Nueva Gerona, 14 nov (AIN) El niño Daniel Quintero, residente en Isla
 de la Juventud, es una de las más de 300 personas que en Cuba viven con
 implante coclear, gracias a los esfuerzos del país por facilitar la 
inserción social de quienes están afectados del sentido auditivo.
Flor de Lis Fernández, licenciada en Educación y maestra del pionero en 
la escuela primaria Manuel Alcolea, ponderó los cuantiosos recursos 
destinados por el Estado cubano para salvar del silencio a pequeños con 
sordera profunda y posibilitarles la comunicación oral.
Danielito
 fue implantado a los cuatro años y desde el preescolar ha ido venciendo
 los objetivos fundamentales de cada grado y en la medida en que 
progrese su audición podrá ampliar su vocabulario e incorporar otros 
contenidos, comentó Fernández, maestra de tercer grado de ese 
plantel.
Precisó que el niño va a la par del grupo, pero 
enfatizó que comenzó a familiarizarse con los sonidos a partir de los 
cuatro años de edad, por tanto eso requiere un trabajo diferenciado, con
 apoyo de recursos visuales como las láminas.
Durante tres meses 
tuvo el dispositivo del implante roto, padecí junto a sus padres las 
consecuencias del bloqueo de EE.UU. a Cuba, porque al país le cuesta 
muchísimo la adquisición de esos dispositivos caros en el mercado 
mundial, comentó.
En ese lapso mi esfuerzo fue mayor porque la 
discapacidad limitó la comunicación y pesaba además no ser profesional 
de la enseñanza especial, comentó.
Esa experiencia es el tema de 
mi investigación presentada a la versión local de Pedagogía 2015, donde 
obtuve categoría de destacada, refirió.
El implante coclear es un dispositivo electrónico de alta tecnología 
capaz de transformar las ondas sonoras en potenciales eléctricos y 
sustituir el oído interno en pacientes con afectación grave que no 
resuelven con prótesis auditiva, precisó en 2009 a la AIN el profesor 
Antonio Paz Cordovés.
Paz Cordovés, pionero en ese tipo de proceder
 quirúrgico, comentó que una vez operados los pacientes se someten a un 
largo período de rehabilitación que puede extenderse hasta cinco años. 
Este tipo de neuroprótesis sonora permite que niños con sordera 
profunda, de origen coclear, desarrollen lenguaje oral, esfuerzo que 
realiza Cuba para garantizar ese derecho refrendado.    
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