sábado, 12 de janeiro de 2013

Manipulación estadounidense del tema migratorio cubano



¿Habrá voluntad política para normalizar las relaciones migratorias? 

Enrique Ubieta Gómez

Durante más de medio siglo, el gobierno de los Estados Unidos ha manipulado sus relaciones migratorias con Cuba como instrumento de presión o chantaje políticos. De una parte, la asfixia económica de un bloqueo que en lugar de ceder se acrecienta con los años; por la otra, el incentivo de la emigración ilegal —el nuestro es el único país del mundo cuyos ciudadanos son aceptados y regularizados de inmediato si pisan ilegalmente territorio estadounidense—, y su politización, al establecer que todo emigrado cubano es un "refugiado". Solo crisis como las de 1980 y 1994, han obligado al gobierno vecino a sentarse en la mesa de negociaciones, a la que ha sido invitado siempre por Cuba. Del primer encuentro, emergió un Acuerdo de Normalización firmado el 12 de diciembre de 1984. Entre otros aspectos, aquel esfuerzo de concertación implicaba la devolución al país de 2 746 "excluibles" del "éxodo" del Mariel, que vivían en Estados Unidos y la concesión por parte de su Gobierno de hasta 20 mil visas anuales a ciudadanos cubanos que deseaban emigrar. Cuba cumplió sus compromisos de forma rigurosa. El Acuerdo se mantuvo vigente durante ocho años, hasta 1994 —su letra quedó sin efecto entre 1985 y 1987, por la salida al aire de la mal llamada Radio Martí—, pero de las 160 mil visas que, sumadas, debieron ser concedidas por los Estados Unidos, solo se entregaron 11 mil 222, es decir, el 7 % del total posible. En contraposición, continuó la irresponsable aceptación en territorio norteamericano de polizontes o secuestradores de naves aéreas y marítimas.

La llamada "crisis de los balseros" de 1994 conjuga esos factores: recrudecimiento oportunista del bloqueo económico y comercial, que aprovecha la caída simultánea de los mercados y los proveedores socialistas, la aceptación tácita de la emigración ilegal —que permite el secuestro armado de embarcaciones y aeronaves—, y la no concesión de visas para la emigración legal. Como resultado, en 1994 emigraron ilegalmente hacia los Estados Unidos más de 30 mil personas. La nueva crisis migratoria condujo otra vez al diálogo, y a la firma de dos nuevos Acuerdos: el Comunicado Conjunto del 9 de septiembre de 1994, así como la Declaración Conjunta, fechada el 2 de mayo de 1995, que instrumentalizaban las medidas convenidas. Ambos gobiernos manifestaron nuevamente su interés en normalizar los procedimientos migratorios y se comprometieron, de una parte, a no otorgar la aceptación provisional a todo emigrante cubano que llegase a territorio estadounidense por vías ilegales, y por la otra, a tratar de impedir por medios persuasivos las salidas inseguras. Se comprometieron además a tomar medidas efectivas que impidiesen el tráfico ilegal de personas y el uso de la violencia en el desvío de aeronaves y embarcaciones.

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