terça-feira, 12 de novembro de 2013

Esa palabra con “p”…


Las llamadas malas palabras existen en todos los idiomas, y es normal para los seres humanos hacer uso de ellas, pero existen normas de educación que al parecer se están disolviendo ante nuestros ojos...

Caricatura
 
 
12/11/2013
 
Los cubanos somos bastante espontáneos, desinhibidos, expresivos, se sabe, pero todo eso se ha ido tornando, en muchos de nosotros, en mala educación, contraria a los propósitos de nuestro proyecto social. No solo lo dicen los adultos mayores o los más recatados y puritanos. Lo demuestran algunos de las nuevas generaciones en su jerga cotidiana. Basta prestar un poco de atención, no es necesario aguzar el oído, con salir de casa basta.

Hace poco un par de niñas buscaban algo entre unos arbustos. Una apresuraba a la otra para cambiar de lugar de juego y claramente le oí decir:

—¡’Pérate coj… que se me cayó en el árbol de p… este!

Otros niños jugaban pelota en la calle, y aunque eran muy pequeños y demostraban no saber del todo las reglas del juego, dejaron bien claro que, al menos, sí saben hablar como adultos:

—¡¿Qué foul ni qué p…?! Eso fue bola… ¿qué p… te pasa?

Sin comentarios. Haría falta cloro, detergente y un cepillo para esas bocas de cinco o seis años.

La puerta de mi casa da justo a la acera y tengo el privilegio de escuchar retazos de conversaciones de los transeúntes al pasar. Curiosas las dosis de palabrotas que me tocan a diario. Y una vez más los niños protagonizan estos sórdidos diálogos.

Las personas mayores plantean que “antes no era así”, que “había un respeto; las malas palabras siempre se han dicho, pero solo se escuchaban a viva voz y con tanta soltura en lugares  de bajo ambiente”.

No quiero calificar entonces esta ciudad donde esas expresiones son tan comunes, vuelan como moscas a nuestro alrededor y atragantan las bocas de tanta gente.

Medalla de oro al “uso más frecuente” para esa palabra con “p”, que según el diccionario no es una grosería sino una vara de cargar agua.

Medalla de oro a “la boca más sucia” para esos niños, pobres imitaciones de los adultos que les enseñan estas cosas.

Algunas personas se justifican con expresiones tales como: “La cosa está difícil y uno tiene que desahogarse de alguna manera”. Y como históricamente ha sucedido, pequeñas cosas se van dejando pasar hasta que se generalizan, se vuelven cotidianas.

Las llamadas malas palabras existen en todos los idiomas y es normal para los seres humanos usarlas, hasta de manera inconsciente en momentos de rabia, incomodidad, dolor, impotencia, sorpresa o alegría intensa. Pero, a la par, existen normas de educación que al parecer están desapareciendo ante nuestros ojos y no se hace mucho al respecto.

Es necesario que los adultos hagan conciencia a los niños y que los jóvenes, que ya saben mejor lo que hacen, se esfuercen un poco en demostrar que no somos un pueblo de mal educados y vulgares.

En el corto animado Sin pelos en la lengua, de Ernesto Piña, creo que se plantea una especie de profecía social, de manera jocosa, pero certera. Piña plantea las siguientes interrogantes: ¿Qué pasará cuando la vieja generación por ley de la vida ya no exista y los jóvenes de ahora sean esa vieja generación?, ¿Estamos convirtiendo estas llamadas malas palabras de ahora en palabras comunes para la nueva generación?

Entonces, la palabra con “p” sería la protagonista de nuestros diálogos cotidianos. Da mucho que pensar y aún estamos a tiempo. Llamados de alerta no sobran, pero los hay.

Hasta los extranjeros que visitan Cuba han adoptado el término y en varias ocasiones he escuchado a muchos, ya aplatanados o visitantes frecuentes, usar la palabrita, como muestra de dominio del “cubaneo”.

Existe incluso una película anglosajona titulada Trick, en la que uno de los personajes secundarios interpreta en un bar, a ritmo de burlesque y en afectado español, un tema que narra su aventura amorosa con un cubano. Y el estribillo de la canción era: “Como te gusta mi p…”

¿Acaso es necesario que relacionen nuestra nacionalidad con semejante palabra? La culpa es nuestra, no de ningún visitante curioso, criticón u opositor. Creo que va siendo hora de que nos llamemos la atención unos a otros. Y no me excluyo.
 
Tomado de Cubahora

Nenhum comentário:

Postar um comentário