Cada 14 de junio los cubanos recordamos a estos gigantes de la historia de nuestro paíscuyo pensamiento y acción nos sirven de guía en los momentos actuales
Ciertas coincidencias ocurren por algo, como si quisieran resaltar la grandeza de peculiares días, de momentos trascendentes o distinguir figuras que han construido su propia historia y defendido la de su pueblo. El 14 de junio, aunque con una diferencia de 83 años, nacieron dos de los grandes protagonistas de la trayectoria de nuestra independencia: Antonio Maceo Grajales y Ernesto Che Guevara.
Foto: Granma |
¿Fue fortuita entonces la misma visión guerrillera, la fe inquebrantable en el triunfo, la seguridad en la independencia de la Patria tanto tiempo anhelada, el espíritu fuerte y la mente y el cuerpo enfocados en una causa justa y beneficiosa para su pueblo?, obviamente no. Ese 14 de junio no solo devino fecha insigne por el nacimiento de estas figuras emblemáticas, devino significativa por el origen de un mismo y firme pensamiento y actuar revolucionario.
Nacido en Santiago de Cuba en 1845, Maceo fue un hombre de ímpetu extraordinario, no podría haber resultado diferente siendo el primogénito de los Maceo Grajales. Recordemos su resolución al incorporarse con tan solo 48 horas de diferencia al histórico llamado de la Demajagua, su decidida actitud frente al Pacto del Zanjón, su papel definitorio en Mangos de Baraguá, su labor certera en la Invasión a Occidente, su constante accionar en las guerras de independencia, donde recibiera una veintena de heridas en las más de 800 batallas en las que participara. Una extensa hoja de servicios donde valores como la fidelidad a la causa insurrecta y el espíritu revolucionario e internacionalista sobresalían siempre por encima de sus propios intereses.
En esa misma fecha, pero en 1928 y en Rosario, ciudad de Argentina, nació el Che Guevara para, progresivamente —junto a otra generación de combatientes—, continuar la labor que durante años Maceo había sostenido por su pueblo. Su prioridad coincidía con la de su predecesor: contribuir a la emancipación definitiva de la Patria cubana —que se volvió suya— y la del continente latinoamericano.
Quién diría que ese pequeño asmático, ese joven aparentemente común, joven soñador, estudiante de Medicina, devendría uno de los más constantes y firmes combatientes del proceso independentista, síntesis de los valores más completos de revolucionario y hombre integral: el Che aparecía en todas las tareas que la lucha insurrecta procuraba. Expedicionario del Granma, combatiente, jefe de la Columna Invasora No. 8 “Ciro Redondo”, y con el triunfo, encargado de disímiles tareas del Estado y el Gobierno cubanos: jefe militar de La Cabaña y de Capacitación del Ejército Rebelde, jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria, presidente del Banco Nacional de Cuba, jefe militar de la región de Occidente, ministro de Industrias, miembro de la dirección del Partido, entre otras muchas.
En sus respectivos tiempos, con historias diversas, Maceo y Che protagonizaron una misma y única lucha con el perpetuo objetivo de alcanzar la soberanía de Cuba. Pretender aglutinar en simples líneas siquiera nociones de hombres que se erigen en paradigma, se torna complicado cuando sus acciones, a pesar de los años, se mantienen presentes para todo un Pueblo.
Granma
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