Una noticia recorre el mundo, el presidente de Estados Unidos,
Barack Obama, se ha dado cuenta de que en Cuba están ocurriendo cambios y por
ende propone "actualizar" su política hacia La Habana, la cual es más o menos la
misma desde los años 60.
Finalmente sus asesores se percataron de que en Cuba se liberó a los presos
políticos, reparten las tierras cultivables, permiten el trabajo por cuenta
propia, la pequeña empresa y se abrió el acceso a internet, a los hoteles, a
comprar casas o a viajar al extranjero.
En solo 5 años los trabajadores por cuenta propia han crecido
hasta el medio millón de personas.
Obama dice que ahora hay que "ser creativos" y "seguir actualizando nuestras
políticas", todo un cambio viniendo de un presidente que durante su campaña
electoral creía que el Embargo Económico sería la palanca mágica que le
permitiría mover Cuba.
La esencia de la estrategia estadounidense fue definida a comienzo de los
años 60, en un documento del Departamento de Estado donde se proponía generar
hambre, miseria y desesperación entre los cubanos para que se rebelen y
derroquen la revolución.
Obama ha hecho cuentas
y concluyó que cuando "Castro llegó al poder yo recién había nacido, por lo que
no tiene sentido la noción de que las mismas políticas que implementamos en 1961
serían de algún modo tan efectivas como lo son hoy en la era de Internet, Google
y los viajes mundiales" (1).
En realidad tampoco en sus inicios fue una estrategia muy efectiva, por el
contrario, la agresividad de EE.UU. sirvió para que Fidel Castro se encarnara
como el defensor de la soberanía nacional y uniera tras esa bandera a una gran
parte de los cubanos.
Se necesitó una decena de presidentes aplicando esa política y obteniendo
exactamente los mismos resultados, para que un inquilino de la Casa Blanca
reconozca abiertamente que la estrategia está obsoleta y debe ser modificada si
se quiere obtener algún éxito.
De todas formas, el exdiplomático cubano Carlos Alzugaray remarca la
importancia de que Obama declare "públicamente que en Cuba hay cambios", porque
"va contra el discurso de la extrema derecha y de personajes como Fariñas y
Berta Soler que dicen que en Cuba no cambia nada".
Lo que realmente resulta curioso es oír a la Casa Blanca utilizar el mismo
lenguaje del gobierno cubano, ninguno de los dos maneja el término "cambio",
prefieren decir que "actualizan" políticas o modelos para no descalificar lo que
se ha hecho hasta ahora.
Nadie puede saber a ciencia cierta si la declaración tendrá consecuencias en
las relaciones bilaterales o forma parte de una retórica de buenas intenciones
sin efectos prácticos, como su promesa de cerrar la prisión de Guantánamo, en el
oriente de Cuba.
Las tierras cultivables están pasando de forma gratuita de las
manos del Estado a la de los campesinos.
Aun así, el mensaje preocupó a los disidentes que se apresuraron a pedirle
que no los deje fuera de una negociación con el gobierno de la isla. Es que los
estadounidenses son muy suyos y los cubanos recuerdan que ya una vez negociaron
sin ellos la independencia de Cuba.
Continúe leyendo aqui
Continúe leyendo aqui
Nenhum comentário:
Postar um comentário