Ramón Sánchez-Parodi Montoto (*)
Los demócratas celebraron su Convención Nacional del 4 al 6 de septiembre en la Time Warner Cable Arena de Charlotte, North Carolina, con similar pompa y oropel que la republicana y también amenazada por la Naturaleza con tormentas y lluvias. De unos ochenta discursos pronunciados, los que más bombo y platillo recibieron fueron el inaugural encomendado al alcalde de San Antonio y naciente estrella latina demócrata, Julian Castro, de ancestros mexicanos; el de Michelle Obama quien ensalzó las características personales de su esposo Barack; y el de Bill Clinton, que fue el más resonante, argumentando las razones por las cuales Obama merece ser reelecto.
El discurso de clausura pronunciado por Barack Obama fue delirantemente aplaudido por una concurrencia estimada en 17 mil personas, incluyendo los delegados. Sin embargo, los medios de prensa, comentaristas políticos de todas las tendencias y hasta partidarios demócratas opinaron que la intervención de Obama fue plana, carente de inspiración, retórica y desperdició la oportunidad de expresar claramente su plan de gobierno para los próximos cuatro años. Pero todo indica que el contenido del discurso fue intencional y premeditado, y que el equipo de campaña de Obama prefirió mantenerse en una ruta segura y conocida en lugar de aventurarse por vericuetos inexplorados. En definitiva estas convenciones constituyen actos de gran publicidad y no eventos para debatir y exponer los programas de gobierno.
Como es tradición, uno de los primeros actos de la Convención fue aprobar la Plataforma Nacional Demócrata; una actualización de la aprobada en el 2008, añadiéndole la enumeración de lo que consideran logros del gobierno de Obama desde enero del 2009. Fue necesario para los demócratas restituir una referencia a Dios y el criterio de que Jerusalem es y seguirá siendo la capital única de Israel, porque la Red Cristiana de Difusión (CBN, por sus siglas en ingles) señaló que esos aspectos presentes en la plataforma del 2008 se habían omitido y el candidato vicepresidencial republicano, Paul Ryan, formó una algarabía. La segunda noche de la convención, en sesión presidida por el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, después de tres votaciones a viva voz, este declaró que los aspectos serían reincorporados, ante el abucheo de lo que se apreció fue la mitad de la concurrencia.
Como era de esperar en la plataforma se incluyó un párrafo sobre Cuba con 145 palabras. Su contenido es injerencista, arrogándose Estados Unidos la facultad de decidir sobre aspectos soberanos de nuestro país, en correspondencia con las pretensiones del gobierno de Estados Unidos de restaurar su dominación sobre Cuba, erradicada desde el primero de enero de 1959.
A partir del 7 de septiembre, la disputa cuatrienal entre las dos agrupaciones electorales dominantes en Estados Unidos se concentra en tres niveles: la lucha en los estados decisivos por conquistar los votos electorales necesarios para alcanzar los 270 que se requieren para elegir al próximo presidente; la preparación para los debates que se efectuarán en octubre (tres presidenciales y un vicepresidencial); y los esfuerzos para recaudar dinero para la campaña.
Habrá una atracción adicional. La cadena Univisión transmitirá sendas entrevistas con Romney y Obama, de una hora de duración sobre "temas específicos latinos". Tendrá lugar en el BankUnited Center Fieldhouse de la Universidad de Miami, a las 10:00 p.m., con asistencia de público. La primera será con Romney el próximo miércoles 19 de septiembre. Al dia siguiente se producirá la entrevista con Obama en el mismo lugar y hora. Se presume que serán temas obligados las políticas de Estados Unidos hacia los inmigrantes, Venezuela y Cuba.
