segunda-feira, 17 de fevereiro de 2014

El cambio del modelo económico cubano en la Feria del Libro. Por Alexander Machado Tineo

 
Por Alexander Machado Tineo/Cuba Contemporánea.- Urgencia, intensa expectativa, sospechas, momentánea decepción, esperanza futura… Estos y muchos otros términos similares podrían crear una extensa lista que, en ningún caso, sugeriría necesariamente un vínculo directo con asuntos económicos. Sin embargo, esa misma lista estallaría arremolinada al aproximársele un tema de permanente discusión en todas las esferas de la vida pública cubana en los últimos años: la actualización del modelo económico de nuestro país, de acuerdo con el diseño esbozado en los más recientes lineamientos del Partido Comunista de Cuba.
 
En uno de los espacios de la Feria Internacional del Libro de La Habana acaban de ofrecerse al público los siguientes materiales: un libro digital titulado Cuba, la actualización del modelo, cuya presentación consistió en un panel homónimo; el número 75 de la revista Temas, y el documental Razones, de la conocida creadora audiovisual Lissette Vila.
 
Copiado gratuitamente -de forma excepcional- a todos los interesados, el libro electrónico es el primer volumen publicado por Ediciones Temas, vástago feliz de ese proyecto de pensamiento que desde hace mucho ha excedido con creces las dimensiones y el alcance de una publicación periódica impresa. Según anunció su director, Rafael Hernández, esta primera producción recoge los debates que tuvieron lugar en el Taller Internacional “Los cambios en Cuba”, desarrollado en junio de 2013 en Washington bajo el auspicio del David Rockefeller Center. 
 
El panel estuvo compuesto por Jorge Mario Sánchez, profesor de economía de la Universidad de La Habana; Tania García, investigadora del Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”; Mayda Álvarez, directora del Centro de Estudios de la Mujer; Al Campbell, profesor de la Universidad de Utah y, en funciones de moderador, el propio Rafael Hernández. Cada integrante comentó sus experiencias y compartió interesantes criterios sobre los intercambios suscitados en dicho taller. A modo de resumen, como las ganancias más destacables que allí se refirieron, pudieran enumerarse las siguientes.
 
Primero, que se trató de un espacio absolutamente heterodoxo, en el sentido de la amplia diversidad de aproximaciones y enfoques de la realidad cubana y de sus necesidades de transformación, enunciadas siempre en un ambiente de respeto, de diálogo sabiamente argumentado.
 
Luego, la llamativa coincidencia de intereses en fenómenos no siempre convergentes como la economía solidaria, el cooperativismo, la sustentabilidad económica, la dirección política desde la ciencia, la preservación del carácter social(ista) del proyecto revolucionario cubano, la necesidad de consultas reales para establecer el consenso mayoritario de la sociedad, la hipertrofia burocrática de nuestro sistema administrativo y un largo etcétera de procesos relevantes para la Cuba de hoy.
 
De acuerdo con este panel, algunas de las tareas urgentes para la economía cubana actual serían una inserción internacional más versátil, que no nos haga dependientes de un único país o de un grupo reducido de ellos; la creación de nuevas alianzas y la consolidación de las ya establecidas; la revisión y reestructuración del sistema legal nacional para atemperarlo a una realidad que lleva ya varios años imponiéndose; la diversificación del comercio exterior y la concepción de sectores productivos o de servicios que resulten atractivos a la inversión extranjera. 
 
De los ejemplos allí debatidos, el que me ofrece la más elocuente evidencia de flexibilidad en los análisis fue el hecho de que llegara incluso a discutirse la conveniencia o no de una hipotética inclusión de Cuba en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, instituciones que hasta este momento se han visto como las antípodas de lo que debe ser una gestión económica justa y políticamente desinteresada, si es que esto último existe.
 
En el orden interno, se llamó la atención sobre los retos del surgimiento de “roles nuevos para actores viejos”, así como el freno que genera la burocracia intermedia que no asimila -porque no es posible, digo yo, en términos de lógica cultural- el cambio de mentalidad necesario para las aspiraciones que se convocan. 
 
Asimismo, y esto fue una preocupación particular de Al Campbell, ¿cómo estimular en Cuba una economía de la solidaridad, si la organización de las nuevas pequeñas y medianas empresas se basa en el desarrollo del capital personal y en la competência?
 
El encuentro terminó con la proyección -y obsequio a todos los presentes del DVD que lo contiene- del documental Razones, de Lissette Vila, un material que recoge la experiencia de varios “emprendedores”, término con que se identifica a personas que se han volcado a la gestión de sus propios negocios con una filosofía que combina el beneficio personal del esfuerzo cotidiano y el compromiso social en una escala lógicamente comunitaria. 
 
Una agricultora que dona parte de su producción al hogar materno de su localidad; un criador de caballos que dedica tiempo a sesiones de equinoterapia para niños discapacitados; un barbero que revoluciona la vida de su barrio con diversas propuestas artísticas que abarcan lo mismo un corte de cabello que pintar un cuadro o decorar una casa; un equipo de “vitraleros” -arte desaparecido de la academia cubana- que promueve su saber entre los más jóvenes de la comunidad son, entre otros, algunos de los protagonistas de Razones.
 
Sus testimonios son una franca convocatoria a hacer de la “economía solidaria” el nuevo credo para quienes, estimulados por el sueño de llevar adelante sus propios negocios, tengan la sensibilidad de contribuir también al beneficio de la sociedade.
 
Tomado de Martianos

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