
por José Luis Rodríguez*
A partir de la aprobación de una nueva política económica en abril de
 2011, resulta evidente que las profundas transformaciones contenidas en
 ella suponen un proceso de creación de una nueva institucionalidad, con
 su correspondiente entorno legal regulatorio, el cual debe contribuir a
 materializar el objetivo estratégico de crear condiciones para un 
desarrollo sostenible en Cuba.
En todo caso, las medidas de política económica recogidas en los 
Lineamientos requieren tiempo –incluso– para lograr las soluciones de 
corto plazo que permitan reducir el déficit de la balanza de pagos y 
elevar la eficiencia económica, la motivación por el trabajo y la 
distribución del ingreso, entre sus objetivos más esenciales.
En este sentido, no debe perderse de vista que el proceso de cambios 
previstos partió de un análisis de las insuficiencias del modelo 
económico del país, las que repercutieron directamente en la población 
durante los años más duros del Período especial.
Es por ello que si bien las expectativas de una mejoría en el nivel 
de vida han estado en el primer lugar de las aspiraciones populares, 
para logar esa mejoría es preciso llevar a cabo previamente 
modificaciones en las ecuaciones macroeconómicas existentes, como un 
primer paso para alcanzar los objetivos planteados.
Una mirada retrospectiva a lo alcanzado desde que en 2008 comenzaron a
 modificarse importantes aspectos del funcionamiento socioeconómico 
nacional, debe comenzar por evaluar en qué medida hoy se puede hablar de
 una situación más favorable para emprender las modificaciones de fondo 
que requiere la economía cubana.
Un primer paso en esa dirección –al unísono con los cambios de más 
largo alcance– ha sido la reducción de gastos sin afectar en su esencia 
las políticas trazadas.
En efecto, si se miden relativamente los gastos del presupuesto 
estatal en relación con el PIB, se puede apreciar una disminución desde 
78,1 por ciento en 2008 a 64,6 por ciento en 2013, para un descenso de 
13,5 puntos porcentuales, lo que ha llevado –parejamente con la 
aprobación de una nueva Ley Fiscal– a que el déficit presupuestario 
sobre el PIB haya descendido de -6,9 por ciento en 2008 a -1,3 por 
ciento el pasado año.
En relación con el presupuesto del Estado se destaca positivamente en
 los ingresos el aumento de 54,1 por ciento del aporte neto de las 
empresas al fisco, así como el crecimiento en 10,5 por ciento del 
impuesto de circulación y ventas de mercancías y servicios.
Adicionalmente, cabe apuntar que este déficit ha comenzado a 
financiarse con deuda pública, sustituyéndose la emisión monetaria 
anterior y sus potenciales consecuencias inflacionarias.
No obstante, en tanto que los bonos de deuda pública por el momento 
solo se venden al sistema bancario, se abre un mayor espacio para el 
financiamiento público si estas obligaciones se venden también a 
tenedores no estatales, captando así una proporción mayor del ahorro 
interno.
En segundo lugar, las proporciones del crecimiento del PIB tienden a 
mejorar, aun cuando el incremento medio entre 2009 y 2013 ha sido solo 
de 2,7 por ciento. En efecto, la participación del sector agropecuario 
en el PIB aumenta en 0,2 por ciento y la industria manufacturera en 0,7 
por ciento.
En general, puede estimarse que el crecimiento generado por el sector
 de la producción de bienes y servicios crece en torno a un punto 
porcentual en estos años, alcanzando 59 por ciento en el incremento del 
nuevo valor creado.
Igualmente, en las grandes categorías de agregación del PIB aumenta 
59,9 por ciento el excedente bruto de operaciones y 5,4 por ciento las 
remuneraciones de trabajadores, incluso cuando se mantiene contraída la 
formación bruta de capital, que se reduce 24,2 por ciento en el período 
2008-2013, tomando en cuenta las dificultades del proceso inversionista 
que se mantienen en estos años.
Empleo y retribución del trabajo
Entre los cambios que se han operado en la macroeconomía en años 
recientes están los que corresponden al empleo y la retribución al 
trabajo. Ante todo se observa un ligero descenso del 0,6 por ciento en 
el empleo total, que abarcó en 2013 a 4 918 200 personas, lo que 
representa un nivel de ocupación del 72,9 por ciento, cifra ligeramente 
inferior a la de 2008.
En la estructura del empleo se destaca el crecimiento de la ocupación
 no estatal, que aumentó del 17 al 26,3 por ciento del total, mientras 
que el empleo en entidades estatales se redujo en 11,8 por ciento.
El profundo cambio estructural que registra el empleo en estos años 
refleja la influencia de una política conscientemente dirigida a reducir
 el subempleo de la fuerza de trabajo ocupada en entidades estatales, a 
lo que se añade la expansión del empleo en el sector cooperativo y 
privado, en este último caso como trabajo por cuenta propia 
fundamentalmente.
