El cantante cubano Manuel González, conocido como Manolín, “El médico de la salsa”, está de visita en Perú. Todo el mundo sabe, y sabe Manolín, que muchas veces le he apoyado. Sobre todo en Miami, donde existen tan pocas amistades verdaderas. Pero también lo he apoyado en Cuba.
Sabe Manolín que en la última gran reunión de la nación y la emigración, celebrada entre el 27 y el 29 de enero del 2010 en La Habana, abogué porque artistas como él, y por él en particular, pudieran regresar a Cuba y contaran con un país detrás como base para su obra. Estaba presente el entonces Ministro de Cultura Abel Prieto, el que en ese momento era Presidente del Parlamento Cubano Ricardo Alarcón, el Canciller Bruno Rodríguez y el Vice Ministro de Cultura Fernando Rojas. Un respaldo necesario porque como el mismo Manolín ha dicho, su carrera mermó mucho en Miami, donde también se quejó de que no pasaban a los artistas cubanos por la radio. Sin un país y un pueblo detrás la obra no camina.
Sabe Manolín que aquí en Miami, en la época en que yo trabajaba en la WQBA, emisora de Univisión donde la influencia de los Estefan puede hacer que boten a un presentador, desaparezcan un programa y hasta una programación completa, él tuvo espacio en el programa La Noche se Mueve para que expusiera y denunciara, como hizo, todo lo que estimara.
Sabe Manolín que he sido su amigo, cuando todo el mundo le ha dado la espalda. Pero está bueno ya, porque se ha convertido en un manipulador que un día se queja de Miami como víctima del exilio extremista, y mañana mismo ataca a Cuba para que ese exilio recalcitrante le vuelva a perdonar. Todo para que le saquen en su prensa manipuladora, porque ellos ni van a comprar su música ni asistir a sus recitales.
Desde el pasado sábado 14 de junio se puede leer en el sitio oficial de Manolín en facebook un extenso cuestionamiento a la continuidad de la revolución. Desde mi regreso de Cuba el domingo 15 se repite constantemente en Miami: en la radio, la televisión y sitios en internet.
Tenía que ser Manolín, de nuevo Manolín; que quiso ser psiquiatra, se dedicó a la salsa y ahora, con casi 50 años en las costillas, parece que quiere ser político.
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