Por Charly Morales Valido
La Habana, 14 nov (PL) A punto de cumplir 495 años, La Habana posee 
muchos encantos para enamorar a sus hijos y a quienes vinieron de lejos,
 muchos de ellos seducidos por las canciones que ha inspirado esta 
singular musa.
Algo aquí sugiere versos, melodías, cierta necesidad de cantarle a una ciudad que no es precisamente un Parnaso, pero es pródiga en historias, sensaciones, sonidos y una generosa dosis de bohemia.
Algo aquí sugiere versos, melodías, cierta necesidad de cantarle a una ciudad que no es precisamente un Parnaso, pero es pródiga en historias, sensaciones, sonidos y una generosa dosis de bohemia.
Fundada el
 16 de noviembre de 1519, la villa de San Cristóbal de La Habana fue un 
puerto estratégico donde no solo recalaban barcos, sino navegantes y 
marinos de todo el mundo.
Estos traían sus cantos, y seguramente
 muchos cayeron embrujados por la magia de esta tierra donde encontraron
 alivio a las penurias espirituales y corporales de la dura vida en alta
 mar.
Aunque no existe constancia ni recuerdo, nadie duda que 
desde sus albores La Habana inspirara canciones perdidas en el tiempo, 
si bien el género habanera confirma la personalidad musical de esta 
ciudad.
Fue con la irrupción de las grabaciones fonográficas que
 esa musa llamada Habana comenzó a ser cortejada de mil maneras por 
músicos que contaban, mejor dicho, cantaban su historia.
Por 
ejemplo, Miguel Matamoros en su inmortal "Son de la Loma" se preguntaba 
de dónde serán los cantantes, si de Santiago o de La Habana, "tierra 
soberana".
Julio Gutiérrez se inspiró en el amanecer capitalino 
para hacer "Sí es La Habana", grabada con el cuarteto Los Riveros, en 
tanto Marta Valdés le ponía filin a su ciudad con "Por La Habana".
La inmensa Moraima Secada grabó "Mi Habana de siempre", de autor 
desconocido, y Los Zafiros decían de su hermosa Habana "lindo es tu 
Prado, lindas son tus calles, bello es tu mar", en un gran tema de 
Rolando Vergara.
"Que se sepa que yo soy de La Habana", advertía
 a quien quisiera oírlo el fenómeno musical que fue Irakere, que legó un
 emblemático coro: "Oh, La Habana, oh, La Habana... ¿Quién no baila, 
quién no goza caballero en mi Habana?".
En "La Habana Sí", los 
Van Van llegaron a considerarla la capital más bella de América Latina, 
si bien luego reconocieron que "La Habana no aguanta más", refiriéndose a
 las migraciones internas.
La gente de Habana Abierta le rindió 
culto desde su mismo nombre, y uno de los integrantes de ese fecundo 
colectivo, Vanito Caballero, bendecía la ciudad de sus sentimientos en 
su trepidante "Habana a todo color".
No solo los cubanos le han 
cantado a su capital. Si la española Lolita cantaba "Tengo un amor en La
 Habana que cada mañana me manda un barco con una flor", su compatriota 
Joaquín Sabina afirmaba que "a la Habana, hasta el deterioro le sienta 
bien".
La madrileña Ana Belén hizo suya el "Habáname" de Carlos 
Varela, mientras el cineasta español Benito Zambrano le dedicó un Habana
 Blues, con canciones de Descemer Bueno, Kelvis Ochoa y X Alfono.
A su vez, el argentino Fito Páez -uno que siempre regresa- confesó en 
"Habana" que no puede olvidarla porque su perfume tan extraño le 
apasiona.
Aquí el grupo español Jarabe de Palo encontró a su 
"Flaca", coral negro de La Habana, tremendísima mulata, y el rockero 
Dago Pedraja metió caña con su improbable "Nieve en La Habana".
Dos bellas canciones compuestas para esta ciudad son "Hoy mi Habana", de
 José Antonio Quesada y cantada por Xiomara Laugart, y "Andar La 
Habana", del trovador Ireno García.
Sin embargo, pocas 
composiciones emocionan tanto como el "Sábanas Blancas" de Gerardo 
Alfonso, tema ecléctico como la ciudad que lo inspira, mezcla de trova, 
guaguancó y mucho amor.
Dicha canción hace un periplo por 
diferentes rincones habaneros, al igual que hizo la orquesta NG la Banda
 con "La Expresividad", un paseo por barrios, municipios y tradiciones 
de la capital.
En el ámbito bailable triunfó "La especulación de
 La Habana", de Paulito FG; Pachito y sus Kiki calentaban las pistas con
 "La Habana me queda chiquita" y Manolito y su Trabuco legaba "Locos por
 mi Habana", donde afirmaba que vivir aquí era (es) un privilegio.
Abundan las razones para amar esta ciudad, tantas que a muchos, como 
señalaba el sonero Adalberto Álvarez en "Un pariente en el campo", les 
gusta hacerse los habaneros. Y se lo creen...
ro/cmv
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