América Latina fue en el 2014 un avispero noticioso,
en despachos que hablaron de tres elecciones presidenciales —todas
ganadas por candidatos de izquierda o progresistas—, cumbres de alto
nivel de distintas organizaciones de carácter integracionista y muchas
otras, las cuales quedaron desbancadas como las de mayor importancia
anual ante el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y la liberación de cinco hombres de la isla presos en la nación del norte por sus actividades antiterroristas.
El pasado día 17, en intervenciones simultáneas en La Habana y Washington, los presidentes Raúl Castro y Barak Obama
anunciaron el restablecimiento de los vínculos diplomáticos, rotos por
los estadounidenses en 1962 por diferencias ideológicas con su pequeña
vecina, a la que impuso entonces un férreo y destructivo bloqueo
económico, financiero y comercial.
Esa noticia, considerada la más importante de los últimos 50 años, con
repercusiones más allá de América Latina, vino acompañada de otra de
suma trascendencia para el pueblo cubano: la liberación de los
antiterroristas Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino,
condenados a muy altas penas de prisión en cárceles estadounidenses, y
por cuya libertad se libró a nivel mundial una continua batalla, en
especial en el último quinquenio. Sus compañeros René González y Fernando González ya habían cumplido sus condenas y estaban en Cuba.
También, en este 2014 —y con la negativa repercusión política que
revestía un eventual ascenso de la derecha de la región en las
elecciones presidenciales marcadas este año, e incluso en sus continuos
planes desestabilizadores— se celebraron comicios nacionales en Bolivia, Brasil y Uruguay, tres naciones reconocidas por el carácter progresista e inclusivo de sus actuales gobiernos.
Pero las fuerzas derechistas, que intentan sin resultado remitir la
región a la etapa neoliberal ya superada, vieron desplomarse sus
intenciones con los triunfos de los reelectos mandatarios Evo Morales,
en Bolivia y Dilma Rousseff, en Brasil, y la victoria de Tabaré Vázquez,
postulado del izquierdista Frente Amplio, en Uruguay.
A pesar de los esquemas mediáticos de los grupos oligárquicos y las
continuas presiones políticas, que en Brasil asumieron ribetes
escandalosos, estos líderes suramericanos con sus victorias mantienen la
misma correlación política en América Latina, con una geopolítica que
favorece a los gobiernos populares y sus nuevas políticas de inclusión
social desde los años 90 del pasado siglo.
Tampoco pudieron con la pujanza del gobierno de Argentina y su presidenta Cristina Fernández,
ante la arremetida de los llamados fondos buitres y la decisión de un
juez estadounidense de impedirle el pago a sus acreedores. Una batalla
que aún perdura —y que puede repetirse en cualquier país— pero que los
argentinos ganaron al evitar la declaración de un default por el
magistrado y acceder al pago con los acreedores que aceptaron sus
condiciones.
También ocupó las páginas internacionales el proceso de paz en Colombia
y su ruptura unilateral por el gobierno del presidente Juan Manuel
Santos —considerada desmesurada e irresponsable—, ante la captura por
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo
(FARC-EP en terreno de guerra del general Rubén Darío Alzate, quien
violó los protocolos militares, y, vestido de civil.
Alzate y sus acompañantes fueron devueltos por la guerrilla que opera
en la zona, se reanudaron las pláticas de paz en La Habana con la agenda
planificada, y, en un gesto de buena voluntad, las FARC-EP decretaron
un cese al fuego indefinido este diciembre.
Un hecho que no es inusitado en México pero que estremeció las
conciencias de ese país empobrecido por, entre otras razones, el Tratado
de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, ocurrió el pasado 26 de
septiembre, cuando 43 estudiantes normalistas de Iguala, en el Estado de
Guerrero fueron apresados y desaparecidos, y se considera a estas
alturas que fueron asesinados, incinerados y arrojados al río San Juan y
al basurero del barrio de Cocula.
La desmedida acción creó una crisis política al presidente Enrique Peña
Nieto —quien, según familiares de las víctimas, poco hace para resolver
el crimen—, debido al revuelo internacional que se armó por el caso y
las continuas movilizaciones que estremecieron al país de los antiguos
aztecas. Hasta hoy solo se conoce la complicidad de los alcaldes de
Iguala y Cocula en el crimen. Incluso, se plantea que el primero entregó
los jóvenes al grupo mafioso Guerreros Unidos, con quienes mantiene
estrechos vínculos.
CUMBRES DE SOLIDARIDAD Y DESARROLLO
Fundamentales fueron este año las cumbres presidenciales celebradas en
aras del fortalecimiento de los organismos de integración regional —como
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Unión de
Naciones Suramericanas, (UNASUR) la Alianza Bolivariana para los pueblos
de América (ALBA), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), y la Comunidad
del Caribe (CARICOM)—, cuya política unitaria es orden del día de estos
organismos suramericanos y centroamericanos.
La CELAC, con 33 miembros, una entidad regional de nueva creación,
celebró su II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, del 28 al 29 de
enero en La Habana —que la presidía protémpore y la pasó a Costa Rica en
el 2014—, donde se aprobó un texto que reconoce que no somos iguales,
pero que solo bajo el signo de la unidad se podrán enfrentar los retos
comunes de la región.
