les está persiguiendo?".

La apertura migratoria cubana ha tenido tanta repercusión en EE.UU. que la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen llegó a decir que "no sé qué va a pasar con la Ley de Ajuste Cubano. Debemos examinarla para ver si aún cumple el objetivo que buscaba cumplir".

Ros-Lehtinen aseguró a los periodistas que esa legislación no está diseñada "para una persona que dice ser cubana pero desea viajar una y otra vez entre Estados Unidos y Cuba para vacacionar en la isla", refiriéndose al medio millón de emigrados que viaja cada año.

Parecería que están proponiendo regresar a los tiempos de George W. Bush, para impedir por la fuerza que la gente visite Cuba. Sería volver a intentar encajar la realidad dentro de un esquema de propaganda política, aun a costa de cortar los lazos de las familias cubanas.

Si existe una legislación que les permite a los cubanos obtener residencia en los EEUU, bendita sea y ojalá se ampliara al resto de los latinoamericanos. No parece ético ni humanitario exigir ahora que se elimine esa ley para sabotear así el derecho de sus compatriotas a emigrar.

Además resulta extremadamente paradójico que quienes criticaban al gobierno cubano por las limitantes migratorias sean los que le cuestionan hoy la apertura. Y que quienes exigían libertad de viaje a La Habana ahora soliciten a Washington cerrar las puertas.

 Cartas desde Cuba. BBC

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