Mensaje de Antonio Guerrero que acompañará la exposición que se inaugurará en la Fragua Martiana, cuando en ese emblemático sitio concluya la Marcha de las Antorchas, en la medianoche de este 27 de enero
Juventud Rebelde
26 de Enero del 2013 23:08:58 CDT
«Honrar, honra».
José Martí
SI voy a hablar del más elevado ejemplo de amor a la patria y a la humanidad; si quiero mencionar a un paradigma sin par de altruismo, inteligencia, tesón y dignidad, a flor de labios, desde el corazón, me brota el nombre de José Martí.
Cuando los compañeros de la Unión de Jóvenes Comunistas me pidieron hacer un grupo de retratos que recogieran etapas de su vida sentí una gran motivación, pero no tenía a la mano las imágenes que necesitaría para tal empeño. No tardaron en aparecer quienes, a través de mi hermana, me hicieran llegar las fotos que necesitaba. Por ello, he de decir que sin la ayuda rápida y certera de la compañera Isabel Cristina Rivero, del Memorial José Martí y luego del entrañable Liborio Noval y el hermano fotógrafo Arturo Suárez, hubiese sido imposible tener los retratos al pastel listos para este homenaje que rendimos al Apóstol en el 160 aniversario de su natalicio.
Mientras realizaba estas obras se me acercaron varios reclusos que me preguntaban quién era esa persona: Mi respuesta era breve, pero absoluta: Es el Héroe Nacional de Cuba; héroe además de toda nuestra América.
Corta, pero sumamente intensa fue su vida: Preso al cumplir los 16 años, por expresar sus ya profundas y claras ideas. Sometido a trabajos forzados. Deportado a España. Nada lo pudo callar y allí escribió El presidio político en Cuba. Volcado al estudio se gradúa de Derecho, Filosofía y letras. Recorre Europa y regresa a su América. Trabaja en México, luego en la universidad de Guatemala.
Sigue de cerca la lucha en Cuba. Tras el fin de la Guerra de los Diez Años, vuelve a pisar su amada patria, pero una vez más es deportado a España. La colonia teme a su pensamiento. Logra llegar a París y de ahí a Nueva York. Su vida se centra en reunir las fuerzas para reiniciar la «guerra necesaria». Viaja a Venezuela.
Escribe poemas con «versos sencillos», pero genuinos e inmensos. Crea el periódico Patria y el Partido Revolucionario Cubano. No lo detienen ni sus problemas personales, ni su quebrada salud. Logra reunirse con Maceo en Costa Rica; y más tarde con Gómez en Santo Domingo. Pese al fracaso de La Fernandina, no ceja en sus empeños. Junto a Gómez llega a la manigua cubana demostrando «que la mejor manera de decir es hacer». Cae en Dos Ríos, apenas comenzada la guerra. Contaba solo con 42 años.
Infinita es su obra. Inagotable es su pensamiento. Inmortal es su ejemplo.
«Hay hombres que aun después de muertos dan luz de aurora», sentenció. Y Martí fue la luz del Moncada, la luz de la Sierra, la luz de nuestra plena independencia, y es la luz eterna de nuestra Revolución bajo la guía de Fidel y de Raúl.
A lo largo de todos estos años de rudo e injusto encierro nos ha acompañado. Por eso, mientras hacía cada trazo de sus retratos me sentía conversando con él, y con esa certidumbre y fuerza de su hablar, me reiteraba: «el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber».
Antonio Guerrero Rodríguez
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