Roberto Morejón
La histórica escalinata de la Universidad de La Habana y sus aulas recibieron por estos días una concurrencia inusual, la de centenares de estudiantes, principalmente de Estados Unidos, deseosos de conocer la realidad de otros países.
Después de nueve años de ausencia por las restricciones impuestas por el entonces presidente George W. Bush, arribó a Cuba el majestuoso navío “MVExplorer”, operado por la Universidad del estado norteamericano de Virginia.
Se trata de una acertada iniciativa que auspicia el “Instituto de la educación a bordo”, una organización sin fines de lucro en el país norteño.
Los cubanos acogieron gratamente a los más de 500 curiosos estudiantes de Estados Unidos y a sus acompañantes mexicanos y canadienses.
Un grupo de ellos manifestó saber muy poco de Cuba y otros señalaron que escuchaban noticias tergiversadas y con este acercamiento, muy breve, pretendían constatar la verdad de la pequeña nación antillana.
En realidad el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba ha separado artificialmente a los pueblos respectivos, sin que tengan responsabilidad por la decisión impuesta por diversos inquilinos de la Casa Blanca.
Resultó estimulante ver cómo confraternizaban los estudiantes cubanos y estadounidenses y la forma en que el anfitrión, la Universidad de La Habana, organizaba una bienvenida sencilla, pero amistosa.
Profesores y directivos estadounidenses al frente del nutrido contingente estudiantil lamentaron la larga ausencia de Cuba del plan “Semestre en el mar”.
Ellos defienden el proyecto mediante el cual los bisoños universitarios recorren hasta 15 países para saber más de lo aprendido en las aulas.
La experiencia de esta Universidad flotante en las costas habaneras es positiva para ambas partes y desde ahora los cubanos esperan porque se concreten los vaticinios de que la próxima visita sea más extensa.
Oportunidades de este tipo para intercambiar información e ideas entre cubanos y estadounidenses NO son frecuentes por la vigencia del bloqueo.
No hay nada más ilustrativo que los jóvenes comprueben los aciertos y hasta las imperfecciones en un país pobre como Cuba, pero con niveles de acceso gratuito a servicios esenciales como la salud y la educación.
La Habana no es una ciudad cosmopolita de enormes y lujosos rascacielos y una parte de sus edificaciones sufre el rigor de los años pasados sin mantenimiento.
Pero los jóvenes universitarios procedentes de Estados Unidos no vieron niños desaliñados frente a los automóviles, en pugna por limpiar los cristales a cambio de algunas monedas.
La Universidad de Virginia, enclavada en una nación rica, organiza con ayuda externa el proyecto “Semestre en el mar”, sin dudas valioso para que los alumnos verifiquen que con frecuencia se manipula la realidad de países del Sur que ellos pueden visitar, aunque sea brevemente.
Después de nueve años de ausencia por las restricciones impuestas por el entonces presidente George W. Bush, arribó a Cuba el majestuoso navío “MVExplorer”, operado por la Universidad del estado norteamericano de Virginia.
Se trata de una acertada iniciativa que auspicia el “Instituto de la educación a bordo”, una organización sin fines de lucro en el país norteño.
Los cubanos acogieron gratamente a los más de 500 curiosos estudiantes de Estados Unidos y a sus acompañantes mexicanos y canadienses.
Un grupo de ellos manifestó saber muy poco de Cuba y otros señalaron que escuchaban noticias tergiversadas y con este acercamiento, muy breve, pretendían constatar la verdad de la pequeña nación antillana.
En realidad el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba ha separado artificialmente a los pueblos respectivos, sin que tengan responsabilidad por la decisión impuesta por diversos inquilinos de la Casa Blanca.
Resultó estimulante ver cómo confraternizaban los estudiantes cubanos y estadounidenses y la forma en que el anfitrión, la Universidad de La Habana, organizaba una bienvenida sencilla, pero amistosa.
Profesores y directivos estadounidenses al frente del nutrido contingente estudiantil lamentaron la larga ausencia de Cuba del plan “Semestre en el mar”.
Ellos defienden el proyecto mediante el cual los bisoños universitarios recorren hasta 15 países para saber más de lo aprendido en las aulas.
La experiencia de esta Universidad flotante en las costas habaneras es positiva para ambas partes y desde ahora los cubanos esperan porque se concreten los vaticinios de que la próxima visita sea más extensa.
Oportunidades de este tipo para intercambiar información e ideas entre cubanos y estadounidenses NO son frecuentes por la vigencia del bloqueo.
No hay nada más ilustrativo que los jóvenes comprueben los aciertos y hasta las imperfecciones en un país pobre como Cuba, pero con niveles de acceso gratuito a servicios esenciales como la salud y la educación.
La Habana no es una ciudad cosmopolita de enormes y lujosos rascacielos y una parte de sus edificaciones sufre el rigor de los años pasados sin mantenimiento.
Pero los jóvenes universitarios procedentes de Estados Unidos no vieron niños desaliñados frente a los automóviles, en pugna por limpiar los cristales a cambio de algunas monedas.
La Universidad de Virginia, enclavada en una nación rica, organiza con ayuda externa el proyecto “Semestre en el mar”, sin dudas valioso para que los alumnos verifiquen que con frecuencia se manipula la realidad de países del Sur que ellos pueden visitar, aunque sea brevemente.
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