En un sexto editorial desde el 12 de octubre pasado, publicado en inglés y español, el diario The New York Times ataca el programa de EEUU, vigente desde la administración Bush, que incentiva la migración de personal médico cubano, por ser “particularmente difícil de justificar”.
“Es incongruente que Estados Unidos valore las contribuciones de los
médicos cubanos enviados por el gobierno para asistir en crisis
mundiales, como aquella del terremoto en Haití en 2010, mientras procura desestabilizar al estado facilitando las deserciones”.
Asegura que “mientras se mantenga esta política incoherente,
establecer una relación más saludable entre ambas naciones va a seguir
siendo difícil”.
A continuación el texto íntegro del Editorial:
El Secretario de Estado John Kerry y
la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Samantha Power, han
elogiado la contribución de médicos cubanos que atienden a pacientes con
ébola en África occidental. Los Centros para el Control y la Prevención
de Enfermedades, una agencia federal norteamericana, recientemente
envió a un funcionario a una reunión regional organizada por el Gobierno
cubano en La Habana, para coordinar la lucha contra la epidemia. En
África, los médicos cubanos están laborando en instalaciones construidas
por Estados Unidos. El virus ha tenido el inesperado efecto de inyectarle sentido común a una relación innecesariamente tóxica.
Sin embargo, los médicos que trabajan en África occidental hoy
podrían fácilmente abandonar sus obligaciones, tomar un taxi a la
embajada estadounidense más cercana y solicitar estatus migratorio,
mediante un programa que ha permitido miles de deserciones. De ser
aprobados, pueden ingresar a Estados Unidos en cuestión de semanas, a
pocos años de convertirse en ciudadanos estadounidenses.
Hay muchos aspectos condenables de las políticas fallidas de Estados
Unidos respecto a Cuba y el embargo que impone a la isla desde hace
décadas. Pero el programa que incentiva la migración de personal
médico durante asignaciones oficiales en el exterior es particularmente
difícil de justificar. Durante el recién terminado año fiscal, 1,278 profesionales médicos, un número récord, obtuvieron autorización de inmigrar.
Es incongruente que Estados Unidos valore las contribuciones
de los médicos cubanos enviados por el gobierno para asistir en crisis
mundiales, como aquella del terremoto en Haití en 2010, mientras procura
desestabilizar al estado facilitando las deserciones.
El sistema migratorio estadounidense debe darles prioridad a los
refugiados y a las personas perseguidas más vulnerables del mundo. Pero
no debe utilizarse para agravar la fuga de cerebros de una nación
adversaria, sobre todo, cuando mejorar la relación entre los países es
un objetivo viable y sensato.
El programa, diseñado por la rama ejecutiva, comenzó en agosto de
2006, cuando Emilio González, un exiliado cubano, firmemente opuesto al
gobierno de la isla, estaba al mando del Servicio de Ciudadanía e
Inmigración de Estados Unidos. González describió las condiciones
laborales de los médicos como “tráfico de personas sancionado por el
Estado”. En esa época, la administración Bush estaba procurando sabotear
al Gobierno cubano. Facilitar la defección de médicos que participan en
misiones en el exterior representa una oportunidad de atentar contra la
principal herramienta diplomática de la isla y humillar al régimen de
los Castro.
Cuba lleva varios años usando sus brigadas médicas como su principal fuente de ingresos y poder persuasivo. La
isla tiene uno de los índices más altos de médicos per cápita en el
mundo, y ofrece becas para cursar estudios de salud a cientos de
estudiantes internacionales cada año. Entre ellos, ha habido
algunos estadounidenses. Según cifras del Gobierno cubano, más de
440,000 habitantes en la isla de 11 millones están empleados en el
sector de la salud.
La Habana obtiene petróleo subsidiado de Venezuela y dinero de varios
países como remuneración por la atención médica que brinda. Este año,
según el diario estatal Granma, el gobierno espera recibir $8,200
millones de dólares a cambio de la labor médica de su personal en el
exterior. La gran mayoría de los que están desplazados actualmente, unos
46,000, trabajan en América Latina y el Caribe. Unos 4,000 están
asignados a 32 naciones africanas.
Los profesionales médicos, como la mayoría de cubanos, ganan sueldos
bajos. Este año, el gobierno aumentó el salario de los profesionales de
la salud. Los médicos ahora ganan aproximadamente $60 dólares por mes y
los enfermeros ganan unos $40 dólares por mes. Las asignaciones en el
exterior representan una oportunidad de ganar sustancialmente más. Los
doctores que trabajan actualmente en Brasil, por ejemplo, reciben
aproximadamente $1,200 dólares por mes.
Los 256 profesionales médicos que atienden a pacientes con ébola en
África occidental están recibiendo subsidios diarios de aproximadamente
$240 dólares por parte de la Organización Mundial de la Salud. José Luis
Di Fabio, el jefe de la misión de la OMS en La Habana, dijo que los
médicos y enfermeros en África viajaron por voluntad propia. “Son voluntarios”, dijo durante una entrevista. “Hubo algunos que se echaron para atrás y no hubo problema”.
Algunos médicos que han desertado dicen que las asignaciones en el
exterior han tenido un elemento implícito de coerción, y se han quejado
porque el Gobierno cubano se embolsilla la mayor parte del dinero que
genera sus servicios. Sin embargo, el Departamento de Estado
dice en su más reciente informe sobre tráfico de personas que la
supuesta coerción de profesionales médicos cubanos “no parece reflejar
una política uniforme del gobierno”. Aún así, La Habana podría
pagarle a su personal en el exterior de manera más generosa si las
brigadas médicas van a seguir representando una importante fuente de
ingresos.
El año pasado, el gobierno cubano flexibilizó las restricciones
migratorias, autorizando que la mayoría de sus ciudadanos, incluso los
disidentes, pudieran salir y entrar al país libremente. Los médicos,
quienes en el pasado eran sujeto de restricciones más estrictas, también
pueden viajar sin mayores problemas actualmente. Estados Unidos reserva
20,000 visas de inmigración para cubanos en la isla cada año.
Adicionalmente, quienes logran llegar por vías irregulares,
automáticamente adquieren la residencia legal.
El gobierno cubano considera el programa de defección de médicos como
un símbolo de duplicidad por parte de Estados Unidos. Inhibe la
capacidad de Cuba a la hora de contribuir en crisis internacionales y no
ayuda, en lo mínimo, a crear una sociedad más abierta o democrática. Mientras
se mantenga esta política incoherente, establecer una relación más
saludable entre ambas naciones va a seguir siendo difícil.
Como un creciente número de cubanos, a muchos profesionales médicos
seguramente les seguirá interesando la posibilidad de emigrar a Estados
Unidos en busca de mejores oportunidades, y están en su derecho de
hacerlo. Pero invitarlos a desertar durante misiones en el exterior es
excesivo.
(Tomado de The New York Times) CubaDebate
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