Desde el 7 de septiembre los candidatos, sus vices y respectivas esposas han estado en un constante visitar por los ocho estados decisivos: Florida, Ohio, Virginia, New Hampshire, Wisconsin, Iowa, Colorado y Nevada. El 7 por la mañana, Obama, Biden y respectivas esposas estuvieron en New Hampshire y por la tarde viajaron a Iowa, mientras Romney hizo trayectoria inversa. El fin de semana Obama fue a Florida y Biden a Ohio. El lunes, mientras ambos candidatos demócratas se recluyeron en la capital federal, Romney visitó Ohio y Ryan fue a recaudar fondos a dos estados de la costa oeste: Washington y Oregón, ambos sólidamente demócratas.
El martes, ambos partidos acordaron suspender actividades electorales como respeto a los caídos en los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, para reanudar actividades el miércoles, cuando Obama visitó Nevada y Biden a Ohio y recibieron el refuerzo de Bill Clinton quien hizo campaña en Florida; Romney y su esposa Ann también estaban de campaña en Florida y Ryan viajó a su natal Wisconsin y después a Florida. Ayer jueves no decayó la actividad: Colorado recibió la visita de Obama, Wisconsin la de Biden y Virginia la de Michelle Obama. Romney coincidió visitando Virginia y su esposa Ann fue a Florida, mientras que Ryan hizo acto de presencia en el Capitolio.
Lo anterior demuestra que los candidatos se han concentrado exclusivamente en estos ocho estados, donde tienen que ganar los votos electorales que les permitan alcanzar la cifra mínima obligatoria de 270 para conquistar la presidencia. A Obama le faltan 33 de esos votos y a Romney 64. Tomando en cuenta las características demográficas, económicas, sociales y políticas de esos ocho estados, para Romney ganar la presidencia tiene que vencer en Ohio. Una derrota en ese estado sería expresión de que Obama puede llegar incluso a arrasar en las elecciones en términos de votos electorales, repitiendo los resultados del 2008.
Obama tuvo un fuerte desempeño en lo financiero durante el mes de agosto, superando por primera vez desde el pasado abril en dinero recaudado a su contrincante republicano. El equipo de campaña de Obama, el Comité Nacional Demócrata y el fondo conjunto entre el equipo de Obama y el Comité Nacional Demócrata ingresaron $114 millones, mientras que los similares republicanos se quedaron en $111,6 millones. Ostensible muestra de que ninguno de los dos candidatos está en desventaja notable en términos financieros con respecto al otro.
Estos niveles de recaudación ofrecen la casi certeza de que ambas campañas lograrán alcanzar las metas de recaudaciones superiores o en torno a los $800 millones de dólares de recaudación por cada cual, a lo cual se agregan los cientos y cientos de millones que se recaudan y son gastados por los PACs y Super PACs.
Lo hasta aquí descrito revela cómo la campaña está muy cerrada. Hay diversos factores entrelazados que pueden definir el resultado a favor de uno u otro candidato, o hasta hechos impredecibles que pueden influir en el desenlace, como el condenable hecho en que resultó muerto el embajador de Estados Unidos en Libia y tres de sus colaboradores. La situación se asemeja a una poción mágica cuyos ingredientes deben ser observados cuidadosamente por los candidatos para lograr la dosis exacta.
Cuando restan cincuentas y tres días para la votación, las encuestas —con todo lo reveladoras que puedan ser— son mediciones muy volubles, sobre todo cuando, como es el caso con Obama, la desaprobación por su gestión presidencial sobrepasa de manera sostenida el 50 % de los encuestados. Y ningún presidente en la historia de Estados Unidos ha sido electo con esa cifra de opinión negativa sobre su desempeño en el cargo.
Sin embargo, después de la convención las encuestas, tanto a nivel nacional como en estados decisivos, presentan un sustancial incremento de la preferencia por Obama, que en las cinco más reveladoras tomadas en el ámbito nacional muestran diferencias favorables a Obama entre el 6 % en dos de ellas y de 3 %, 2 % y 1 % en las restantes. Representa un cambio sustancial con respecto a las encuestas de agosto.
Pero, repetimos, aún faltan cincuenta y tres días para la votación.
(*) Fue Jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington entre 1977-1989 y Viceministro de Relaciones Exteriores.
Tomado de Granma
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