Jorge Gómez Barata
Tal vez, a ciencia cierta nunca se conozca si el sistema político soviético colapsó por incapacidad para conducir una gigantesca economía ciento por ciento estatal o si no pudo hacerlo por la insolvencia para establecer un sistema político suficientemente flexible y democrático que gestionara un modelo económico con capacidad para auto renovarse según las exigencias del momento.
Loado, demonizado, mal defendido y apenas conocido, el sistema político vigente es el más importante resultado de la Revolución Cubana, su conquista más decisiva y el eslabón del cual depende todo. Cuando el sistema político no es eficaz nada lo es y si aquel se pierde se pierde todo, en primer lugar lo más importante en la política: el poder. De eso se trata y nadie lo ha formulado con más dramatismo y honestidad que el presidente Raúl Castro: “Cambiamos o nos hundimos” ¡Ni más ni menos!
El sistema político cubano originalmente legitimado por el precepto de que: La revolución es fuente de Derecho” que dicho sea de paso no es socialista sino liberal, fue un instrumento idóneo durante una larga etapa pero no apropiado para toda la eternidad. Lo que hace bueno a un modelo no es su ortodoxia sino la capacidad para mutar, relevarse a sí mismo y adaptarse a las circunstancias y ser contemporáneo con su presente. A la luz del marxismo, la innovación y la actitud ante el cambio no son defectos sino virtudes.
Las reformas en Cuba, que se aceleran porque como afirmó el presidente: “El tiempo apremia” avanzan en dos direcciones principales: dejan atrás el modelo de estilo soviético ciento por ciento estatalizado y súper centralizado, mediante el cual es imposible gestionar una economía moderna y eficaz y avanza en la democratización de la sociedad, comenzado por dar vigencia a los métodos colegiados de dirección, elevar el protagonismo de los territorios promoviendo la descentralización de la gestión social y dotando de influencia real a los procesos electorales.
La última jornada del parlamento cubano, ordenada y tranquila, como debe ser, y las elecciones que tendrán lugar en el mes de febrero parece ser una despedida a los viejos tiempos y a los viejos métodos que alguna vez fueron útiles pero ya no lo son. El presidente lo ha dicho: "…La actualización del modelo económico cubano…marcha con paso seguro y se empieza a adentrarse en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad…”
Las promesas de meses atrás son realidades como las de hoy son anuncio de nuevos desafíos: “Lo más difícil está por delante”. Allá nos vemos.
La Habana, 15 de diciembre de 2012
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