terça-feira, 15 de maio de 2012

BIOSEGURIDAD: ENCRUCIJADAS DE LA VIDA


 Virus que causa la Gripe Aviar







Por Jorge Sariol
Imagenes: Archivo

Algunos hablan de paranoia. Otros ignoran los peligros; pero quien posea un mínimo de sentido común sabe que en este mundo complejo —y un tanto excéntrico— toda precaución es poca.


Tal vez los peligros biológicos sean los más insondables porque se desatan en la guerra y en la paz; entre ateos y creyentes, igual en los polos que en el abrasador desierto; en medio de zonas urbanas o en remotos parajes de la Amazonía. Aparecen empuñados por legiones organizadas en guerras secretas; blandidos por pequeñas agrupaciones terroristas o en manos de solitarios snipers del bioasesinato.

Saltan a escena en sencillas instalaciones médicas de atención primaria y secundaria o en complejos laboratorios donde se manipulan genéticamente organismos vivos. Por un pequeño error o por un descuido del tipo ¡quién-iba-a-pensar! escapan sin control de una redoma y como genios del mal —tóxicos, alergénicos o con alteraciones de nutrientes— afectan a especies que no entraban en los cálculos y también, de rebote, a seres humanos y al ecosistema. Pudieran arribar a lomo de animales exóticos —por introducción de contrabando o por invasión natural—, o de especies, subespecies, variedades o razas, por vía institucional, sin que medie un profundo análisis ecológico o un sencillo protocolo de procedimientos.

Para enfrentar tales inseguridades valen las preocupaciones éticas, sociales y religiosas; ayudan las estrategias económicas sostenibles y sobre todo la responsabilidad de los científicos y tecnólogos. Sin embargo, no basta. Y la humanidad, precavida, inventó la palabra bioseguridad y la convirtió además en una disciplina para que se ocupara de prevención y control de riesgos biológicos.


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