quarta-feira, 11 de março de 2015

Cuba-EE.UU.: una relación “saludable”


LA HABANA. La cooperación en materias de salud e investigación médica puede convertirse en uno de los caminos más sólidos para el acercamiento entre dos países todavía muy distantes. Una organización norteamericana busca, desde hace más de 20 años, generar sinergias en una esfera donde ambas naciones muestran notables resultados.

Se nombra Medical Education Cooperation with Cuba (MEDICC), radica en Oakland, California, y agrupa a decenas de profesionales vinculados a la sanidad en toda la Unión americana.

“No podemos cerrar los ojos ante las diferencias que existen, pero nuestra organización posee el privilegio de estar en uno de los campos donde más se ven los beneficios de la cooperación en lugar de la hostilidad”, opina Gail Reed, periodista de Chicago que asume, desde su oficina en el barrio habanero de Santos Suárez, la representación de MEDICC Review, una publicación trimestral que traduce al inglés artículos e investigaciones de médicos cubanos y de otros países.

“La asociación nos ayudaba a organizar viajes de estudiantes de medicina a Cuba. Yo los acompañé en alguna ocasión”, recuerda Javier Nieto, profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison y miembro de MEDICC. “Este intercambio se interrumpió a partir del 2003 o 2004 con las restricciones que impuso el gobierno de Bush”. Hasta entonces unos 1500 norteamericanos pudieron conocer de primera mano el sistema de atención médica en la Isla.

“Las posibilidades de colaboración son ilimitadas: empezando por intercambios académicos, en ambos sentidos. Cuba puede aportar mucho a las organizaciones de Salud Pública en Estados Unidos sobre medicina preventiva, particularmente en poblaciones desfavorecidas”, valora Nieto, con el deseo de visitar otra vez la nación antillana. “Todavía mantengo amigos y colegas allí”, apunta.

Quien sí ha podido retornar al archipiélago caribeño es el presidente de la asociación, el doctor William Keck, profesor emérito de la Northeast Ohio Medical University.

“He viajado casi 30 veces en los últimos 23 años. Me impresionó la eficiencia y la eficacia del modelo de acceso universal a la salud que han desarrollado. Seguramente podemos aprender de un país de bajos recursos que alcanza, sin embargo, un status de salud en su gente que iguala o mejora el nuestro, gastando muchísimo menos por persona”, argumenta Keck.

“No es que sea una buena idea la colaboración entre los dos países, ¡es imprescindible!”, enfatiza Gail Reed y ejemplifica con el que a su juicio ha sido el beneficio más sustancial para los Estados Unidos de los intercambios promovidos por MEDICC.

“Bajo nuestra Alianza Comunitaria por la Equidad en Salud líderes locales de Los Ángeles, Oakland, Albuquerque y El Bronx, de Nueva York, diagnosticaron sus problemas de salud y viajaron a Cuba para intercambiar con colegas que están tratando los mismos asuntos (obesidad, diabetes, embarazo en la adolescencia…) De ahí se derivaron ideas; por ejemplo, representantes de Oakland vieron el médico de la familia en cada barrio y se preguntaron: ¿por qué no podemos tener médicos en nuestras estaciones de bomberos o en las iglesias? No tenemos que construir nada, sino reordenar el presupuesto local y ubicar los servicios más cerca de la población. Y eso se ha hecho”; asegura Reed.
 Publicaciones de MEDICC.

Apoyar buenas ideas

Desde la fundación de la Escuela Latinoamericana de Medicina, de La Habana, MEDICC provee ayuda para la formación de sus educandos. Lo hace porque le interesa además acompañar a los jóvenes norteamericanos que reciben becas para estudiar en ese centro educativo.

Hasta 2015, unos 250 jóvenes estadounidenses de bajos recursos han matriculado gratuitamente en la institución con el compromiso de retornar a atender a las comunidades desfavorecidas en su país. El número de graduados es cada vez mayor.

“Nuestra ayuda consiste en conseguirles mentores que los mantengan «conectados» con el sistema de salud norteamericano durante sus estudios”, explica Reed. “También financiamos, en parte o totalmente, los famosos boards (exámenes) que determinan el ingreso a la residencia médica en Estados Unidos. Esas pruebas cuestan cerca de 2 000 dólares, y más del 90% de los estudiantes provienen de familias de bajos ingresos y de minorías raciales y étnicas que no pueden pagarlos”, explica Gail Reed.

La buena voluntad demostrada por la ONG le ha dotado de gran prestigio entre los profesionales cubanos. Pedro Urra, fundador y director por muchos años de INFOMED, la red informática del Ministerio de Salud, la define como “un canal serio y responsable (…) porque ha visualizado la realidad de la Salud Pública cubana y ha puesto en contacto a expertos de ambos países en un clima de respeto y diálogo”.

Ese aval es el que pretende emplear la organización para impulsar convenios binacionales. “En abril esperamos en La Habana a dos grupos de miembros de la Asociación Americana de Salud Pública, a la cual ayudamos a firmar un memorándum de entendimiento la Sociedad Cubana de Salud Pública”, adelanta Reed.

La experiencia sedimentada tras lidiar con las regulaciones y voluntades políticas de ambos países también es otra herramienta en manos de MEDICC que sirve para aconsejar a potenciales inversores norteños en la industria farmacéutica o la investigación médica: “Una total colaboración no será posible hasta que el embargo sea revocado”, argumenta el presidente Keck.

“La disminución de restricciones puede facilitar esfuerzos iniciales de investigación conjunta, pero no está claro qué pasará cuando estén involucrados dólares desde Estados Unidos. Además, las experiencias pasadas volverán muy cautelosos a los cubanos en las asociaciones con norteamericanos. A todo esto hay que sumar que el sector de la Salud en Cuba ha sido largamente dirigido por el Estado y las ganancias permanecen bajo control central para administrar servicios, suministros, medicamentos y equipos. Las pronunciadas diferencias con la perspectiva estadounidense de administrar puede estresar a los socios”, apunta.

“Los avances de la biotecnología cubana deben ser sujetos a las mismas pruebas de la Agencia Federal de Medicamentos que el resto de los productos del mundo”, insiste la periodista. “Los pacientes y médicos norteamericanos tienen derecho, por ejemplo, al Heberprot P, un producto que podría evitar muchas de las 70 a 80 mil amputaciones por pie diabético que se reportan cada año en Estados Unidos”.

“Es importante que los norteamericanos vayan conociendo la cultura, la historia y los avances que se han hecho en Cuba como resultado de una inversión grande en recursos humanos. Yo quisiera que los norteamericanos fueran sensibles a los problemas de un país pobre como Cuba y lo que espero es que Estados Unidos no siga contribuyendo a esos problemas”, confiesa.

Esa puede ser la base para una relación, al fin, saludable.

Foto de portada: Gail Reed, corresponsal de MEDICC en La Habana.

Tomado de Progreso Semanal

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