Jorge Gómez Barata
Las reformas impulsadas por el presidente Raúl Castro y parte de su equipo enfrentan un hándicap de naturaleza cultural que tal vez está presente no sólo en quienes las asumen con reservas sino también en aquellos que las promueven y apoyan. El problema alude a la cultura política de los cuadros dirigentes, militantes y de la sociedad.
LA CULTURA POLITICA
La cultura política es un componente de la cultura general integral implicando a los conocimientos teóricos y prácticos avanzados, sistemáticos y ordenados, obtenidos y respaldados académicamente, actualizados por lecturas y acciones de recalificación que mantengan al día los saberes respecto a las ideas, doctrinas, ideologías, corrientes, teorías, tesis, preceptos y otros elementos asociados a las ciencias sociales. La calidad de la cultura política se aprecia por su cercanía a las vanguardias y es lo que hace aptos a los cuadros políticos. La experiencia y la información son también elementos principales.
Las ideas políticas son resultados de procesos desplegados a lo largo de la civilización y de aproximaciones sucesivas y aportes que adoptan la forma de conocimientos avanzados que con el tiempo, las obras y la práctica se decantan y perfeccionan, aportando valores, metas y símbolos compartidos, contribuyendo a cohesionar sociedades, pueblos, nacionalidades y clases sociales. Así nacieron las religiones y las doctrinas. Las percepciones clasistas y las ideologías excluyentes y exclusivistas, dañan la cultura política.
En el desarrollo de la cultura política lo más importante es la actividad de hombres de ciencias, ideólogos, comunicadores y líderes con capacidad de convocatoria, talento y carisma; así como de instituciones académicas, principalmente universidades y centros de investigación que, privados o públicos, deben disfrutar de amplias libertades creadoras en la búsqueda de la verdad. El debate es de vital.
EL PROBLEMA
La cultura política de las élites cubanas (según Ortega y Gasset, minorías excelentes) presenta déficits y carencias derivadas de una sumatoria en la que intervienen: el aislamiento provocado por la hostilidad de todos los gobiernos occidentales, incluidos los de América Latina contra Cuba, el bloqueo norteamericano y la adhesión del país a los formatos educacionales, culturales e ideológicos soviéticos. Estos factores sostenidos por más de medio siglo han tenido efectos negativos sobre la formación teórica, cultural y política de los círculos dirigentes, la academia, los centros de investigación y las masas en Cuba.
EVIDENCIAS
La Habana es una capital donde desde hace 20 años no circula ninguna publicación extranjera (las últimas fueron Novedades de Moscú y Sputnik (ambas soviéticas). Desde hace 50 años, no hay acceso a ningún diario o revista europeo o norteamericano y por razones económicas, de mercado y de políticas editoriales se publican pocos libros extranjeros, principalmente ensayos o tratados teóricos en las aéreas de las ciencias sociales.
Después de la caída del campo socialista, son pocos los jóvenes cubanos que estudian en el extranjero y los profesionales que cursan allí estudios de posgrado, maestrías o especializaciones. En las áreas de las humanidades los porcentajes son aún más reducidos. También es escasa la participación en eventos científicos, culturales y políticos en el exterior. Los contactos de las universidades cubanas con las instituciones avanzadas del mundo son mínimos y en algunos casos, como el de las universidades norteamericanas, prácticamente no existen.
Prolongado por los últimos 40 años del siglo XX y los 10 primeros del XXI que son los momentos de mayor innovación científica y auge cultural en la historia, esa situación tiene efectos sobre la cultura política de las masas y los círculos dirigentes cubanos, que aunque durante años han realizado esfuerzos por su superación, estos han estado constreñidos a los limites locales, no sólo por políticas erróneas y por razones económicas, sino también por las limitaciones que supone la existencia de una filosofía y de puntos de vista teóricos oficiales basados en envejecidas fórmulas que adolecen de falta de rigor, obsolescencia y dogmatismo.
La existencia de una filosofía y de criterios teóricos oficiales no permite duda y donde no se puede dudar no es posible innovar y menos aun reformar. El tema da para más, el espacio no. Continuaré. Allá nos vemos.
