Gerardo, Tony y Ramón estuvieron por primera vez en el mismo estudio que por más de 16 años reclamó justicia por su causa…
Gerardo, Tony y Ramón compartieron nuevas anécdotas en el espacio Mesa Redonda. (Ismael Francisco / Cubadebate) |
“Los Héroes, en persona” era el anuncio del programa nacional Mesa Redonda
para la tarde de este viernes. Desde el pasado 17 de diciembre los
habíamos visto y escuchado a retazos, nunca suficientes para quien
finalmente conoce a esos hombres que admiró y sintió como familia
durante 16 años; tampoco para quien luego de tenerlos cerca se da cuenta
de que sus inestimables valores como seres humanos rebasan lo
imaginado.
Los vimos descender de la escalerilla del avión, disfrutamos la alegría
de observar a Tony y Mirta abrazándose, los besos postergados entre
Ramón y Elizabeth y el tierno beso de Gerardo en la frente de su eterna
amada Adriana. Cantamos junto a Silvio Rodríguez aquellas canciones que
fueron símbolos e himnos durante los crudos años de encierro, supimos
del embarazo de Adriana y vimos las fotos de ambos padres felices,
tomando en brazos a la pequeña Gema. Pero nos faltaba ese sueño
postergado de escucharlos, de conocer de ellos mismos las historias que
por más de 16 años tuvieron que contenerse.
Durante dos horas de emisión radiotelevisiva, los Héroes de la República de Cuba
respondieron a preguntas de un panel de periodistas de la prensa
escrita, la radio y la televisión e intercambiaron con el pueblo a
través de llamadas telefónicas. Era la primera vez de Gerardo, Tony y Ramón en
el mismo estudio que por más de 16 años reclamó justicia por su causa.
Dos horas entonces parecía poco para tantos sentimientos y anécdotas
postergados.
¿Cómo supieron de su regreso a Cuba y qué sensaciones experimentaron al
saberlo? ¿Cómo fueron los años en prisión? ¿A qué se aferraban para
mantenerse firmes? ¿Cómo ha sido su reincorporación a la vida normal
junto a su familia? Estas y otras preguntas fueron las protagonistas de
esta Mesa Redonda especial.
El regreso a Cuba
Aunque Gerardo siempre dijo que pensaría en el regreso a Cuba el día en
que el avión aterrizara, desde los minutos en los que las
circunstancias le anunciaron que algo diferente sucedería con su caso no
pudo dejar de soñar.
Como mismo los cubanos no podían creer el pasado 17 de diciembre que la
causa por la que tanto pelearon y que llegó a ocupar cada lugar del
archipiélago había llegado a un final feliz, para ellos tampoco era
fácil imaginarlo. Ramón reconoce que toda la operación para el regreso
fue discreta, coordinada, calculada milímetro a milímetro.
”Uno lleva 16 años preparándose para este momento, pero no estaba
preparado para el regreso aquel día”, confiesa Ramón y no tarda en
contar cada detalle.
“El lunes, estaba descansando, y me llama el guardia, y me dice: ‘pon
el reloj en la taquilla, ponte los tenis y ven conmigo’. Me lleva al
lugar donde uno se cambia de ropa, y me pasan a otro sitio para ponernos
las cadenas. Oigo que dicen una cosa rara: ‘hay que sacar a esta
persona hacia el aeropuerto más cercano. Las propiedades hay que
trasladarlas’.
“A mí algo me parecía muy extraño. Y yo, que soy el más optimista de
los tres, empecé a pensar que quizá iba a pasar algo bueno. Me sacan, me
esposan y me montan en el Van, con dos guardias, y me trasladan hacia
el Aeropuerto. Fue una operación relámpago. Llegamos y en eso escucho
que dicen: ‘Apúrate que el otro viene atrás’. Me montan en otra
camioneta y me trasladan para una institución médica”.
“Guerrero, empaca”, a las 5 y media de la mañana del lunes 15 de
diciembre este fue el aviso para Antonio de que una situación diferente
le depararía.
“Lo primero que me vino a la cabeza fue: llegó el momento. Empiezo a
recoger mis pertenencias, y escribo un mensaje (por correo electrónico):
‘me dijeron empaca’”.
