sábado, 7 de março de 2015

Orgullo de ser cubanas


Por Martha Ríos

Durante siglos a las mujeres se les consideró el género débil, aunque desde centurias pasadas hayan demostrado con creces su fortaleza de ideas, de carácter y acción. Incluso, todavía muchas son subvaloradas porque las leyes de sus países así lo dictan.

Desde 1910 se instituyó el 8 de marzo para que en todo el mundo ellas alzaran la voz por sus derechos. Fue en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague, la capital de Dinamarca, cuando se votó porque existiera una jornada por la emancipación de las féminas.

La propuesta partió de la dirigente comunista alemana, Clara Zetkin, y fue aprobada unánimemente pues se reconoció el enorme empuje de las mujeres en el proceso de la lucha de clases.

En Cuba, el 8 de marzo se celebra desde 1931, pero es a partir del 1º de enero de 1959 cuando triunfó la Revolución, que ellas verdaderamente festejan porque viven en una sociedad en la que gozan de igualdad de derechos y desempeñan importantes papeles en todas las esferas.

La legislación vigente las defiende contra cualquier tipo de violencia, protege a las trabajadoras en etapa de maternidad, y son socorridas en el cuidado de los hijos menores, si éstos tuvieran alguna invalidez.

El Ministerio de Salud Pública en la mayor isla de Las Antillas atiende a las mujeres mediante programas especiales: de planificación familiar, contra el cáncer de mama, de cuello de útero... independientemente  de que también acceden a otros, aplicables al resto de la población.

Además, tienen una organización: la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que apoya esas acciones, representan a sus afiliadas, y las guían cuando atraviesan por circunstancias desfavorables que puedan comprometer su integridad moral y la estabilidad de su hogar.
 
Todas estas estrategias tienen un buen impacto en la masa femenina que se traduce en mejor calidad de vida. No por gusto el promedio de existencia de ellas ronda los 80 años, indicador comparado con el de países desarrollados.

La participación de la mujer en la actividad socialmente útil también influye en su realización plena, y por ende en su bienestar.

Datos muy recientes revelan que en Cuba más del 66 por ciento de la fuerza laboral profesional es femenina, y entre los trabajadores de la salud pública supera el 60 por ciento.

La mayoría de los jueces, fiscales y abogados son mujeres, cargos que en otros lugares lo ocupan hombres.

Ellas representan el 58 por ciento de los investigadores científicos del país y el 48 por ciento de los diputados del Parlamento.

Son sólo algunos ejemplos que reflejan que las cubanas tienen derecho pleno al estudio y a ocupar responsabilidades en todas las esferas y niveles.

Si a esto se suma que sobre los hombros de una buena parte pesa la responsabilidad de criar y educar a sus hijos, y la manutención del hogar, los méritos son mayores.

Por estas realidades, la nación caribeña destaca entre muchísimos Estados, algo reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en foros que hace con frecuencia para revisar el tratamiento que le dan los Gobiernos a las mujeres.

El viernes pasado, en Nueva York, sede del organismo internacional, tuvo lugar un debate de alto nivel sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las féminas, previo a la celebración a partir de este lunes 9 de marzo de la sesión anual de la Comisión sobre el Estatuto de la Mujer, que analizará el cumplimiento de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing.

Por supuesto que la FMC está presente en la persona de su secretaria general, Teresa Amarelle, quien expuso las experiencias de su país y llamó a atender las causas de las desigualdades que en el mundo perpetúan la pobreza, la marginación y la violencia de sus congéneres.

Este evento constituye una tribuna en la que se amplifica el orgullo de las cubanas y sus múltiples motivos para defender  los proyectos de una sociedad donde todos los amaneceres son 8 de marzo.

Editado por Martha Ríos/RHC

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