Por Martha Ríos
Durante siglos a las mujeres se les consideró el género débil, aunque
desde centurias pasadas hayan demostrado con creces su fortaleza de
ideas, de carácter y acción. Incluso, todavía muchas son subvaloradas
porque las leyes de sus países así lo dictan.
Desde 1910 se instituyó el 8 de marzo para que en todo el mundo ellas
alzaran la voz por sus derechos. Fue en la Conferencia Internacional de
Mujeres Socialistas, en Copenhague, la capital de Dinamarca, cuando se
votó porque existiera una jornada por la emancipación de las féminas.
La propuesta partió de la dirigente comunista alemana, Clara Zetkin, y
fue aprobada unánimemente pues se reconoció el enorme empuje de las
mujeres en el proceso de la lucha de clases.
En Cuba, el 8 de marzo se celebra desde 1931, pero es a partir del 1º
de enero de 1959 cuando triunfó la Revolución, que ellas verdaderamente
festejan porque viven en una sociedad en la que gozan de igualdad de
derechos y desempeñan importantes papeles en todas las esferas.
La legislación vigente las defiende contra cualquier tipo de
violencia, protege a las trabajadoras en etapa de maternidad, y son
socorridas en el cuidado de los hijos menores, si éstos tuvieran alguna
invalidez.
El Ministerio de Salud Pública en la mayor isla de Las Antillas
atiende a las mujeres mediante programas especiales: de planificación
familiar, contra el cáncer de mama, de cuello de útero...
independientemente de que también acceden a otros, aplicables al resto
de la población.
Además, tienen una organización: la Federación de Mujeres Cubanas
(FMC), que apoya esas acciones, representan a sus afiliadas, y las guían
cuando atraviesan por circunstancias desfavorables que puedan
comprometer su integridad moral y la estabilidad de su hogar.
Todas estas estrategias tienen un buen impacto en la masa femenina que
se traduce en mejor calidad de vida. No por gusto el promedio de
existencia de ellas ronda los 80 años, indicador comparado con el de
países desarrollados.
La participación de la mujer en la actividad socialmente útil también
influye en su realización plena, y por ende en su bienestar.
Datos muy recientes revelan que en Cuba más del 66 por ciento de la
fuerza laboral profesional es femenina, y entre los trabajadores de la
salud pública supera el 60 por ciento.
La mayoría de los jueces, fiscales y abogados son mujeres, cargos que en otros lugares lo ocupan hombres.
Ellas representan el 58 por ciento de los investigadores científicos
del país y el 48 por ciento de los diputados del Parlamento.
Son sólo algunos ejemplos que reflejan que las cubanas tienen derecho
pleno al estudio y a ocupar responsabilidades en todas las esferas y
niveles.
Si a esto se suma que sobre los hombros de una buena parte pesa la
responsabilidad de criar y educar a sus hijos, y la manutención del
hogar, los méritos son mayores.
Por estas realidades, la nación caribeña destaca entre muchísimos
Estados, algo reconocido por la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) en foros que hace con frecuencia para revisar el tratamiento que
le dan los Gobiernos a las mujeres.
El viernes pasado, en Nueva York, sede del organismo internacional,
tuvo lugar un debate de alto nivel sobre la igualdad de género y el
empoderamiento de las féminas, previo a la celebración a partir de este
lunes 9 de marzo de la sesión anual de la Comisión sobre el Estatuto de
la Mujer, que analizará el cumplimiento de la Declaración y la
Plataforma de Acción de Beijing.
Por supuesto que la FMC está presente en la persona de su secretaria
general, Teresa Amarelle, quien expuso las experiencias de su país y
llamó a atender las causas de las desigualdades que en el mundo
perpetúan la pobreza, la marginación y la violencia de sus congéneres.
Este evento constituye una tribuna en la que se amplifica el orgullo
de las cubanas y sus múltiples motivos para defender los proyectos de
una sociedad donde todos los amaneceres son 8 de marzo.
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