“Hay un oficial, al que trato de sacarle información. Me llevan a una
celda de otra área: ‘Duerme tranquilo, que mañana a las 7 te vengo a
buscar’, dijo. Me encierran ahí. Aparto de mi mente esa noche la idea
de que iba para Cuba. Antes de las 7 de la mañana oigo la pregunta:
¿estás listo? Vamos por un pasillo a velocidad supersónica. Surge un
incidente en el pasillo: los oficiales corriendo y yo caminando. Me
entran a un salón de visitas y veo a una persona dándole la mano a
Gerardo. Grité: ¡Gerar!”
Por otro lado, Gerardo asegura que ver a Tony y a Ramón fue como el anuncio de que algo había cambiado para ellos.
Con su sentido del humor característico, relata Gerardo que “cuando
aterrizó el avión en Cuba, los oficiales subían y bajaban por la
escalerilla y nos demoramos en bajar. Me dije: “Si esto se demora, me
tiro por una ventana”.
“A mí no me dijeron nada, confirma Ramón, pero yo me hacía la idea de
que iba a Cuba. El 80 por ciento de mí sabía que venía. Esa noche no
dormí. Estaba pendiente de los muchachos, si los veía en algún lugar. Me
pasé la noche haciendo ejercicios. Alrededor de las 8, llegó un
guardia, abrió la puerta, y me dijo: ‘vas para el área de visita’. A
partir de ahora, no llevarás más las esposas. Como Tony, me sacaron muy
rápido por el pasillo. De pronto tenía a Gerardo delante, y a Tony. La
felicidad fue enorme. Corrí hacia ellos”.
Una vez en Cuba, Ramón dice que la principal sensación era el deseo de
recuperar el tiempo perdido y no saber por dónde empezar. El primer día,
cuenta que se levantó a las 6 de la mañana y llevó a sus hijas y a su
esposa a ver el sol salir; mientras, Antonio recuerda con alegría la
noche en que durmió en la misma cama de uno de sus hijos y se levantaban
varias veces en la noche para mirarse y reírse juntos.
Las bromas y la resistencia
Una de las preguntas que formuló el panel de periodistas de la radio,
la prensa escrita y la televisión cubana que participó en esta Mesa
Redonda estuvo relacionada con aquello a lo que se aferraron los Cinco
durante tanto tiempo para resistir la fuerza del tiempo.
Algunos, como Tony, contaron que saberse inocentes les permitió no
sentirse presos del todo, mientras que Ramón intentaba no pensar en la
familia, en sus hijas pequeñas y sí aferrarse a sus ideales y a la lucha
de grandes cubanos como Mariana Grajales, Antonio Maceo y los
Moncadistas, para entender que él también tenía que pasar por eso.
Cuenta Ramón que lo que más hacía era hacer ejercicios para no pensar,
escribir poesía que es un hobby que le apasiona.
“Me concentraba en otra cosa. Por las noches, buscaba recursos
sicológicos: la música -la de Silvio, de los Van Van-, el deporte, la
poesía. Ser traidor no es una opción para un revolucionario. Y nos
decíamos: el día en que el tablero se pongan a uno por uno, Gerardo es
el primero. Si él estaba libre, todos estábamos libres. Cada minuto que
pasé en la cárcel yo veía a nuestros hermanos conmigo. Yo nunca me veía
solo.”
“Había una fuerza interior, basada en la certeza de que habíamos hecho
lo justo. Si tú tienes apego a las cosas materiales, si tus objetivos
son otros, si no estás convencido, no puedes sostenerte. Por eso no
estuvimos presos… No hicimos nada extraordinario, sino lo que debíamos…,
asegura Tony con una modestia increíble.
Pero desde que uno conoce a Antonio Guerrero, poeta, pintor, autor del
poema musicalizado “Regresaré” y de hermosas acuarelas que más de una
vez hemos disfrutado, cuando uno admira la obra de caricaturas de
Gerardo Hernádez Nordelo, comprende también que los Cinco acudieran al
sentido del humor en estos minutos antes de llegar a la Patria.
“Cuando nos vimos los tres nos empezamos a portar un poquito mal,
porque la alegría no había modo de detenerla. Eso fue el 16. Nos
regresaron luego a la celda. Ahí nos enteramos de que a las 8 y 10 de la
mañana siguiente estaríamos en Cuba, y que esa noche, aunque
quisiéramos, no íbamos a dormir”. “Que no haya cámaras, porque todo el
mundo tendrá ojeras”, dijo Gerardo.
