Solo hay una manera viable de retirar a (Alan) Gross de una ecuación suficientemente compleja (con Cuba), afirma este lunes un nuevo editorial de la edición impresa del diario norteamericano The New York Times: La administración Obama debe canjearlo por los tres cubanos que llevan más de 16 años tras las rejas en Estados Unidos.
El diario, que en octubre publicó tres editoriales a favor de la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, reconoció que  ”hace
 casi cinco años, las autoridades en Cuba detuvieron a Alan Gross, un 
subcontratista del gobierno estadounidense que estaba trabajando en un 
sigiloso proyecto” para extender una red ilegal en la Isla. 
“Aunque un creciente número de 
líderes en Washington y La Habana parecen estar ansiosos por comenzar a 
normalizar la relación entre los países, el caso de Gross se ha 
convertido en el principal obstáculo para lograr un avance diplomático”,
 asegura el diario en el editorial que se publicó simultáneamente en 
inglés y español, y se adelantó en la edición digital en la noche de 
este domingo.
Añade
 que “en la Casa Blanca, la posibilidad de un intercambio de presos con 
La Habana genera ansiedad, debido a las críticas que surgieron en mayo, 
cuando Estados Unidos negoció la liberación de un soldado secuestrado en
 Afganistán a cambio de cinco líderes del movimiento Talibán”. 
Sin embargo, el diario reafirma que “en circunstancias excepcionales, vale la pena hacerlo. El caso de Gross es una de ellas”.
Gross
 viajó a La Habana cinco veces en 2009, bajo la dirección de Development
 Alternatives Inc., que tenía un contrato con la Agencia para el 
Desarrollo Internacional de Estados Unidos. Fingiendo ser turista, 
transportó furtivamente equipos de comunicación, añade el rotativo.
“El
 Gobierno cubano, que lleva años protestando los proyectos encubiertos 
para promover reformas democráticas en la isla, condenó a Gross en 2011 a
 15 años de prisión por actos que atentan contra la integridad del 
Estado”, dice.
Reconoce
 que “durante los primeros meses de su detención, funcionarios en la 
isla sugirieron que estarían dispuestos a liberar a Gross si Washington 
suspendía los proyectos cuyo fin es destituir al actual Gobierno cubano.
 Esas negociaciones no prosperaron”.
The
 New York Times asegura categóricamente que funcionarios norteamericanos
 han concluido que para lograr la libertad de Gross, es necesario 
repatriar a los tres agentes cubanos que fueron condenados en un juzgado
 federal en Miami, en 2001.
Sugiere que “para
 efectuar un canje, el Presidente Obama tendría que suspender el resto 
de la condena de los reos. Esa acción sería justificable si se tiene en 
consideración el largo periodo que han estado presos, las críticas 
válidas que han surgido respecto a la integridad del proceso judicial 
que enfrentaron, y los posibles beneficios que un canje podría 
representar para lograr un acercamiento bilateral”.
El
 diario asegura que preso que más le importa al Gobierno cubano, Gerardo
 Hernández, “fue condenado a cadena perpetua. Hernández, el líder de la 
Red Avispa, una agrupación que infiltró grupos de exiliados 
cubanoamericanos en el sur de Florida durante la década de años noventa,
 fue hallado culpable de conspiración para cometer asesinato. La 
fiscalía acusó a Hernández de conspirar con autoridades en La Habana 
para derribar aviones operados por un grupo de exiliados que solían 
repartir folletos sobre la isla, incitando a una revolución contra el 
gobierno. A sus cuatro asociados se les declaró culpables de delitos no 
violentos. Dos han regresado a Cuba, y los otros dos van a ser liberados
 relativamente pronto”.
Añade del The New York Times:
Un
 panel de tres jueces del Juzgado de Apelación del Distrito 11 revocó 
los fallos en agosto de 2005, habiendo determinado que un conjunto de 
factores impidieron que los acusados tuvieran un proceso justo.
 Los jueces establecieron que, en vista de la enorme hostilidad contra 
el gobierno cubano en Miami, y de cobertura periodística vilipendiando a
 los espías, el jurado no podía ser imparcial. Al revisar el caso 
posteriormente, todos los jueces de la corte de apelación dieron revés a
 ese fallo y restituyeron los veredictos. Sin embargo, jueces de esa 
corte señalaron otras deficiencias en el proceso judicial, que llevaron a
 una reducción en la condena de tres de los presos. La jueza Phyllis 
Kravitch escribió una opinión disidente, argumentando que la acusación 
de conspiración para cometer asesinato imputada contra Hernández no 
tenía fundamentos. Los fiscales, según la jueza, no establecieron que 
Hernández, quien le proveyó a La Habana información sobre los vuelos, 
había acordado con autoridades en la isla que los aviones serían 
derribados sobre espacio aéreo internacional. Si los aviones hubieran 
sido derribados sobre espacio aéreo cubano, el acto no habría 
constituido un delito bajo la ley de Estados Unidos.
El
 regreso de Hernández a la isla es una prioridad primordial para el 
Presidente de Cuba, Raúl Castro. Los líderes cubanos han celebrado a los
 presos como héroes y han protestado que el proceso legal fue injurioso.
 Entidades independientes, incluido un panel de Naciones Unidas que 
evalúa detenciones arbitrarias, y Amnistía Internacional, han sido 
críticas del proceso judicial.
El
 diario reconoce que a través de los años, funcionarios estadounidenses 
han dicho que no están dispuestos a intercambiar a los cubanos por 
Gross, dado que alegan que los casos no son equivalentes.
“Sin
 embargo, un canje podría abrir el camino para reanudar lazos 
diplomáticos, lo cual permitiría que Estados Unidos tuviera mayores 
oportunidades de fomentar cambios positivos en la isla mediante la 
expansión de comercio, turismo y mayor contacto entre cubanos y 
norteamericanos. De lo contrario, se perpetuará la enemistad que ha 
reinado durante más de 50 años, continuando así un ciclo de desconfianza
 y actos de sabotaje por ambos lados”, asegura.
Y
 remata: “Más allá de los méritos estratégicos de un canje, la 
administración tiene un deber de hacer más por lograr la liberación de 
Gross. Su arresto se llevó a cabo como consecuencia de una estrategia irresponsable.“
El
 diario asegura que Gross ha bajado más de 45 kilos de peso durante su 
detención. Está perdiendo la vista en el ojo derecho. Tiene dolencias en
 las caderas. En junio, su madre falleció. En mayo, luego de cumplir 65 
años, Gross dijo que este año será el último que pasa en cautiverio, 
amenazando estar dispuesto a quitarse la vida si no recobra la libertad.
 Sus seres queridos han tomado sus palabras literalmente, 
considerándolas como una advertencia de un hombre desesperado.
“Si
 Gross muere estando en custodia, la posibilidad de establecer una 
relación más saludable con Cuba desaparecerá por varios años. Obama tiene que reconocer que esto es enteramente evitable, pero hay que actuar pronto”, concluye.
- Para leer el editorial completo, véalo aquí
 
Tomado de CubaDebate
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