La penetración en redes y máquinas ajenas con el objetivo de robar datos y sustraer contraseñas, o para usarlas en atacar a otras, es uno de los fenómenos más extendidos de esta era digital
Amaury E. del Valle
10 de Octubre del 2012 19:21:09 CDT
En pocos años el mundo se ha «virtualizado» a tal velocidad, que poco a poco comienzan a coexistir en la vida de las personas dos universos paralelos, el real y el virtual.
En esta cibersociedad mundial, al igual que en la real, también son muy comunes los diversos delitos, y entre esos el robo de datos es el que más se ha difundido en los últimos años, precisamente por la importancia que han adquirido las contraseñas de sitios web, correos electrónicos, redes sociales o sistemas de pago.
El robo por Internet y el correo electrónico se ha disparado a cifras alarmantes. En América Latina, por ejemplo, según datos de Karspersky Lab, solo entre 2009 y 2011 los ataques cibernéticos crecieron un 490 por ciento, casi quintuplicándose.
Argentina, Chile y especialmente Brasil son los países con mayor índice de criminalidad virtual, y en 2010, por citar un caso, el 36 por ciento de los virus troyanos bancarios provinieron de la nación carioca.
Lo más alarmante del tema es que todavía, a pesar de que consultoras como Cisco sitúan en varios miles de millones de dólares las pérdidas anuales como consecuencias de virus, troyanos, robo de datos, fraudes y otras modalidades, no existe una conciencia clara en la mayoría de los usuarios sobre lo peligroso del asunto.
Sigue primando el pensamiento de que a mí no me va a pasar, especialmente entre quienes menos acceden a Internet, olvidando que en la mayoría de los casos ellos no son las víctimas inmediatas, sino que sirven para atacar a otros, aunque como ya están infestados, algún día les puede tocar.
Pescando a ingenuos
Una de las modalidades más expandidas de robo de datos es el llamado phishing, término derivado de fishing (pescar en inglés), en el cual los ciberdelincuentes se hacen pasar por bancos, empresas de tarjetas de crédito y hasta proveedores de servicios de telefonía e Internet, para lograr que sea el mismo usuario quien proporcione ingenuamente sus datos.
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