quarta-feira, 4 de março de 2015

La Coubre: Uno de los más crueles actos terroristas





Ángel Rodríguez Álvarez

Eran las 3 y 15 de la tarde del cuatro de marzo de 1960, cuando una enorme explosión sacudía a la capital cubana y se escuchaba a decenas de kilómetros, en los barrios de su periferia. Instantes después una alta columna de humo negro se adueñó de los muelles de la rada habanera. 

Miembros del Cuerpo del Cuerpo de Bomberos, de la Cruz Roja, el Ejército Rebelde, la Policía, milicianos, hombres y mujeres se movilizaron rápidamente hacía la zona del desastre en auxilio de las numerosas víctimas. 

Un espectáculo aterrador se mostraba ante los ojos de los que allí acudieron: el buque francés La Coubre había explotado cuando se descargaban granadas y municiones destinadas a la defensa de la Revolución y su pueblo. 

Treinta minutos más tarde, en los momentos en que cientos de personas ayudaban con los cadáveres y a los lesionados, una segunda explosión en el mismo barco, aún más devastadora, volvía a sacudir los muelles y sus alrededores, provocando  un mayor número de fallecidos. 

Hierros retorcidos e incandescentes- junto a piernas, brazos y otras partes de cuerpos- caían a grandes distancias. Hubo 101 víctimas fatales y 209 heridos, algunos con horribles mutilaciones. Entre las pérdidas humanas hubo seis marinos franceses, además de los daños materiales ocasionados en centros de trabajo y viviendas aledañas. 

En La Coubre venían toneladas de granadas antitanques y fusiles FAL con sus municiones, cargadas en Amberes, contratadas anteriormente en Bélgica por el gobierno de Fulgencio Batista, y no obstante las presiones del Gobierno norteamericano fueron enviadas a Cuba. 

Frente al horrible genocidio una pregunta se hizo indispensable entonces y hasta hoy: ¿ quién o quiénes podían estar interesados en que la Isla no contara con esos medios indispensables para su protección ? 

Durante las investigaciones realizadas por expertos nacionales y extranjeros fue descartada la posibilidad de un accidente, por el tipo de carga, las medidas de seguridad en su embalaje, las adoptadas para la descarga y la pericia y experiencia de los braceros. Los resultados confirmaron que la causa de las explosiones obedeció a un sabotaje preparado en algún punto de embarque o de la travesía. 

Todo apunta a EE.UU., tanto por su conducta durante las indagaciones como por los antecedentes previos a la salida del barco.  Fue comprobado que la administración de Washington, encabezada entonces por el presidente Dweigh Eisenhower,  amenazó a su partner belga para impedir la entrega del armamento. 

En el vapor viajaba sin explicación lógica, un periodista norteamericano, quien embarcó en Le Havre y se dirigía a Omaha, en Estados Unidos. La nave, además, hizo escala en Miami sin justificación conocida 

A pesar de que Francia y Bélgica, aliados europeos de la Casa Blanca, pidieron colaboración a ese país para investigar el siniestro, apenas recibieron apoyo y muchas preguntas quedaron sin respuesta. Buzos estadounidenses participaron en el reflote de la embarcación, más nada resultó informado. Hasta hoy ningún documento ha sido desclasificado por las autoridades norteñas. 

El día cinco de marzo ocurrió el sepelio, el más grande y multitudinario realizado en el país. El Comandante en Jefe Fidel Castro despidió el duelo y subrayó, que no podía haber otro culpable del crimen que el imperialismo yanqui, y al termino de sus encendidas palabras concibió el lema irrenunciable que, desde entonces y hasta hoy, encabeza la decisión popular:  ¡Patria o Muerte! 

Tomado de la AIN

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