Ha sido un año donde esos órganos —muchos de ellos surgidos de las
ideas protagónicas de líderes revolucionarios como Fidel Castro, Hugo
Chávez, Luiz Inacio Lula da Silva y Néstor Kitchner— ganaron un mayor
protagonismo este 2014, cuando acordaron revitalizarse con nuevos planes
de integración, basados en la complementación y respeto hacia las
asimetrías económicas nacionales, la soberanía y la independencia de los
países.
Los continuos ataques a Venezuela —que ha logrado rebatirlos y seguir
adelante— por parte de Estados Unidos y la derecha internacional, los
bajos precios del petróleo inducidos para quebrar a los productores,
como a la nación suramericana; los vaivenes de la economía mundial, no
hicieron retroceder sino reajustar los planes económicos de las grandes
economías sureñas, sin renunciar —y así se corroboró en las cumbres
efectuadas—, al crecimiento y desarrollo nacional sostenido.
Dos grandes proyectos de trascendencia mundial también tuvieron
repercusión en Cuba y Nicaragua. En Artemisa, provincia occidental de,
Cuba, quedó inaugurada este año por los presidentes Raúl Castro y Dilma
Rousseff la Zona de Desarrollo del Mariel, una moderna terminal de
contenedores con capacidad y prestaciones para la operación de buques de
la generación Súper-Post Panamax, en cuyos primeros 702 metros de
muelle hay equipamiento de alto nivel de automatización. Con la actitud
de Brasil se impulsó la nueva Ley de Inversiones cubana, que tendrá allí
grandes posibilidades para el desarrollo nacional.
Mientras, en Nicaragua, durante este último mes del año fueron
inauguradas las obras del Gran Canal Interoceánico, de aproximadamente
278 kilómetros, desde el litoral del Pacífico de esa nación
centroamericana hasta el Caribe.
El megaproyecto, que será ejecutado por la empresa china HKND junto a
la Comisión del Gran Canal Interoceánico, cambiaría la geopolítica
regional al reducir la importancia de la única vía existente en la
región de iguales características, en Panamá.
En el 2014 también se celebró el décimo aniversario de la constitución
del ALBA, un ente integracionista de amplia repercusión social, fundado
por Fidel Castro y Hugo Chávez para colaborar en el mejoramiento de la
calidad de vida de las sociedades, no solo las propias, sino la de sus
11 miembros y cualquier otro país que así lo solicite.
El ALBA se mantiene como uno de los puntales de la integración mediante
sus proyectos comunitarios, como la Operación Milagro, que devolvió la
visión a más de tres millones de latinoamericanos, caribeños y de otras
naciones; las campañas de alfabetización; las misiones médicas, de
deporte y de cultura, esparcidas en la región con colaboración de Cuba y
Venezuela.
En La Habana también tuvo lugar la Cumbre CARICOM-Cuba este mes, con la
presencia de los líderes del Caribe, en la que de nuevo pasaron revista
a las relaciones insulares y se planteó la celebración de una zona
económica de desarrollo, integrada por el ALBA, el MERCOSUR y las
naciones de la Comunidad, lo que abre nuevas perspectivas de desarrollo
para una zona dependiente en lo básico del turismo y la hotelería.
Destacó también como otra noticia de primera línea el envío por Cuba a
África de más de 200 colaboradores médicos para combatir el virus del
ébola, una información que atrajo la mirada del mundo sobre la pequeña
isla caribeña, considerada un referente de la medicina internacional.
Cuba, en nombre del ALBA, llevó hasta tierras de Sierra Leona, Guinea y
Liberia a médicos y enfermeros con alto nivel de preparación, en tanto
en La Habana se realizó un seminario internacional para la futura
preparación de galenos de otras latitudes.
Otro buen ejemplo del fomento de las relaciones interregionales y de
alcance mundial tuvo su momento especial con la celebración de la VI
Cumbre de los BRICKS en la ciudad brasileña de Fortaleza, con resultados
que pueden ser de alta significación para América Latina en las
próximas décadas.
Con la asistencia de los líderes de Rusia, China, Brasil, Sudáfrica e
India, el grupo BRICS celebró una reunión paralela al más alto nivel con
la UNASUR, a la que asistió el presidente chino Xi Jinping como
invitado especial, en la búsqueda de potenciar aún más las relaciones
geoestratégicas de la región con el gigante asiático.
El hecho de que el grupo BRICKS decidiera la creación de un Banco de
Desarrollo radicado en Shanghái —con pretensiones de salir del entorno
de las grandes corporaciones capitalistas, como el Fondo Monetario
Internacional y la hegemonía del dólar—, puede ser fundamental, en la
medida que esa iniciativa prospere, por el significado político de la
deuda económica de la América luso e hispano parlante.
El encuentro con China propició la firma de más de 100 pactos
bilaterales y de cooperación técnica asignados con la región, en
particular con Chile, Argentina, Venezuela, Cuba y otros países de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El 2014 fue, en conjunto, un buen año para América Latina, con
crecimientos económicos importantes, otros con anuncios de ascensos para
el próximo y, en especial, por la consolidación y revitalización de
significativos entes regionales que permitirán una mayor expansión
económica y social en el año que comienza.