“¿Resistirá la Revolución una embajada de EE.UU. en La Habana?”, “¿qué
va a pasar cuando no haya bloqueo?”, son las preguntas que inundan por
estos días los medios de comunicación...
Bienvenido, Mr Kerry, los una y mil veces amenazados te saludan (Fernando Medina Fernández / Cubahora) |
Desde que Neil Armstrong plantó en 1969 la bandera estadounidense sobre la superficie de la Luna ninguna otra tela con barras y estrellas parece haber despertado más interés en los medios de comunicación que la que se desplegará en la reabierta embajada de EE.UU. en La Habana este 14 de agosto el Secretario de Estado John Kerry.
Cuando el presidente Barack Obama reconoció el fracaso
de la estrategia que durante más de cincuenta y cinco años trató de
aislar al gobierno cubano y anunció la hora de comenzar a probar “algo
nuevo” para conseguir los cambios que la política fracasada no pudo
lograr, estaba poniendo en práctica el pensamiento de John Kerry.
Kerry, veterano de la guerra en Viet Nam que fue
herido allí y supo luego oponerse a aquel otro camino hacia la derrota
de EE.UU., tuvo en su largo ejercicio como senador posturas bastante
liberales, siempre en busca de eliminar aquello que cree daña los
intereses de su país y promover lo que pueda beneficiarlo.
Acabando de entrar al Senado, en 1984, fue un cuestionador de la
intervención norteamericana en Centroamérica y como cuenta el periodista
Robert Parry, quien destapó el escándalo Irán-Contras: “fue casi el único miembro del comité del Senado que exigió respuestas
ante la emergente evidencia de que la Contra, con el respaldo de la CIA,
estaba llenando sus arcas al colaborar con los traficantes de droga que
en ese entonces saturaban las fronteras de Estados Unidos con cocaína
proveniente de América del Sur.”
En 2004, siendo candidato a la Casa Blanca, declaró su oposición al
bloqueo, cosa que Obama no hizo nunca durante sus dos carreras hacia la
presidencia. Como recordó hace tres años Sarah Stephens en el Huffington
Post, ante la posibilidad de que el primer presidente negro lo nombrara
Secretario de Estado:
“Él apoyó los derechos de viaje no sólo para los cubano-americanos,
sino para todos los estadounidenses. No le dio a la administración Obama
un cheque en blanco para ejecutar los programas de cambio de régimen de
la USAID en Cuba y levantó la
financiación cuando pudo. Fue un escéptico fiable de los millones
gastados en la difusión de propaganda contra Cuba – Radio y TV Martí – y
de los asesores y burócratas que crean la programación que muchos
cubanos ni ven, ni oyen o no les importa.”
Por posturas como esa la extrema derecha de Miami lo odia y los
“disidentes” que paga EE.UU. en Cuba, a los que recibirá en una
recepción en la residencia del encargado de negocios de su nueva
embajada, lo mastican pero no lo tragan.
No tienen motivos para ello. Kerry acaba de decir al periodista Andrés
Oppenhaimer de El Nuevo Herald de Miami que se mantendrá el accionar
injerencista de EE.UU. en Cuba: “continuaremos financiando los programas
por la democracia y otras cosas que hemos financiado en el pasado”
Es, sin embargo, mal augurio para el éxito de tales programas hablar
-justo antes de viajar a izar bandera estadounidense en La Habana- con
el autor de La hora final de Fidel Castro, Andrés Oppenhaimer, quien ha
pasado horas, días, semanas, meses, años y décadas esperando lo que
anunció pero no llegó.
La travesía para llegar al acontecimiento de este 14 de agosto ha sido
más larga y tortuosa que la que llevó a la nave Apollo XI a pisar el
suelo del satélite natural del planeta Tierra. Pero a diferencia de
aquel suceso, el izamiento frente al malecón de La Habana no es
precisamente una victoria de la mayor potencia militar, económica y
tecnológica de la historia sino del pueblo cubano y de Fidel y Raúl
Castro, esos para quienes según Hillary Clinton, la nueva embajada es
una “amenaza”.
“¿Resistirá la Revolución una embajada de EE.UU. en La Habana?”, “¿qué
va a pasar cuando no haya bloqueo?”, son las preguntas que inundan por
estos días los medios de comunicación como antes fueron “¿se mantendrá
el socialismo en Cuba si la URSS desaparece?” o “¿qué va a pasar
cuando Fidel no esté al frente del país?”
Las respuestas no estuvieron nunca en Miami, ni en los salones donde
los diplomáticos estadounidenses en La Habana celebrarán su decisión de
hacer de la necesidad impostergable de cambiar la relación con Cuba a la
que los llevó la resistencia cubana, virtud norteamericana carareada
por la maquinaria mediática que amplifica su política.
Bienvenido, Mr Kerry, los una y mil veces amenazados te saludan. Ojalá
puedas -más allá de la prensa de Miami y sus portavoces locales-
conocer a quienes desde esta Isla han logrado que puedas visitarnos,
porque en la Luna no vive nadie pero en Cuba hay que contar con los
cubanos.
Tomado de Cubahora
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