La derecha brasileña incita a un golpe militar contra la reelecta
mandataria Dilma Rousseff, mientras las centrales sindicales y los
movimientos sociales llaman a detener los planes subversivos...
El derechista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) no admite
el dictamen de las urnas y comenzó una campaña subversiva. |
Las fuerzas de la derecha en Brasil están incitando a los militares a un golpe contra la reelecta presidenta Dilma Rousseff,
luego del descalabro que sufrieran en las elecciones del pasado 6 de
octubre, en las que el pueblo, una vez más, decidió continuar con las
políticas inclusivas del Partido de los Trabajadores (PT) y eliminó las esperanzas neoliberales de retornar al Palacio de Planalto.
El derechista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que
quedó más de tres millones de votos por debajo de la Mandataria petista,
no admite el dictamen de las urnas y comenzó una campaña subversiva en
la cual hay alusiones a la instauración de una dictadura militar, como
la sufrida por los brasileños entre 1964 (tras el golpe al presidente
Joao Goulart) y 1985.
Analistas consideran que se trata de otra sucia maniobra del PSDB para
incitar a la disidencia popular contra la mandataria, sin posibilidades
de éxito, pero también es cierto que la ajustada victoria del PT (51,64
contra 48,2% del socialdemócrata Aécio Neves) indica una polarización
política en la nación suramericana y un desafío para el mandato que
comenzará el primer día de enero próximo.
A pesar de los llamados al diálogo de la presidenta, los líderes de la
social democracia y otras fuerzas opositoras se niegan a conversar,
mientras tratan de socavar los cimientos del cuarto mandato consecutivo
del partido fundado por el líder obrero y expresidente Luiz Inacio Lula
da Silva.
El PSDB amenazó a la victoriosa presidenta poco después de que se
decretara su victoria. El candidato de ese partido a la vicepresidencia,
Aloysio Nunes Ferreira, dijo a la prensa que “no tenemos por qué
disminuir la intensidad de la oposición. Ella (Dilma) no tiene derecho a
la luna de miel que todo gobernante recién electo tiene”, tras
prometer que “haremos una oposición “firme” y “sin transigencia”. No
tendrá, aseguró, tregua de nuestra parte”,
El presunto golpe militar
La voz de alarma del presunto golpe militar procedió de declaraciones
hechas por figuras de la derecha, como el juez del Supremo Tribunal
Federal Gilmar Méndez, -designado por el expresidente Fernando Henrique
Cardozo- quien llamó a la desestabilización contra lo que denominó
“dictadura del Partido de los Trabajadores”, el que, opinó, instauraría
una “Corte bolivariana”, en alusión a las supuestas alianzas políticas
de Brasil con Venezuela.
El juez Méndez, en una alocución repetida por los medios conservadores,
ofendió incluso al expresidente Lula – el político más popular de
Brasil en las últimas décadas- con insinuaciones mentirosas sobre su
proceder personal, acusándolo de alcohólico.
Hasta ahora, las redes sociales, declaraciones y manifestaciones
públicas en sus bastiones electorales constituyen la plataforma
principal de los opositores derechistas para tratar de quebrantar la
institucionalización.
Uno de los blancos de los planes subversivos es el Ejército brasileño,
que recibió en su página de la red social Facebook cientos de mensajes
sin firma que exigían la intervención de las Fuerzas Armadas en el
gobierno de Rousseff, - muy al estilo de lo que hicieron con Goulart.
Los envíos cibernéticos también amenazaban de muerte a Rousseff y a Lula
da Silva.
La presencia de la oposición en la página de los uniformados
–presuntamente seguidores de Aécio Neves- llaman a “tomar cartas en el
asunto”, o sea, a instaurar una nueva dictadura militar. La Comisión de
la Verdad que ahora examina el historial represivo de los militares en
los llamados años del plomo informó que en 1964 más de 50 mil personas
fueron detenidas y torturadas, entre ellas la Mandataria, y miles de
asilados en otras naciones.