La Habana, 03 de mayo de 2013
Moncada
Las reformas impulsadas por el presidente Raúl Castro y parte de su equipo enfrentan un hándicap de naturaleza cultural que tal vez está presente no sólo en quienes las asumen con reservas sino también en aquellos que las promueven y apoyan. El problema alude a la cultura política de los cuadros dirigentes, militantes y de la sociedad.
LA CULTURA POLITICA
La cultura política es un componente de la cultura general integral implicando a los conocimientos teóricos y prácticos avanzados, sistemáticos y ordenados, obtenidos y respaldados académicamente, actualizados por lecturas y acciones de recalificación que mantengan al día los saberes respecto a las ideas, doctrinas, ideologías, corrientes, teorías, tesis, preceptos y otros elementos asociados a las ciencias sociales. La calidad de la cultura política se aprecia por su cercanía a las vanguardias y es lo que hace aptos a los cuadros políticos. La experiencia y la información son también elementos principales.
Las ideas políticas son resultados de procesos desplegados a lo largo de la civilización y de aproximaciones sucesivas y aportes que adoptan la forma de conocimientos avanzados que con el tiempo, las obras y la práctica se decantan y perfeccionan, aportando valores, metas y símbolos compartidos, contribuyendo a cohesionar sociedades, pueblos, nacionalidades y clases sociales. Así nacieron las religiones y las doctrinas. Las percepciones clasistas y las ideologías excluyentes y exclusivistas, dañan la cultura política.
En el desarrollo de la cultura política lo más importante es la actividad de hombres de ciencias, ideólogos, comunicadores y líderes con capacidad de convocatoria, talento y carisma; así como de instituciones académicas, principalmente universidades y centros de investigación que, privados o públicos, deben disfrutar de amplias libertades creadoras en la búsqueda de la verdad. El debate es de vital.
EL PROBLEMA
La cultura política de las élites cubanas (según Ortega y Gasset, minorías excelentes) presenta déficits y carencias derivadas de una sumatoria en la que intervienen: el aislamiento provocado por la hostilidad de todos los gobiernos occidentales, incluidos los de América Latina contra Cuba, el bloqueo norteamericano y la adhesión del país a los formatos educacionales, culturales e ideológicos soviéticos. Estos factores sostenidos por más de medio siglo han tenido efectos negativos sobre la formación teórica, cultural y política de los círculos dirigentes, la academia, los centros de investigación y las masas en Cuba.
EVIDENCIAS
La Habana es una capital donde desde hace 20 años no circula ninguna publicación extranjera (las últimas fueron Novedades de Moscú y Sputnik (ambas soviéticas). Desde hace 50 años, no hay acceso a ningún diario o revista europeo o norteamericano y por razones económicas, de mercado y de políticas editoriales se publican pocos libros extranjeros, principalmente ensayos o tratados teóricos en las aéreas de las ciencias sociales.
Después de la caída del campo socialista, son pocos los jóvenes cubanos que estudian en el extranjero y los profesionales que cursan allí estudios de posgrado, maestrías o especializaciones. En las áreas de las humanidades los porcentajes son aún más reducidos. También es escasa la participación en eventos científicos, culturales y políticos en el exterior. Los contactos de las universidades cubanas con las instituciones avanzadas del mundo son mínimos y en algunos casos, como el de las universidades norteamericanas, prácticamente no existen.
Prolongado por los últimos 40 años del siglo XX y los 10 primeros del XXI que son los momentos de mayor innovación científica y auge cultural en la historia, esa situación tiene efectos sobre la cultura política de las masas y los círculos dirigentes cubanos, que aunque durante años han realizado esfuerzos por su superación, estos han estado constreñidos a los limites locales, no sólo por políticas erróneas y por razones económicas, sino también por las limitaciones que supone la existencia de una filosofía y de puntos de vista teóricos oficiales basados en envejecidas fórmulas que adolecen de falta de rigor, obsolescencia y dogmatismo.
La existencia de una filosofía y de criterios teóricos oficiales no permite duda y donde no se puede dudar no es posible innovar y menos aun reformar. El tema da para más, el espacio no. Continuaré. Allá nos vemos.
La Habana, 03 de mayo de 2013
Moncada
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