Las cercanas elecciones brasileñas deciden el futuro progresista del gigante sudamericano...
Nestor Nuñez Dorta
2/09/2014
Las elecciones generales en Brasil están programadas para octubre. |
El segundo debate público entre los candidatos a la presidencia brasileña, realizado en la noche de este lunes, dejó claro que la disputa final será entre la actual mandataria, Dilma Rousseff, y la aspirante por el Partido Socialista, Marina Silva.
En efecto, en octubre próximo, en las elecciones generales programadas en el gigante sudamericano, deberá quedar establecido si esa nación, con toda su enorme potencialidad y actual desempeño positivo global, se mantiene en el curso independiente y constructivo de los últimos años, o se desvía por el camino de la regresión, una meta -esta última- largamente acariciada por la derecha.
Y no se trata, ya lo hemos sugerido en el párrafo inicial, de que los candidatos de la reacción local y sus poderosos aliados externos acumulen una elevada preferencia, todo lo contrario.
Si algo los sucesivos gobiernos del Partido de los Trabajadores, PT, imprimieron en la política local, es una inclinación muy amplia a figuras de trayectoria popular para los cargos centrales, así como un discurso donde la frase “inclusión social” es un cuño obligatorio para cualquier tendencia, so pena de quedar en el ostracismo.
Para los comicios que tendrán lugar este cinco de octubre aparecen entonces como preferidas entre los votantes la actual presidenta Dilma Rousseff, que aspira a un segundo mandato, y Marina Silva, proveniente de las filas del PT, ex ministra de Medio Ambiente bajo el mandato de Luís Ignacio Lula Da Silva, de raza negra, evangelista, de extracción muy humilde, y hasta hace poco compañera de fórmula del candidato socialista Eduardo Campos, fallecido días atrás en un accidente aéreo.
Y fue precisamente este percance el que motivó al ascenso de Silva a cabecera de la boleta por el Partido Socialista de Brasil, PSB, e incentivó el hecho, para nada casual, de que los poderosos consorcios mediáticos locales, casi por completo en manos de la derecha, se hayan impuesto la tarea de relanzar su imagen a los espacios estelares como la nueva esperanza frente a una molesta continuidad del PT.
Según analistas, se trata de que para la derecha, cuyas expectativas de ganar el gobierno resultan evidentemente nulas, el apoyar a una aspirante que melle o logre desbancar al gobierno actual resulta un deseable negocio político.
Y en ese camino, los grupos reaccionarios han preferido apostar por una figura que evidencia inconsistencias, falta de experiencia, y ausencia de un equipo de trabajo sólido y de un programa diáfano, según apuntaba el rotativo argentino Página 12.
De hecho, recordaban agencias de prensa como la británica Reuters, Silva, a la que se vende como abanderada en la lucha contra el “orden establecido”, “ha tenido a lo largo de su carrera política problemas para atraer y mantener aliados, con renuncias a dos partidos desde 2009, además de un fracaso para organizar un tercero.”
En pocas palabras, precisa la misma fuente, “toda una historia de decisiones impredecibles y cambios de opinión.”
Otros medios citan el inusitado episodio de que luego de darse a conocer el programa electoral del PSB, ya con Marina Silva como aspirante a la presidencia, el texto tuvo que ser recogido y modificado en dos ocasiones para atacar el matrimonio entre homosexuales por agrias demandas de la iglesia donde milita la aspirante, y para remover criterios acerca del uso de la energía nuclear.
Sobre ese programa la presidenta Dilma Rousseff advertiría después que, en lo referido al terreno económico y productivo, contiene aspectos que suponen un retroceso en materia de generación de empleo y uso adecuado de los recursos.
Mientras, el espacio informativo digital Infolatam aseguró que muchos de los ahora colaboradores de Silva provienen de grupos abiertamente neoliberales, e incluso forman parte de sectores que la misma candidata denunció tiempo atrás como pertenecientes “a la vieja política”.
De manera que si a estas alturas ciertos poderes mediáticos hablan incluso de que la aspirante socialista podría desbancar a su contrincante del PT en una segunda vuelta electoral, analistas considerados como muy serios en Brasil no dudan en afirmar públicamente que “un posible gobierno con Marina Silva al frente es un enorme riesgo para el país.”
Habrá que ver entonces si finalmente la imagen se impone a la razón para desdicha de un país crucial en el proceso de cambios progresistas que vive el sur de nuestro Hemisferio y en la construcción de un mundo multipolar y justo.
Tomado de Cubahora
Tomado de Cubahora
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