Las denuncias de los planes subversivos derechistas aparecieron en el
portal web del PT (pt.org.br), en la que se consigna que “incitar golpe
de Estado contra la democracia puede configurar delito. La Ley N ° 7170
de 1983 lo define como crímenes contra la seguridad nacional y el orden
político y social, manifestación contra el actual representante y el
régimen democrático, la Federación y el Estado de Derecho”.
Los seguidores de la derecha, que tiene bajo su mando los principales
órganos de prensa del país, también atacaron en las redes sociales a los
pobladores pobres del Nordeste que votaron por la permanencia de
Rousseff, a quienes califican de retrasados mentales y ciudadanos de
tercera categoría, en un ataque racista, propio de la burguesía
brasileña. Tales fechorías son analizadas, según se informó, por el
Departamento de crímenes cibernéticos de la Policía Federal.
Pero los antigubernamentales, en una postura de fuerza, también se
lanzaron a las calles. El pasado día 1, unos tres mil miembros del PSDB
marcharon por las principales arterias de Sao Paulo –la urbe más
importante de Brasil- con pancartas en las que se leía “Arriba la
policía motorizada”, “Abajo el PT”, y “Impeachment ya”. Sao Paulo es
considerado uno de los bastiones de la social democracia y el Estado que
más apoyó a Neves en las pasadas elecciones.
Los ataques derechistas, sin embargo, encontraron poco eco en los
movimientos sociales y sindicatos brasileños que impidieron en las urnas
el retorno de figuras de pensamiento retrógrado como Neves.
Ante la situación, el ministro Miguel Rossetto reconoció que “al nuevo
gobierno le esperan años de “dura lucha política contra el polo
conservador liderado por el PSDB… que quiere hacer una oposición a la
venezolana”.
Este jueves, las principales centrales sindicales brasileñas y los
movimientos sociales de Brasil se manifestaron en las calles paulistas
para rechazar los llamados a derrocar por la fuerza a la reelecta
Mandataria y a favor de las reformas del actual sistema político,
reportó la agencia de noticias Prensa Latina. En opinión de expertos,
solo la movilización popular puede detener los planes de
desestabilización en marcha.
De “derecha revoltosa” calificó el presidente de la Central Única de
los Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, a los grupos opositores. Hay que
demostrarles, precisó, que una mayoría está en contra de un presunto
golpe militar y las incitaciones que hacen al odio.
La movilización popular exigió el respeto a la institucionalidad del
país, censuró la violencia y solicitó al Congreso Nacional que convoque
a un plebiscito, en el interés de darles mayor impulso a las reformas
políticas prometidas por la Presidenta.
De igual manera el líder de la Central de los Trabajadores precisó que
la marcha contra los planes derechistas unirá a las fuerzas políticas
brasileñas por un proyecto diferente de país, las que continuarán,
expresó, hasta que el Legislativo reconozca un plebiscito para emprender
cambios en el sistema político brasileño.
La reforma política y el reencuentro con los movimientos sociales, que
le critican un distanciamiento político en su primer mandato, son dos de
las importantes promesas hechas por Dilma durante su campaña, lo cual
supone un duro golpe a la oposición conservadora, los banqueros y las
empresas periodísticas con sus articulados ataques comunicacionales
contra el PT, tanto dentro como fuera de Brasil.
Politólogos coinciden en que la composición del nuevo Congreso
resultante de la elección muestra un fuerte giro conservador, justo
cuando la principal iniciativa de Rousseff es la reforma política, que
necesita apoyo legislativo.
La población espera ahora la composición del nuevo gabinete y si sus
componentes son de tendencia conservadora –lo que uniría más al PT al
gran capital- o afiliados a líneas políticas acordes con las necesidades
del mayor país de América Latina, con más de 200 millones de
habitantes. De ello dependerá, en buena medida, el desempeño del
gobierno federal.
Tomado Cubahora
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