Todos los años cerca de 1,4 millón de personas pierden la vida por causa de la violencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó, recientemente, números actualizados del Informe sobre la Situación Mundial de la Prevención de la Violencia. De acuerdo con la institución, aunque los índices son bastante elevados, es posible prevenir la violencia y reducir su impacto, principalmente si las estrategias son dirigidas a las causas subyacentes, como el bajo nivel educacional, problemas familiares, concentración de la pobreza, desempleo y normas sociales que respalden la violencia.
Por cada una de esas 1,4 millón de personas que mueren, en el documento se enfatiza que muchas otras quedan lesionadas y con problemas de salud física, sexuales, reproductivos y mentales. Además, la violencia representa una pesada carga para las economías de los países, ya que cuestan miles de millones de dólares anuales en atención sanitaria, vigilancia del cumplimiento de la ley y pérdida de productividad.
El total de muertes por año corresponde a 3,8 mil óbitos por día, configurándose en un grave problema de salud pública, de derechos y desarrollo humano, según la OMS. Del total de muertes, el 58% es por suicidios, el 36% por lesiones ocasionadas por terceros y el 6% como consecuencia directa de guerras y otras formas de violencia colectiva.
En el informe se revela también que el 90% de las muertes por causa de la violencia ocurren en países de bajo y mediano desarrollo. "Los países con mayores niveles de desigualdad económica tienden a presentar mayores tasas de mortalidad por violencia, y dentro de cada país las tasas más elevadas corresponden a los que viven en las comunidades más pobres. Por cada muerte hay decenas de hospitalizaciones, cientos de consultas en los servicios de urgencia y miles de consultas médicas”, se afirma desde la Organización.
La violencia afecta principalmente a jóvenes y personas económicamente productivas. Las tasas de homicidios y suicidios incluyen especialmente a hombres entre 15 y 44 años de edad. Por cada joven que muere, hay alrededor de 20 a 40 personas sufren lesiones que requieren tratamiento hospitalario, y por cada uno que se suicida hay cerca de 100 intentos.
El impacto de la violencia en la atención de salud no se limita a lesiones físicas. Hay también otros efectos a largo plazo, como trastornos mentales, depresión, intentos de suicidio, síndromes de dolor crónico, embarazos no deseados, infecciones por VIH/Sida y otras enfermedades sexualmente transmisibles. Niños víctimas de violencia corren mayor riesgo de abusar después de bebidas alcohólicas y otras drogas, de convertirse en fumadores y de tener comportamientos sexuales de alto riesgo.
La OMS sostiene que programas escolares de prevención de la violencia son benéficos para intentar disminuir el problema, así como el fomento de relaciones familiares positivas, programas comunitarios de prevención de la violencia e iniciativas sociales de reducción del consumo de alcohol, armas de fuego y combate de las desigualdades económicas y de género.
Traducción: Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
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