Washington, 19 ene (PL) El cierre de la cárcel en la base naval
estadounidense en Guantánamo, Cuba, es hoy un punto polémico pendiente
en la agenda del presidente Barack Obama, quien desde 2009 prometió
poner fin a ese centro.
La Casa Blanca mantiene desde enero de 2002 una penitenciaría de tiempo
de guerra en dicha instalación militar, ubicada en territorio cubano
ocupado contra la voluntad del Gobierno y el pueblo de la isla caribeña.
Los contribuyentes estadounidenses tienen que pagar alrededor de tres
millones 300 mil dólares anuales por cada uno de los 122 prisioneros que
allí permanecen.
De acuerdo con informes de agencias federales
norteamericanas, eso significa que mantener un solo reo en Guantánamo
cuesta 40 veces más de lo que hay erogar para albergarlo en una prisión
de máxima seguridad en territorio continental.
La congresista
demócrata estadounidense Jackie Speier señaló recientemente la necesidad
de cerrar esta prisión, porque las torturas contra los detenidos allí,
constituyen un símbolo que utilizan con fines de reclutamiento grupos
extremistas como los talibanes y Al Qaeda.
La cárcel de
Guantánamo se ha convertido en un grito de guerra para que más personas
se levanten en armas contra Estados Unidos debido a las conocidas
técnicas de interrogatorios y alimentación forzosa contra detenidos en
huelga de hambre, añadió Speier.
El tema del cierre de
Guantánamo alcanzó más notoriedad a partir de febrero de 2013 ante el
extenso ayuno voluntario de los prisioneros en protesta por los abusos
cometidos en su contra y las condiciones de su detención durante más de
una década, sin imputarles acusación alguna.
Los reos rechazaban
medidas como el confinamiento por tiempo indefinido, los registros a
sus pertenencias y confiscación de copias del Corán, el libro sagrado de
los musulmanes, y muchos de ellos fueron alimentados a la fuerza ante
su insistencia en mantener la huelga.
Sectores conservadores en
Estados Unidos tomaron como bandera los recientes atentados terroristas
en París contra el semanario satírico Charlie Hebdo, que provocaron 17
muertos, para "argumentar" la necesidad de mantener abierta la cárcel de
Guantánamo.
A ese pedido se sumó la senadora republicana Kelly
Ayotte, con un proyecto de ley que pretende prohibir el uso de cualquier
fondo del presupuesto para construir o modificar instalaciones
penitenciarias en Estados Unidos con el fin de albergar a sospechosos de
terrorismo.
Las intenciones de esta legisladora, al igual que
las de su correligionario John McCain, quien apoyó la medida, están
dirigidas a sabotear las intenciones de Obama de cumplir su promesa
sobre el tema antes de terminar su mandato en enero de 2017.
Quienes se oponen a la clausura de la prisión argumentan temores de que
los reos, una vez liberados, regresen a sus supuestas actividades
terroristas, pero expertos advierten que las estadísticas oficiales
muestran que esto es poco probable en las condiciones actuales.
De acuerdo con reportes de la Oficina del Director Nacional de
Inteligencia, solo seis de 88 prisioneros liberados desde enero de 2009,
regresaron a los grupos extremistas y se sospecha que otro también lo
hizo, pero no está confirmada la información.
En años recientes,
la Casa Blanca logró transferir algunos prisioneros a otros países y
reducir la población penal a 122 detenidos, de un total de 780 que han
pasado por allí desde su inauguración.
pgh/rgh
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