La mayor eficiencia que gradualmente se alcanza en el uso de los 
recursos humanos se manifiesta en un crecimiento de 7,8 por ciento en la
 productividad del trabajo, que comienza a incrementarse más rápidamente
 que el salario medio desde hace dos años.
Las tensiones que este proceso inevitablemente provoca se expresan en
 un discreto aumento del nivel de desempleo (de 1,6 al 3,2 por ciento) y
 también en un descenso de la tasa migratoria externa, que si bien 
alcanzó -4,2 por ciento en 2012 (de -3,3 por ciento en el 2008), muestra
 un saldo positivo de 0,3 por ciento el pasado año.
Por otra parte, el salario nominal mensual creció 13,5 por ciento en 
estos años, alcanzando 471 pesos en 2013. En este caso, al comparar ese 
incremento con el Índice de Precios al Consumidor, el salario real 
aumenta aproximadamente 7,8 por ciento en pesos cubanos, pero otros 
estimados muestran un deterioro si se considera el aumento de precios, 
tanto en pesos cubanos como en convertibles.
Sin embargo, esta valoración no es totalmente exacta, ya que los 
ingresos que reciben los trabajadores sujetos a un sistema de 
estimulación en pesos convertibles no se consideran como parte del 
salario, como tampoco otras prestaciones en especie.
No obstante, a pesar de estas precisiones, el aumento de los ingresos
 de los trabajadores estatales no es suficiente en estos años, aun 
cuando se mantiene una elevada liquidez monetaria equivalente al 41,7 
por ciento del PIB en 2013.
En otro orden, se ha avanzado en el reequilibrio financiero externo, 
en tanto las importaciones han bajado del 32,4 por ciento del PIB al 
18,8 por ciento. Asimismo, las exportaciones totales crecieron 
notablemente en 48,7 por ciento, elevándose del 16,2 al 30,6 por ciento 
del PIB.
Consecuentemente, se produjo una modificación sustancial en la 
balanza comercial al pasar de un déficit anual de 2 300 millones de 
pesos a un superávit de 2 991.
Esta evolución del sector externo es de la mayor importancia, ya que 
ha permitido reducir el déficit de cuenta corriente de -3,8 a -0,2 por 
ciento del PIB, según estimados internacionales, lo cual ha creado 
condiciones favorables para avanzar en la liquidación de la deuda 
externa y reequilibrar nuestra balanza de pagos.
En tal sentido cabe destacar que el delicado proceso para la 
liquidación gradual de nuestros adeudos resulta indispensable para 
expandir la inversión extranjera, que es a su vez factor clave para 
elevar la tasa de inversión y aumentar los ritmos de crecimiento.
Se calcula que Cuba ha venido pagando una suma equivalente al 4 por 
ciento de su PIB, lo cual representa un significativo esfuerzo por parte
 de la nación.
El manejo de la deuda externa ha logrado combinar exitosamente la 
renegociación de importantes adeudos con significativos volúmenes de 
condonación de pagos.
En efecto, durante estos años se han efectuado renegociaciones 
exitosas con buena parte de los principales acreedores del país, 
incluyendo Japón y China y más recientemente Rusia y México.
En el caso de este último país se logró una condonación del 70 por 
ciento, mientras que de los adeudos reclamados sobre los compromisos con
 la antigua URSS -que alcanzaban 35 000 millones de dólares, según 
fuentes rusas-, fue condonado el 90 por ciento y se otorgaron 
facilidades para el pago del 10 por ciento restante.
De igual modo, el proceso de renegociación de las deudas con el Club 
de París se encuentra incluido dentro de la agenda de conversaciones con
 la Unión Europea actualmente en curso, con buenas perspectivas para una
 solución razonable a corto plazo.
En síntesis, puede decirse que el país ha venido avanzando 
gradualmente en el ajuste de las principales proporciones 
macroeconómicas, aun cuando las mismas se han venido desarrollando en 
medio de una desfavorable coyuntura externa, incluyendo el reforzamiento
 del bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba.
Desde luego que esta mejor situación no representa que todo esté 
resuelto, ya que -entre otras cosas- no se ha podido elevar el volumen 
de las inversiones y su ejecución eficiente. Tampoco la respuesta a la 
asignación de recursos para elevar la producción de alimentos ha sido la
 esperada, ya que si bien se ha logrado poner a producir más de 1,4 
millones de hectáreas de tierras ociosas, los resultados son aún muy 
discretos.
Lógicamente, los avances que se registran no se reflejan en una 
elevación del nivel de vida de la población, pero resultan 
indispensables para alcanzar ese objetivo, para lo cual se requiere un 
mayor nivel de recursos financieros e inversiones que posibiliten que la
 economía crezca a ritmos superiores al 6% anual.
En ese rumbo el país avanza, lo que evidencia la correcta senda 
económica que estamos transitando, con la perspectiva de crecer a un 
mejor ritmo el próximo año.
*Asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, en La Habana.
(Tomado de Cuba Contemporánea)
 
 
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