por María Josefina Arce
Durante siglos se pretendió que el 12 de octubre de 1492 los
españoles descubrieron América, pero la historia es otra, en realidad en
esa fecha comenzó la esclavitud, el maltrato y sometimiento del indio y
la implementación de la religión o creencia Cristiana como instrumento
opresor durante la llamada conquista.
Conocido por varias denominaciones, entre ellas como el Día de la
Raza o el encuentro entre dos mundos, cambió su nombre con la llegada al
poder en Latinoamericana de gobiernos progresistas.
En Venezuela la Revolución Bolivariana, liderada por el fallecido
presidente Hugo Chávez, declaró esa jornada desde 2002 como el Día de la
Resistencia Indígena, en reivindicación de las luchas de los pueblos
originarios frente a la violencia de los colonizadores españoles.
A esa iniciativa, que reconoce el heroísmo de los pueblos que
sufrieron el colonialismo europeo, se sumaron también Nicaragua y
Bolivia, que cuenta por primera vez en la historia esta última nación
con un presidente indígena.
Pero en esos países no solo se fue a un cambio de nombre, sino que
los gobiernos comenzaron a tomar un a serie de programas encaminados a
reivindicar a los pueblos autóctonos, discriminados y marginados hasta
ese momento.
En la nueva Constitución de Venezuela, promovida por Chávez, se
reconoce los derechos de los pueblos originarios a la participación
política; a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural,
cosmovisión, valores, espiritualidad y sus lugares sagrados y de culto; a
una salud integral que considere sus prácticas y culturas; a la
protección de la propiedad intelectual colectiva de sus conocimientos,
tecnologías e innovaciones.
Asimismo, en 2007 se creo un ministerio que atiende a los aborígenes y
el Consejo Nacional de Educación, Cultura e Idiomas Indígenas, el cual
protege las lenguas nativas, acciones que reivindicaron sus derechos y
saldaron la deuda histórica del país.
También destacan las políticas adoptadas por el gobierno sandinista que
preside Daniel Ortega. Es así que se ha ido a la entrega de las tierras a
sus dueños originarios, a quienes hoy se les garantiza el acceso a la
salud y la educación.
En Bolivia el presidente Evo Morales también se ha dado a la defensa
de los pueblos originarios del continente. Las comunidades indígenas han
dejado de ser invisibles y hoy se les garantiza el respeto a sus más
elementales derechos, al tiempo que se protege su diversidad cultural.
De hecho la Nueva Constitución Política del Estado, ratificada en
referéndum en enero de 2009, define a Bolivia como un Estado
intercultural, plurinacional y descentralizado, el cual cuenta con 37
idiomas oficiales.
A los indígenas se les confiere la protección especial de su
identidad cultural, de sus estructuras e instituciones tanto sociales,
políticas, como también la autodeterminación territorial. Se pretende
compensar la distribución histórica del poder a favor de los pueblos
indígenas e imponer sus derechos colectivos a la tierra y a la
autonomía.
Invisibles aún hoy en muchas naciones, lo cierto es que los pueblos
originarios dieron y dan al mundo una lección de resistencia contra el
invasor extranjero, al luchar con fuerza contra la ocupación y defender,
superando enormes dificultades, su cultura ancestral que respeta a la
naturaleza y al ser humano.
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