Por Carlos Eduardo Maristany Castro*
“Nada de política”. Esta fue la única e inobjetable condición del actor para conceder la entrevista. Luego, como para recordar las reglas del juego, Reynaldo Miravalles escaneó con impresionante mirada a su entrevistador, para después romper el hielo con una típica frase beisbolera: “Tira pa’cá, que yo bateo la que me parezca bien”. Altísimo, sencillo y jovial, Miravalles recibió al visitante como con una actitud propia de Hemingway: con los pies absolutamente descalzos, en contacto directo con el piso. Entonces sobrevino, en hora buena, aquello que los cubanos llamamos una conversación “a piernas sueltas”.
-Muchas personas piensan que su última incursión en el cine cubano, antes de salir del país, fue en Alicia en el pueblo de Maravillas (1991). Sin embargo,a esta cinta le siguieron Mascaró (1992) y Quiéreme y verás (1993).¿Qué siente al volver a filmar aquí tras 19 años de ausencia laboral?
-No he hecho en 19 años películas en Cuba porque no vivo en Cuba. Vivo en otro país. Amo a Cuba, pero vivo en otro país, por necesidad que tengo, y porque tengo otra forma de vivir.
Esta película me ha brindado un argumento que a mí me parece que es muy bueno, extraordinario. Y he aceptado, el ar-gu-men-to -enfatiza-. Cuando te digo el argumento, te lo estoy diciendo todo. ¿Ya? Es un placer para mí y un placer para los que trabajan aquí. Cuando yo me encuentro con mis compañeros es como si antes me hubiese encontrado con ellos antier o ayer, porque jamás he tenido conflicto con nadie. ¡Ja-más! -subraya.
Tengo aquí en Cuba un crédito, y como tengo ese crédito, si hubiera vivido en este país, ¡que es mi patria -vuelve a enfatizar-!, y no hubiera vivido en otro país, que no es mi patria, es… facilidad que me ofrecen por razones de familia, hubiera hecho muchas más películas. Ahora hay una facilidad para que se pueda hacer, como me lo han hecho a mí ahora, invitarme a que yo haga una película. Y tengo la satisfacción de hacer esa película, porque es muy buena, el argumento está muy bien escrito, el resto de los actores son buenos todos, y se hace una buena película que favorece al cine de este país.
-Usted tuvo una participación destacada en varias obras importantes del cine revolucionario cubano, comoHistorias de la Revolución (1960), El joven rebelde (1961), Las 12 sillas (1962), El hombre de Maisinicú (1973),Los sobrevivientes (1978)… ¿Cómo fue su acercamiento a los conflictos de sus respectivos personajes en estos filmes?
-Tú fabricas la compostura de esos personajes, que están escritos, y van trayendo una composición de la vida: es un tipo de esta forma, o de otra. El autor me lo va facilitando, y yo lo convierto en persona real. Poco a poco voy viendo que ese tipo tiene un comportamiento que a lo mejor yo, como ser humano, no lo tengo. Pero lo conozco, lo he visto, lo siento y lo incorporo a mí como si fuera un abrigo. Y así se hacen las películas.
-Estos han sido años de escasas apariciones en el cine…
-Si tú no vives en tu país, no hay un estilo de producción para que te seleccionen. Para esta película, no hay mucha gente que tenga la edad que tiene que salir en ella. Los viejos trabajan en el cine porque abren la puerta y solo dicen: “el señor no está”, y cierran la puerta. Los argumentos para viejos no existen en el cine. No para mí, que tengo ya muchos años y ahorita voy a tener un siglo. Actores famosísimos del cine americano no ponen la cara ahora en el cine. Lo que ponen es dinero para que hagan las películas, pero sus caras no se ponen más. ¡Já, já, já! Y además, para hacer una película, el argumento tiene que estar bueno. Si me ofrecen una película que no esté bien el argumento… ni aquí, ni allá. No la hago tranquilamente. Aquí, no quiero especificar, me han ofrecido películas. Pero las películas que no me interesen, no las hago, porque me parece que es perder prestigio.
Chijona encontró a un actor que tiene la edad que necesita tener el personaje de esta película, y me invitó a que yo viniera a Cuba. Lo primero que yo le dije es: me tienes que dar el guión, para yo saber si el guión me conviene. No la economía -aclara-, sino el guión. Entonces me dieron dos guiones que eran demasiado amplios, y les dije que no. Después me trajeron otra versión. A mí me pareció que era una cosa agradable, y acepté venir a hacerla. Antes de esta ocasión, ya había venido varias veces a ver a mi familia. Aquí nunca he tenido el menor conflicto.
-Hábleme de las cosas curiosas que le suceden por las calles durante sus visitas a La Habana.
-Mira, te voy a contar una cosa que es excesivamente poco común. Rolando Díaz me está haciendo un documental larguísimo, hablando yo toda la bobería que he hecho. Entonces nos dio a la familia 5 papeletas para que fuéramos al Teatro Carlos Marx a ver el fabuloso espectáculo “Amigas”, de Lizt Alfonso. Ok. Entonces me dijo: “Siéntate ahí. Vamos a esperar a que la gente salga un poco”. Cuando empezaron a salir él comenzó a hacerme fotografías. Al inicio, la gente no sabía quién era el que estaban fotografiando. Pero según fue saliendo, el público me fue conociendo. Y se empezó a hacer un escándalo emotivo. La gente cogía a sus niños para que me abrazaran. Y había una señora gruesa que me vio y me dijo: ¡Miravalles, tú estás vivo! ¡Já, já, já! Y yo le dije: “vieja, como no voy a estar vivo”. ¡Já, já, já! Y empecé a salir del teatro, y montones de personas gritándome, saludándome, dándome la mano, por la emoción de verme.
Yo nací en El Callejón del Chorro, en la Plaza de la Catedral. Ahí viví hasta los 3 o 4 años. Yo fui a decirle a la gente que yo había nacido ahí. Y se me aparecieron más de 60 personas a preguntarme, a hacer chistes conmigo. Yo hice chistes con ellos. Este país me recuerda. Simplemente me siento un hombre feliz porque el trabajo que yo hice la gente lo reconoce, y la amistad que la gente me brinda me alegra. Y no ha sido una sola vez. Me aplauden con afecto. Cada vez que vengo aquí soy feliz. Esta es mi patria. Dondequiera que viva, esta es mi patria.
-A los 89 años, debió ser un reto para usted interpretar este importante rol en Esther…
-El que hizo el guión es muy astuto. Molina (intérprete de la contraparte del rol de Miravalles) es un hombre joven. Y cuando Molina era más joven yo cogía una biblia y me aprendía 15 páginas. Ahora me cuesta más trabajo una página. Entonces el diálogo mío en esta película no es un discurso, sino algo más corto. De lo contrario no podría haberlo hecho, porque mi cabeza ya no está tan bien. Este es un diálogo conversacional que se aprende mucho más fácil. ¿Pero retos? Yo no tengo retos. Lo que tengo que ver es que el guión esté bien escrito, que la historia sea interesante, que el director sea bueno, que el fotógrafo sea bueno, que los compañeros que trabajen sean intelectuales y brillantes actrices y actores. Con eso yo hago mi trabajo.
-Prestigiosas figuras de las artes escénicas cubanas, que completaron el elenco de Esther…, han declarado sentirse complacidas de compartir créditos con usted en este filme.
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