CMKC Radio Revolución - Jueves, 04 de Octubre de 2012 01:10
Cortesía de Marlene Montoya (AIN-Santiago de Cuba)
Santiago de Cuba, Jueves 4 de octubre de 2012, 12:01 AM. CMKC.- La santiaguera Dora Lidia Garzón siente hoy el dolor multiplicado por la pérdida de un hijo, hace casi 36 años, en el sabotaje a una nave de Cubana de Aviación en Barbados, y espera justicia, como muchas familias.
En declaraciones a la AIN- Santiago de Cuba, manifestó la impunidad con la que se beneficiaron los autores intelectuales del brutal crimen, ocurrido el seis de octubre de 1976, que tuvo como cabecillas a los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, asalariados del imperio (EE.UU.)
Con la muerte de José Ángel Fernández (Pepín), de solo 18 años, se acabaron las alegrías, y desde entonces no he dejado de sufrir, esperando al menos que paguen los asesinos de los 73 ocupantes de aquel avión civil, señaló.
Recordó que el menor de sus tres hijos formó parte de la delegación de bisoños que compitió en Caracas, Venezuela, en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de Esgrima.
Aunque la imagen de Pepín siempre está presente en su mente, aseguró, la angustia se apodera de su corazón enfermo, ante la cercanía de la fecha, ya que pesan sobre ella 81 años.
Nunca olvidará la última vez que lo vio, el 11 de agosto de 1976, cuando se despidieron con un fuerte abrazo en el aeropuerto de Santiago de Cuba, desde donde partió hacia La Habana para continuar la preparación, con vistas al evento del siguiente mes.
Jovial, de alta estatura y amplios conocimientos, él practicaba deportes y estudiaba Ingeniería Electrónica en la capital del país, precisó Dora Lidia.
Posada Carriles y sus cómplices son los máximos responsables de que se hundieran también en el mar las esperanzas -de esos deportistas y sus entrenadores- de continuar con los éxitos, acotó.
En la barriada santiaguera de Los Olmos vive esta madre cubana, rodeada de vecinos que la quieren y admiran, mucho más desde aquel fatídico día cuando llegó a su casa procedente del cine Trocha -donde trabajaba- y vio a numerosas personas congregadas frente a la vivienda.
Al conocer la noticia de la caída del avión frente a las costas de Barbados, su corazón experimentó el primer impacto, y desde 1976 no ha dejado de sufrir y pensar en su hijo.
Publicado en Moncada
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