El crimen fue en Granada, estreno de la Compañía Irene Rodríguez, acaparó fuertes ovaciones en la gala de clausura.
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TONI PIÑERA
La gala de clausura del XXIV Festival La Huella de España acercó hermosos momentos al público. No cabe dudas de que la temperatura del teatro —ya de por sí alta por el calor del lugar—, subió mucho más cuando apareció en la escena esa dama de la canción, Omara Portuondo junto a Reynier Mariño y su grupo, invitado especialmente al Festival.
Con esa capacidad vocal que siempre le acompaña y su sello de originalidad, regaló Andalucía, de Lecuona, y Dos gardenias, de Isolina Carrillo, bordadas con un aire singular flamenco y de cante jondo (recordar que esta edición estuvo dedicada a Andalucía). Especialmente la segunda llegó con tanto sentimiento, y tan perfectamente secundada por Reynier en la guitarra, y el conjunto, donde se sumó la bailaora Ileana Camalleri, que constituyó un instante de éxtasis, que se prolongaría cuando a petición del público, Omara interpretó Veinte años, sin micrófono, junto con los acordes de Mariño... Con el teatro de pie y sonoras ovaciones se despidió, feliz, dibujando con sus manos el puro estilo flamenco... ¡Olé, Omara!
Durante la jornada que estuvo presidida por el ministro de Cultura Rafael Bernal, y Alicia Alonso, inspiradora y presidenta del Festival, hay que subrayar el estreno de El crimen fue en Granada, coreografía de Irene Rodríguez, a cargo de la novel compañía que lleva su nombre. Solo bastaron diez minutos para decir con el movimiento-sentimiento el poema homónimo de Antonio Machado, escrito en 1937 sobre la muerte de García Lorca. Armado con una sobria escenografía (telón de fondo) y un diseño de vestuario en blanco y negro, quedaba, pues, el baile como protagonista.
Reuniendo de manera magistral el flamenco y la danza contemporánea, los gestos, y, sobre todo, una precisión (casi de relojería) en cada paso para decir el sentir de la obra, el grupo volvió a demostrar que se prepara con fuerzas, guiado por la impetuosa bailarina y directora que deja todo en escena cuando baila, y anima al colectivo. Muy bien Henry Carballosa en Lorca. Repleto de sutilezas (un hermoso rejuego con el mantón, como un "coqueteo" con la muerte) que al final atrapa al inmenso poeta y dramaturgo, fusilado por las fuerzas franquistas. El crimen... constituye una buena carta de la agrupación, y brinda claves de su camino a seguir en estos terrenos.
Con su ímpetu característico y dueño de la guitarra, Reynier Mariño regaló en la tarde una excelente versión de la conocida melodía Entre dos aguas, de Paco de Lucía, acompañado por Leonardo Cobas (percusión), Adem Rodríguez (bajo) y la bailaora Ileana Camalleri, así como la composición Irene, que dedicó a Irene Rodríguez, e interpretada por él, ¡al piano! Mariño también acompañó con la guitarra a la declamadora Cecilia Salerno en Cantares, de Antonio Machado y Eternidad, de Dulce María Loynaz.
Fuertes aplausos acapararon en la jornada, la destacada soprano Johanna Simón, primero con la Salida de Cecilia de la zarzuela Cecilia Valdés y después en el Gran Dúo, de la misma obra de Gonzalo Roig, esta vez junto al tenor Bryan López, en un elegante instante de la gala; así como el joven Joe Ott Pons, quien con una visible destreza en la guitarra clásica, entregó la conocida pieza Asturias, de Isaac Albéniz, con la que dio inicio el programa. También se presentaron la Orquesta Juvenil de Guitarras del Conservatorio Guillermo Thomas, dirigida por Esteban Campuzano, con una obra de Manuel de Falla; y el guitarrista y compositor gallego Andrés Suárez. Este trajo dos canciones de su autoría: Más de un 36 y La vi bailar flamenco, con las que atrapó al auditorio.
Para el final quedó una pieza que vio la luz en el XXI Festival. Un sueño de Alicia hecho realidad en escena: llevar al ballet el poema Preciosa y el aire, uno de los más distinguidos del Romancero gitano, de Lorca. Además, que del lado musical, lleva la impronta del célebre compositor Ángel Barrios, quien la creara en conjunción con el poeta. Mezclando el lenguaje del ballet clásico con el espíritu de la danza española, amén de una utilización racional y evidente de la técnica, alejada de toda pirotécnica, Preciosa... , aportó una nota de especial colorido. Hay que resaltar nuevamente la interpretación de Irene Rodríguez en el papel principal, acompañada por solistas del BNC, quienes también estuvieron a la altura de la obra, la protagonista y la gala.
Al término de la velada, matizado por la salida de las sociedades españolas con sus banderas, se supo que la próxima Huella jerarquizará la cultura de las Islas Baleares.
Fuente: Granma: http://www.granma.cubaweb.cu/2012/06/05/cultura/artic01.html
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