terça-feira, 2 de outubro de 2012

No más violencia en el diccionario…



En el Día Internacional de la No Violencia, celebración que rinde homenaje al líder hindú Mahatma Ghandi, bien vale repensar nuestras acciones cotidianas para desterrar este vocablo del diccionario y por consiguiente, de nuestras vidas...

 "La violencia es el miedo a los ideales de los demás"
Mahatma Gandhi

Ana María Domínguez Cruz

Violencia: Cualidad de violento. Acción o efecto de violentar o violentarse.
Violentar: Aplicar métodos violentos a cosas o personas para vencer su resistencia.
Violento: Que está fuera de su natural estado, modo o situación. Que obra con ímpetu…

De pronto, se acaban las definiciones que brinda el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española… y mi papá sigue gritándole a mi mamá. La imagen permanece intacta en mi cabeza, pero nadie lo sabe porque de eso ni hablo. Yo era una niña, pero lo suficientemente grande como para recordar y no entender, todavía, por qué no podía discutirse en voz baja, sin gestos amenazantes. Cuando la escena comenzó a repetirse, mi hermano y yo asumimos también un rol activo y por ello, nos entrometíamos y, tan violentos como aquel, le dábamos un giro a la discusión para que acabara. Y así, vez tras vez, aquella violencia engendraba la nuestra, como siempre sucede en este círculo vicioso en el que lo que uno hace provoca la misma actitud de revancha en la otra persona.

Los años pasaron, la separación de mis padres llegó… y realmente no sé cuánto pudo influir en mí la violencia que inundó mi casa durante algún tiempo. No solo aquella de las palabras, los gritos y los ademanes, sino también la que se calla, la que se transpira, la que salta por los ojos, la que se intenta evitar que “estalle” en todo momento.

Aprendí entonces cuánta infelicidad se teje en torno a esa forma de actuar; cuántas brechas se agrandan entre las personas y sobre todo, cuán poco se resuelve de esa manera.

Hoy mis padres ya no discuten, no viven juntos y ni siquiera se hablan. Sin embargo, yo vivo esas escenas de mi infancia cada vez que un padre le grita a su hijo ante su poca motivación para hacer las tareas escolares, o cuando escucho a los maestros de la escuela primaria que está al lado de mi casa gritar y amenazar a sus alumnos para que realicen cualquier actividad. Mis recuerdos se “activan” cuando veo una pelea en una guagua, ocasionada porque alguien pisó, sin querer, a otra persona y cuando conozco de rupturas de parejas en las que los problemas tomaron un nivel tan grave que terminaron agrediéndose físicamente.

Y como estas, muchas otras vivencias podemos recordar en este Día Internacional de la No Violencia, establecido desde el 2007 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Todos, en distintos momentos de nuestras vidas, hemos podido ser víctimas de algún acto de violencia, aunque no lo interpretemos como tal, porque ya estamos acostumbrados. O peor aún, haber sido violentos nosotros mismos con los demás, desde el punto de vista físico y psicológico, sin percatarnos.

Bien lo saben las mujeres que, como resultado del desarrollo de las sociedades sobre la base de la hegemonía masculina, han padecido disímiles formas de la violencia que limitan su desempeño profesional, sexual, social y político. Lo saben también quienes profesan una religión y por eso, son perseguidos y masacrados; los ancianos que reciben de sus hijos o nietos maltratos y abandonos, por “falta de tiempo y de paciencia”; aquellos que, nacidos y criados en determinados lugares, reproducen los mismos patrones violentos sin percatarse de que no es algo normal y hasta el propio medio ambiente, al que también agredimos cada día.

Esa es la violencia que debería preocuparnos, porque la otra, la que se reproduce en los campos de batalla, en guerras irracionales que persiguen extender el dominio territorial de una nación sobre otra o ganar poderes económicos, pudiera haberse evitado o incluso —aún estamos a tiempo— “borrarse” del mapa, si la especie humana fuera más pacifista en sus ideales, sus aspiraciones, sus necesidades… más tolerante, más comprensiva, más abierta al diálogo y el entendimiento, en su cotidianidad.

¿Acaso no fue esa la premisa que guió al líder independentista hindú Mahatma Ghandi? Nacido un 2 de octubre, (razón por la cual se elige este día para reafirmar la relevancia universal del principio de la no violencia), Ghandi defendió siempre el precepto, desde su filosofía y forma de vida, que la paz es “más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre”.

Entre sus sentencias dejó bien claro que una civilización se juzga por la manera en la que trata a sus animales y alertó que si mantenemos la idea de que hay que actuar Ojo por ojo…, todo el mundo quedará ciego.

En pleno siglo XXI, cuando se supone que vayamos hacia la evolución y no hacia el proceso contrario, ¿necesitamos más pruebas del mal camino que estamos tomando por actuar con violencia? ¿No nos basta el estado de nuestro planeta y de nuestras sociedades, el deterioro de las relaciones humanas y de nuestros valores?

¿Será que queremos ampliar las acepciones de la violencia en el Diccionario y por consiguiente, en nuestras vidas?

¿Acaso podremos, en honor a Ghandi, borrar las que ya existen?

Fuente: Cubahora

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