Terminada ya la Convención Nacional del Partido Demócrata, en Charlotte, que proclamó al único candidato en carrera, Barack Obama y la del Partido del Elefante celebrada en Tampa, Florida, que alzó el nombre del multimillonario Mitt Romney, la carrera presidencial en la mayor superpotencia del mundo ha entrado en su recta final.
Efectivamente, el tener claro los nombres que se enfrentarán en las elecciones del próximo 6 de noviembre, permite visualizar de mejor forma en qué condiciones comienzan a competir los contendores, más allá de las diferencias, que en el caso específico de los republicanos enfrentaban posiciones desde la derecha dura al ultraderechismo antievolucionista de los seguidores del Tea Party.
Para analistas como Ben Schreiner de Global Research “lo que se vive en Estados Unidos es simplemente una política de fantasía, más digna de un reality que de una elección que pueda demostrar a Estados Unidos y al mundo que estamos por una política seria. Establecidas las dos candidaturas, la farsa democrática que se vivirá de aquí a noviembre es una impecable presentación mediática como parte de un docudrama titulada “decisión 2012″ que hará poco por ocultar al observador atento la verdadera naturaleza de la charada…el tema fundamental de si verdaderamente se tomará una decisión fundamental en el 2012 es bastante dudoso.
En otras palabras, concluye Schreiner, las convenciones y sus nombres, la campaña que se inicia nos muestra que el hombre, sea este Obama o Romney, que sea capaz de vender la fantasía más convincente al consumidor estadounidense en este otoño meridional, será el que finalmente prevalecerá en noviembre. “La campaña presidencial será, forzosamente poco más que una campaña nacional e mercadeo entre la marca Obama y la marca Romney, que no diferencia dos productos, ya que ambos prometen la misma agenda del neoliberalismo en el contexto interno y externo, sino más bien en la forma de presentar las promesas: el vago “delante de Obama y la religiosa promesa de desahogo del equipo de Romney mediante el llamado a restaurar el poder de Estados unidos”.
La opinión de Schreiner, a pesar de su dureza no es aislada, pues incluso medios del alcance y prestigio del The New York Times, con relación a las posiciones políticas de ambos contendientes en el plano internacional, que tanto relieve alcanzan en estos meses, afirma “las verdaderas diferencias en política exterior de Obama y Romney parecen ser más un asunto de grado y tono que de articulación de un profundo debate sobre el curso que debe seguir estados unidos en el mundo”. Para el análisis fino de esta afirmación resulta claro que el tema de Irán, Israel, Palestina, China u otros temas de interés no tendrán grandes diferencias entre ambos candidatos, toda vez que las promesas y las conductas a seguir en materia internacional no han significado grandes diferencias entre ambos partidos, menos ahora con una Europa en crisis, una China que se alza como fuerte competidora económica y la situación en Siria estancada en un proceso de fuerte presión a Damasco con el objetivo final que es Irán.
En el plano interno estos meses marcarán una seguidilla de viajes por Estados Unidos para captar el voto que permita a uno ser reelegido: Obama y al otro volver a entregar a la derecha dura estadounidense las decisiones que se tomen en el Salón Oval de la Casa Blanca. El periplo ha tenido su primer eje temático tras la publicación del denominado Informe de Desempleo de Agosto, entregado por el Departamento del Trabajo y que mostró una disminución del 8,3 al 8,1 en este índice que ha permitido dar el primer golpe a Obama, que ha comenzado a argumentar que el crecimiento del empleo se mueve en la dirección correcta, pese a que el rebote de la crisis ha tomado más tiempo del que la propia administración demócrata sostuvo, incrementada por los acontecimientos en Europa y la propia desaceleración económica China.
El tema económico es fundamental, pues las encuestas de los principales medios de comunicación estadounidenses muestran que representa la preocupación para los votantes. Ahí estará el meollo de los discursos en el sentido de prometer esperanzas, profundizar medidas de desarrollo, recuperar el poderío estadounidense perdido en el trasiego de un mundo multilateral o simplemente aspirar a un aislacionismo, que no resulta entendible cuando el proceso de globalización ha extendido su influencia a cada rincón del planeta.
Serán 50 días de campaña hasta el 6 de noviembre, en las elecciones que ya se considera serán la más costosas de la historia, con cifras que se elevan, entre enero del 2011 a agosto del presente año en 500 millones de dólares recaudados para cada partido y que se espera duplicar hasta fines de la campaña. Destaca en esto los aportes de los multimillonarios hermanos Koch, que han prometido “combatir lo que es ahora la mayor amenaza a la libertad y prosperidad norteamericana de nuestros tiempos” refiriéndose a Obama, contra quien se unen también conglomerados como Grupo Bechtel, Corporación Fluor, Georgia-Pacific, Home Depot, Grupo Blackstone, Circuit City y Laredo Petroleum, que han aportado cada uno hasta 50 millones de dólares. Todos ellos dispuesto a comprar el sillón presidencial a cualquier precio con tal de sacar a Obama de la Casa Blanca.
Resulta muy difícil predecir quién ganará las elecciones estadounidenses, aunque las encuestas le otorgan una leve ventaja a Obama, el electorado norteamericano es un votante muy sensible a pequeños cambios, a errores de último minuto, a revelaciones o a decisiones que lo hacen inclinar la balanza a uno u otro contendor. En el caso de la economía su influencia es crucial y si bien en las elecciones del 2008 fue el factor principal que permitió el triunfo del primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, en el 2012 ese mismo factor puede ser la causa de su derrota.
Pablo Jofré Leal
Tomado de Adital
Publicado en Cubadebate
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