El mar se traga los sueños, se traga los hombres… las culpas se quedan en la otra orilla, bien lejos de La Habana
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Por Rodolfo Romero Reyes
Del viaje al Turquino regresamos Camilo y yo en avión por lo que las peripecias de este viaje de vuelta a La Habana nada tuvieron que ver con lo que pasamos para llegar a Santiago de Cuba. Solo puedo decir que pudimos dormir sin sobresaltos, sin lluvia y sin frío.
Cuando salimos de la terminal de vuelos nacionales tuvimos que pasar obligatoriamente por delante de las vallas que están ubicadas en la intersección de las calles que siguen para Boyeros y las que conducen a las distintas terminales del aeropuerto “José Martí”. Para los que no los han visto, les cuento que estos letreros son inmensamente grandes y tienen los mensajes que queremos trasmitir a los visitantes que llegan a nuestro país.
Para mi sorpresa, habían quitado la más vieja de estas vallas. Era aquella que aseguraba que “EL 70 POR CIENTO DE LOS CUBANOS habíamos nacido BAJO EL BLOQUEO DE LOS ESTADOS UNIDOS”. Esa es una de las verdades más grandes e irrefutables: todos los que nacimos a mediados de los 80 para acá, y escuchamos los cuentos de nuestros padres, sabemos lo duro que es ser hijos del llamado “periodo especial”, momento en que el bloqueo se ha sentido más que nunca. Y es que nacer bajo el bloqueo, es una realidad que a veces se nos despinta, y como la valla misma va perdiendo su impacto; aunque todos los días los problemas que tenemos que resolver por su causa sean tan terribles como las paradas de ómnibus al mediodía.
Ahí mismo, tan cerca del aeropuerto con sus aviones, con la connotación que los viajes tienen para todos los cubanos, me puse a pensar que es también por culpa de los Estados Unidos (y fíjense que no es muela) que ese 70 por ciento de cubanos vemos la emigración de una manera distinta a como la vive el resto del mundo. Todo el mundo emigra desde que el mundo es mundo, sin embargo en Cuba la cosa se ve diferente.
Los cubanos, gracias a la beligerancia de Estados Unidos hacia Cuba, tenemos otro status, otros “privilegios” como emigrantes. Yo me imagino que muchos latinoamericanos, sobre todo los mexicanos, sentirán por nosotros cierta envidia. ¿Por qué los gringos favorecen a los panas cubanos?, se preguntarán muchos de ellos. Porque esa es la emigración que prefieren en el Norte: cubana, y preferiblemente ilegal.
Dice mi amigo Rafa, quien siempre está detrás de las estadísticas y chismes políticos, que desde antes del 59 las visas que se daban para Estados Unidos también eran muy pocas. Solo clasificaban los pocos trabajadores que quisieran hacer allá los trabajos que los propios estadounidenses no querían. Los trámites se demoraban cantidad y al que se le ocurriera irse de forma ilegal ilegal se exponía a la expulsión inmediata o a la prisión.
Sin embargo, cuando triunfa la Revolución, los Estados Unidos acogieron a todos los batistianos, esbirros, estafadores, asesinos y ladrones que salieron corriendo de aquí. Desde entonces la visa dejó de ser un documento indispensable para acceder al territorio norteamericano. Ser cubano y llegar de manera ilegal eran suficientes cartas credenciales. Y sí de paso hablabas un poquito mal de Fidel, te daban propina.
Fue gracias a este acto divino de bautismo del Tío Sam, hacedor de milagros, que dejamos de ser emigrantes para ser “exiliados políticos”, a diferencia del resto de los latinoamericanos que seguían siendo extranjeros, sujetos a las leyes migratorias norteamericanas.
Después decidieron que el tema migratorio sería uno de los platos fuertes para sacar de circulación a la Revolución, de ahí que fuera tan importante “ayudar” a los “refugiados” que procedían del entonces campo socialista.
Por eso se creó el Programa de Refugiados Cubanos, se estimuló la salida de Cuba de más 14 mil niños hacia los Estados Unidos durante la Operación Peter Pan, y finalmente, en 1962, se eliminaron los vuelos y salidas legales hacia ese país. Los cubanos de aquí y sus familiares de allá, los mismos padres engañados que enviaron a sus niños se quedaron entonces sin saber qué hacer.
Entonces no quedaba otra: las salidas ilegales.
Quizás por eso en Cuba inventamos la tan polémica política migratoria, que imagino se habrá hecho más rígida después de la Ley de Ajuste Cubano en 1966.
Los yanquis entonces buscaron apoyo en los medios de prensa. ¿Resultado? Las crisis migratorias de Boca de Camarioca en 1965, la del Mariel en 1980, la de los inicios de los noventa, el robo y secuestro de aviones y embarcaciones muchas veces con lamentables pérdidas de vidas humanas, y hasta los vecinos míos que intentaron irse el pasado fin de semana, a pesar del mal tiempo anunciado por Rubiera.
No nos quieren quitar el bloqueo, a pesar de que ha demostrado su ineficacia como purgante para la Revolución. Lo mantienen porque son miles de millones de pesos los que hemos perdido año tras año, y como dice Pánfilo (el de Chequera), hay una pila de gente allá, que gracias al bloqueo, “vive del cuento”.
Estoy convencido de que nunca quisimos ese “tratamiento especial” que Estados Unidos no ha dado en diversas materias, específicamente en el tema migratorio.
Para mucha gente la emigración, es ayuda y es apoyo. No los mercenarios que hablan mal de Castro, o los Oteros que se van a ganarse limosnas a cambio de mentiras, sino los familiares y amigos que trabajan honradamente, y mandan sus remesas de mes en mes, o el tío de mi amiga pinareña, que se muere por verla otra vez. Por estos meses, el tema de la emigración está “en el bombo”, así que quizás escribiré dos o tres post.
Tomado de Letra Joven
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