A las tres de la mañana del 17 los llamaron y les cambiaron la ropa de
prisión que llevaban, pero las tres mudas eran casi idénticas. Eso que
llevó a los Cinco a tomar unos pomitos de pastillas y convertirlos en
maracas. “Hicimos un trío”, cuenta Gerardo entre risas. “Prometo no
decir el nombre del trío”.
16 años de encarcelamiento es demasiado
Uno de los momentos más duros para los Cinco fue el momento del
encarcelamiento. “Inicialmente éramos 10. Yo era el único que los
conocía a todos. Y en efecto, cinco no resistieron las presiones y
decidieron cooperar con las autoridades en contra nuestra.”, cuenta
Gerardo. “El daño no fue tan grande desde el punto operativo, porque
gracias a la compartimentación no sabían tanto. La Fiscalía solo pudo
sentar a uno de ellos en la corte para testificar contra nosotros”,
explicó.
Para Gerardo, estaba claro que el objetivo de los fiscales y del FBI
era armar un show propagandístico alrededor de su caso. “Ellos sabían
que no habíamos hecho ningún daño al país, ni teníamos información que
dañara la seguridad nacional de EEUU”.
Durante la Mesa Redonda, Gerardo recordó un artículo publicado en el
Miami Herald, titulado “El espía tiene la llave” y que lo incitaba a
acusar a Fidel Castro por el derribo de las avionetas del grupo
terrorista Hermanos al rescate, el 24 de febrero de 1994.
“Había tres oficiales entre nosotros, y estaban en el grupo de los
Cinco que no se doblegaron. Los que decidieron colaborar con EEUU no
tenían ese rango. Por eso el sueño dorado de la fiscalía era tener un
oficial para acusar a Cuba. Cuando no lo consiguieron, se decidieron por
el ensañamiento”.
“Cinco decidieron claudicar, pero quiero resaltar la actitud de mis
hermanos. Contra René y Fernando no tenían mucho, y si hubieran
claudicado no habrían durado ni un año en prisión. Pero mantuvieron su
actitud. Cuando ellos, Tony y Ramón se mantuvieron firmes, surgieron los
Cinco”, cuenta.
Para Tony fue triste que en lugar de apresar a los terroristas los
apresaran a ellos, pero asegura que por suerte desde que conoció el
primer abrazo cubano se borraron de su mente todas las huellas del
sufrimiento.
Ramón relata que el 14 de septiembre de 1998 se vieron los Cinco en la
Corte. “Ahí me percaté quiénes habían pactado con el FBI y quiénes no se
doblegaron. Ahí supe que aquellos Cinco que no se doblegaron íbamos a
estar juntos, y a morirnos juntos”, añade Ramón.
Al pensar en las cadenas perpetuas que pesaban sobre ellos,Gerardo
dice: “En nuestras mentes lo único seguro que había era que debíamos
morir en prisión, si se mantenía la decisión del gobierno. Obviamente,
uno piensa que puede también no ser así…
Los Cinco también agradecieron a los miles de amigos que desde
distintos lugares del mundo se sumaron a su causa, entre ellos,
mencionaron a los norteamericanos que hasta llegaron a perder su trabajo
por su vínculo con la causa, los abogados, los presos que llegaron a
respetarlos por su fortaleza moral, los cubanos que desde que llegaron a
la Patria le han abierto un pedazo de su casa y de su corazón para
recibirlos
“A todos los que mostraron su solidaridad, a ellos va nuestro abrazo”, sentenció Gerardo.
No cabe dudas de que fue un programa simbólico: ahí estaban por primera
vez Los Cinco, contando lo que durante 16 años tuvieron que contener,
los periodistas que lucharon por su causa, los familiares como siempre
apoyándolos, los cubanos llamando telefónicamente, las imágenes de
archivo de más de 16 años de lucha, las canciones. Ahora, solo queda a
los cinco intentar recuperar el tiempo perdido y sanar el dolor con
amor, y eso, sabemos que les sobra para dar y recibir.
Tomado de CUBAHORA
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