sexta-feira, 11 de maio de 2012

Las elecciones del 2012 en Estados Unidos. Las dos caras de la moneda andan por las ramas


 


Ramón Sánchez-Parodi Montoto (*)

En su artÍculo del 2 de noviembre de 1889 a "La Nación" de Buenos Aires, donde enjuiciaba el Congreso Internacional de Washington, José Martí sentenciaba que sus opiniones surgían "después de ver con ojos judiciales, los antecedentes, causas y factores" de la convocatoria a dicha conferencia. Siguiendo ese postulado martiano, podemos señalar que en lo esencial, en el proceso eleccionario presidencial en Estados Unidos no hay diferencias sustanciales entre los candidatos de una y otra agrupaciones de los poderes fácticos (la elite) que encabezan la plutocracia (predominio de los ricos en el gobierno del país) norteamericana.

El actual proceso de elecciones presidenciales en Estados Unidos está signado por dos circunstancias que le confieren ribetes históricos: la más profunda crisis del mundo capitalista desde la II Guerra Mundial y la intervención prácticamente irrestricta del capital billonario de Estados Unidos en el financiamiento de las elecciones, que al privatizarlo le imprime un sello de competencia mediática a la mecánica electoral y lo convierte en el espectáculo electoral más costoso del mundo.

Los discursos y la retórica electoral de Obama y de Romney prefieren soslayar los fundamentos de la crisis, achacar los problemas del aumento de la pobreza y las desigualdades a la mala intención de elementos externos e internos y prometer la reinstauración del liderazgo universal de Estados Unidos, contradiciendo las evidencias del desarrollo histórico durante el último medio siglo.

El "demócrata" Obama se guía por una concepción filosófica ecléctica, pretende conciliar a todas las facciones y a todos los intereses, manteniendo el predominio del gran capital. Representa aquel sector del capitalismo norteamericano que considera posible llegar a soluciones mediante la intervención estatal, sobre la base de un eventual acuerdo "bipartidista" de los demócratas y republicanos, que mediante las elecciones se reparten el poder gubernamental en Estados Unidos.

El "republicano" Romney, por su parte, es el portavoz de otro poderoso sector que ofrece resolver los problemas del país incrementando el papel directo del capital privado, junto con la reducción o eliminación total del papel del gobierno federal. Es decir, privatizar y privatizar y que cada cual se las arregle como pueda. Por eso, el subconsciente lo traiciona cuando llegó a decir el 1ro. de febrero de este año que a él "no le preocupan los muy pobres". La fórmula de Romney es sencilla: dejar que el estado reparta las migajas a los pobres y que el gran capital tenga rienda suelta para operar.

En realidad, ni uno ni otro van a la raíz de los problemas; andan por las ramas.

(*) Fue Jefe de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington entre 1977 y 1989 y Viceministro de Relaciones ExterioresArtículo completo en Granma

Nenhum comentário:

Postar um comentário