Jesús Figueredo | Caminos
Cuando ya se aproxima la Cumbre de Río+20, y meses antes del encuentro de experiencias de Educación Popular Ambiental, es importante deternerse a reflexionar sobre herencias culturales globalizadas que podemos hallar en la esencia de supuestas alternativas para la sustentabilidad de nuestro planeta, cuyos contenidos éticos y políticos nos comprometen como educadoras y educadores populares ambientales .
Al posicionarnos ante el análisis del cambio climático y de las alternativas que hoy disputan su implementación para mitigarlo, es necesario indagar: ¿desde qué racionalidad, desde qué subjetividad asumimos el hecho y las vías de soluciones paliativas al mismo?
¿Desde qué racionalidad, desde qué subjetividad nos posicionamos ante lo que llamamos clima, ambiente, ecología, naturaleza, ser humano y sociedad? (…).
Si asumimos la ecología como la expresión relacional del ambiente que cohabitamos, es indispensable la elaboración y la implementación de propuestas ante procesos y fenómenos que hoy forman parte de la crisis ambiental como el cambio climático abrupto que sean el resultado de una racionalidad más integral, sistémica, incluyente, justa y equitativa.
Deben ser, por tanto, propuestas que tengan en cuenta la interpretación y la construcción de significados de los pueblos sobre sus realidades ambientales, a partir de sus mediaciones socioculturales, económicas, ideológicas, afectivas y sensoriales nutridas por la subjetividad individual y colectiva, construida a través de las diversas formas de interacción con otros, otras y con la naturaleza en general (…).
Desde los microsistemas que integramos, nuestra práctica debe ser el resultado de un imprescindible diálogo de saberes teórico prácticos, que transforme las monoculturas de nuestra racionalidad, los monocultivos de nuestra producción, y el sentido utilitarista (costo beneficio) de los sistemas sociopolíticos, económicos y culturales que norman e influyen nuestras maneras de ser, sentir, pensar y hacer en la vida cotidiana(…).
Se trata de transformar esa racionalidad “restringida" al que se refiere el sociólogo portugués Boaventura de Sousa que deja fuera una gran parte de la diversidad del mundo al asumir y designar como el todo solo a una parte de la realidad que vivimos. Es decir, se trata de una idea de totalidad que, desde un pensamiento dicotómico y jerárquico de la realidad, deja fuera mucha realidad que no es considerada relevante (…).
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