domingo, 5 de maio de 2013

DE LA CULTURA POLITICA CUBANA (I)


Jorge Gómez Barata

Las reformas impulsadas por el presidente Raúl Castro y parte de su equipo enfrentan un hándicap de naturaleza cultural que tal vez está presente no sólo en quienes las asumen con reservas sino también en aquellos que las promueven y apoyan. El problema alude a la cultura política de los cuadros dirigentes, militantes y de la sociedad.

LA CULTURA POLITICA

La cultura política es un componente de la cultura general integral implicando a los conocimientos teóricos y prácticos avanzados, sistemáticos y ordenados, obtenidos y respaldados académicamente, actualizados por lecturas y acciones de recalificación que mantengan al día los saberes respecto a las ideas, doctrinas, ideologías, corrientes, teorías, tesis, preceptos y otros elementos asociados a las ciencias sociales. La calidad de la cultura política se aprecia por su cercanía a las vanguardias y es lo que hace aptos a los cuadros políticos. La experiencia y la información son también elementos principales.

Las ideas políticas son resultados de procesos desplegados a lo largo de la civilización y de aproximaciones sucesivas y aportes que adoptan la forma de conocimientos avanzados que con el tiempo, las obras y la práctica se decantan y perfeccionan, aportando valores, metas y símbolos compartidos, contribuyendo a cohesionar sociedades, pueblos, nacionalidades y clases sociales. Así nacieron las religiones y las doctrinas. Las percepciones clasistas y las ideologías excluyentes y exclusivistas, dañan la cultura política.

En el desarrollo de la cultura política lo más importante es la actividad de hombres de ciencias, ideólogos, comunicadores y líderes con capacidad de convocatoria, talento y carisma; así como de instituciones académicas, principalmente universidades y centros de investigación que, privados o públicos, deben disfrutar de amplias libertades creadoras en la búsqueda de la verdad. El debate es de vital.

EL PROBLEMA

La cultura política de las élites cubanas (según Ortega y Gasset, minorías excelentes) presenta déficits y carencias derivadas de una sumatoria en la que intervienen: el aislamiento provocado por la hostilidad de todos los gobiernos occidentales, incluidos los de América Latina contra Cuba, el bloqueo norteamericano y la adhesión del país a los formatos educacionales, culturales e ideológicos soviéticos. Estos factores sostenidos por más de medio siglo han tenido efectos negativos sobre la formación teórica, cultural y política de los círculos dirigentes, la academia, los centros de investigación y las masas en Cuba.

EVIDENCIAS

La Habana es una capital donde desde hace 20 años no circula ninguna publicación extranjera (las últimas fueron Novedades de Moscú y Sputnik (ambas soviéticas). Desde hace 50 años, no hay acceso a ningún diario o revista europeo o norteamericano y por razones económicas, de mercado y de políticas editoriales se publican pocos libros extranjeros, principalmente ensayos o tratados teóricos en las aéreas de las ciencias sociales.

Después de la caída del campo socialista, son pocos los jóvenes cubanos que estudian en el extranjero y los profesionales que cursan allí estudios de posgrado, maestrías o especializaciones. En las áreas de las humanidades los porcentajes son aún más reducidos. También es escasa la participación en eventos científicos, culturales y políticos en el exterior. Los contactos de las universidades cubanas con las instituciones avanzadas del mundo son mínimos y en algunos casos, como el de las universidades norteamericanas, prácticamente no existen.

Prolongado por los últimos 40 años del siglo XX y los 10 primeros del XXI que son los momentos de mayor innovación científica y auge cultural en la historia, esa situación tiene efectos sobre la cultura política de las masas y los círculos dirigentes cubanos, que aunque durante años han realizado esfuerzos por su superación, estos han estado constreñidos a los limites locales, no sólo por políticas erróneas y por razones económicas, sino también por las limitaciones que supone la existencia de una filosofía y de puntos de vista teóricos oficiales basados en envejecidas fórmulas que adolecen de falta de rigor, obsolescencia y dogmatismo.

La existencia de una filosofía y de criterios teóricos oficiales no permite duda y donde no se puede dudar no es posible innovar y menos aun reformar. El tema da para más, el espacio no. Continuaré. Allá nos vemos.

La Habana, 03 de mayo de 2013

Moncada

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