segunda-feira, 4 de junho de 2012

Río+20:¿Puede la economía cenicienta convertirse en verde?



Marcos Arruda y Sandra Quintela

Quienes promueven la propuesta de mutaciones en la economía mundial bajo el nombre de Economía Verde son los países ricos, acompañados por las élites de los “países en desarrollo”, Brasil inclusive. El bloque oficialista, además de cancelar del programa el balance crítico de los 20 años de tratados internacionales, sustituyó la retórica del Desarrollo Sustentable por el eufemismo Economía Verde. En caso de su afirmación, la Economía Verde le impondrá a la humanidad un ciclo parecido al de la revolución de los agroquímicos de la post-guerra, que recibió el simpático y engañoso nombre de Revolución Verde.


La Río+20 será un punto de partida”, dijo María Luiza Viotti, embajadora brasileña en las Naciones Unidas, recordando que las negociaciones en temas como agua, océanos y seguridad alimentaria están partiendo casi del punto cero”.

Y eso, veinte años después de Río92.

Este hecho indica la importancia de que la Cumbre Oficial de Río+20 haga una evaluación crítica de los resultados prácticos de 20 años de conferencias y acuerdos internacionales, para identificar los avances, los retrocesos y las áreas estancadas, para detectar las causas y definir las estrategias de acción, las metas y las formas de tornarlas vinculantes. Nada de eso. Los oficialistas (ONU, gobiernos del mundo rico, corporaciones transnacionales) decidieron cancelar este rubro del programa de la Cumbre Oficial, dejando otros dos: Economía Verde y un nuevo órgano de gobernanza ambiental en la ONU.

El pretexto es que “es hora de mirar hacia adelante y construir el futuro”... Nada más hipócrita. Pues el pasado fue tejido por otras tres Cumbres del género, más otras Conferencias sobre temas sociales y ambientales específicos, y los resultados concretos son predominantemente fracasos, que amplían las amenazas asociadas a las modificaciones climáticas, a la deforestación y las consecuentes sabanización y desertificación de regiones antes boscosas, al deshielo de los casquetes polares y de los glaciares, a la escasez creciente de agua potable, a la expansión de la contaminación por pesticidas de las aguas, suelos y alimentos, a la acelerada reducción de la biodiversidad.[2] En síntesis, es la vida en el Planeta que está, y va a continuar bajo amenaza, sin que los principales responsables quieran ir a sus raíces, que están plantadas en el modelo de desarrollo centrado en el mercado, en el lucro y en el crecimiento económico sin límites.

En el poco espacio de este artículo, vamos a lo esencial, que es la pregunta del título.

Quienes promueven la propuesta de mutaciones en la economía mundial bajo el nombre de Economía Verde son los países ricos, acompañados por las élites de los “países en desarrollo”, Brasil inclusive. El bloque oficialista, además de cancelar del programa el balance crítico de los 20 años de tratados internacionales, sustituyó la retórica del Desarrollo Sustentable por el eufemismo Economía Verde. Es que el Desarrollo Sustentable está identificado con aquellos 20 años de tratados, cuyos resultados son escasos, nulos o negativos. En caso de su afirmación, la Economía Verde le impondrá a la humanidad un ciclo parecido al de la revolución de los agroquímicos de la post-guerra, que recibió el simpático y engañoso nombre de Revolución Verde.

La premisa de esta propuesta es que la crisis ambiental resulta de no tratar la humanidad a la Naturaleza como capital. La propuesta de la Economía Verde consiste en completar el triángulo de poder del capitalismo: en los ángulos tres mercaderías –el ser humano, las máquinas y ahora la Naturaleza- y en el centro el capital. El objetivo de la Economía Verde es, pues, la creación de un ambiente propicio para la inversión privada en los bienes comunes de la Naturaleza que se salvaron de ser privatizados en Río92: saberes ancestrales, agua, semillas, biodiversidad, selvas y bosques, atmósfera.[3]

¿Qué cambios van a ser negociados en Río+20 para realizar tal objetivo?

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Publicado en ISLAmía

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