Cuartel general de la USAID, dónde los ideas fracasadas hacia Cuba proliferan. (The Guardian) |
Cuando en abril pasado la agencia Associated Press reveló el ya mítico “Twitter cubano”, conocido como ZunZuneo, con el que el gobierno de Estados Unidos pretendía impulsar -a través de la telefonía móvil- el cambio de régimen en Cuba, uno de los titulares más reveladores con que la prensa estadounidense trató el tema fue “Bay of tweets”.
La alusión, nada indirecta, al fracaso de de la invasión organizada por la CIA en 1961 a través de Bahía de Cochinos
(Bay of pigs) marcaba la pertenencia de ZunZuneo a la larga saga de
planes para derrocar el gobierno cubano en que Washington ha
despilfarrado dinero y prestigio por más de cinco décadas.
Este lunes resonó en la prensa estadounidense y mundial otra revelación: EE.UU. contrató -a través de la Agencia de Estados Unidos para la Ayuda al Desarrollo (USAID)-
el envío a Cuba de jóvenes latinoamericanos para fomentar con ellos
agrupamientos en función de una rebelión política. USAID negó se tratara
de “acciones encubiertas” pero los enviados recibieron indicaciones
para enmascarar sus acciones a través de programas vinculados a la
promoción de salud y codificar sus comunicaciones, además de mantener a
los cubanos involucrados al margen de los objetivos del plan.
Otra vez, procedimientos típicos de
organizaciones represivas fueron utilizados en nombre de la democracia:
Los cubanos contactados -como sucedió con el ZunZuneo- fueron
emplantillados y se les realizaron perfiles de acuerdo con sus
características personales y políticas sin su conocimiento.
En Estados Unidos, tres cosas han llamado
particularmente la atención: El comienzo de las acciones de este plan
encubierto para organizar una rebelión juvenil cuando acaba de ser
apresado en Cuba el “contratista” de la USAID Alan Gross
por participar en la implementación de una red de telecomunicaciones
que servía a los mismos objetivos de cambio de régimen; el descrédito
provocado a las acciones que hace USAID en otras partes del mundo; y la
poca preparación de los enviados que llevó a Fox News a
describir la operación como “our kids in Havana” mientras el senador
Patrick Leahy -quien fue muy duro con el director de USAID en la
audiencia que analizó ZunZuneo- reclamaba que la próxima vez “envíen un
adulto”.
En la política estadounidense hay una ley
no escrita que ilumina desde Bahía de Cochinos hasta estas acciones de
la USAID, pasando por el Watergate, el Irán-Contras y los cientos de
atentados fallidos contra Fidel Castro: cada vez que Washington se
asocia al llamado exilio cubano termina pagando un alto costo que ha
llegado hasta provocar la renuncia del presidente de la nación. No por
gusto, tanto ahora como con ZunZuneo, las únicas voces que se han alzado
para defender esos proyectos -además de las explicaciones
contradictorias y defensivas de la propia USAID y el Departamento de
Estado- han sido las de los congresistas vinculados a la mafia
obsesionada con el fin de la Revolución cubana.
¿Aprenderá el gobierno de Estados Unidos
de estos nuevos fracasos o su política hacia Cuba seguirá siendo el
festín de los ineptos? La historia indica que lo más probable es lo
segundo. Este mismo mes se conoció de la asignación de 400 000 dólares adicionales para Piramideo,
una versión de ZunZuneo operada directamente por la gubernamental
Oficina de Transmisiones hacia Cuba, la misma que durante casi treinta
años fracasó en las emisiones de radio y televisión Martí para derrocar al gobierno cubano. (Publicado en CubAhora)
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